18. Recuerdo de unas galletas quemadas.

200 27 2
                                    

Caminé, caminé y caminé como por una hora y adivinen qué encontré... nada. Después de desvanecer, como por cuarta vez, volví al hospital como siempre hacía; sin embargo, está vez fue diferente. Observé los pasillos como por milésima vez y quedé un poco frustrado, no había nada, ni un solo médico o enfermera estaba en los pasillos y aquello me aterraba un poco, no era un miedoso, pero esta situación me estaba preocupando.

Luego de haberme sentado en el suelo empiezo a sentir unas manos en mi rostro, no me faltaba pensar en quién se trataba, ya que su tacto hizo que mi cuerpo temblara y que por tercera vez en este estado me sintiera realmente vivo.

¿Qué le estaba haciendo aquella chica a mi cuerpo? Su mano recorrió cada parte de mi rostro, hasta llegar a mis labios, en donde lentamente paso cada uno de sus dedos, o al menos, eso suponía, sin duda era muy doloroso aquel tacto, ya que yo no podía tocarla y me moría por sentir su piel. Me preguntaba si yo tendría el mismo efecto en ella.

De un momento a otro empiezo a escuchar música, miro a mis lados y no hay nada, por lo que supongo que aquella chica habrá colocado algo de música, y no era cualquier música, ya que sino estaba mal, aquella canción que estaba sonando dentro de mi cabeza era Stay with me de Sam Smith, lo sabía porque hubo una época en la que mi hermana no paraba de escuchar aquella canción, en esos momentos la canción me molestaba, ese tipo de canciones no iban conmigo; sin embargo, en esta ocasión no me molesto, sino que me relajó y para mi gran sorpresa, la estaba disfrutando.

La letra era muy simple de entender, pero... ¿Por qué esa canción? ¿Tanto sentía aquella chica por mí? Al parecer así era, lo que no entendía era todo ese misterio, por que si de algo estaba seguro era que aquella joven no quería ser descubierta, ya que si no fuese así, no vendría cuando la hora de visitas se acaba, por lo que también me pone a pensar que aquella joven es buena escabulléndose, ya que no era fácil saltarse a las enfermeras.

Algo que me llamaba mucho la atención era que aquella joven siempre venía a las diez y más no por la tarde, en donde también no hay horas de visitas, por lo que supongo que tiene que tener una vida un poco movida, u otra razón sería que por las noches el hospital estaba muy ajetreado, por lo menos ese punto explicaría el porqué nunca se dan cuenta de que hay alguien en mi habitación.

Me levanto del suelo y me encamino al pasillo en donde queda mi habitación, aún no podía ver nada en los pasillos; sin embargo, tal vez pueda ver dentro de lo que hay en mi habitación. La música aún seguía sonando; mientras yo me escabullía por el piso de aquel hospital, sino estaba mal, ya me sabía todo este piso de memoria. Así he estado de aburrido. Todavía la imagen de mi hermana con Sebastián me inquieta un poco, tal vez la doctora le estaba hablando de mi estado ¿Y si había empeorado y yo no me había dado cuenta?

Algo que realmente llamó mi atención de la situación en la que estaba era que cuando aquella chica llegaba yo por arte de magia desaparecía, por lo que supongo que algo más grande que nosotros no quiere que la conozca, esto no era una simple coincidencia, y saber que el destino estaba jugando conmigo, me daba rabia -Eso te pasa por reírte de él a los diez años- Me recriminó mi conciencia. Solo era un puto niño.

Cuando la canción se terminó me sentí solo, no sentía ni escuchaba nada, así que deduje que se había ido. Esperé un buen rato por ella, esperé por sentir aquel tacto que me volvía loco; sin embargo, no estaba. 

Paré cuando llegué a la sala de espera que había afuera de mi habitación, tenía temor que no hubiese nada después de aquella puerta, no quería desilusionarme.  Me armé de valentía y cogí la manilla de la puerta y la volteé lentamente, tanto era mi temor que hasta escuchaba mi corazón en mis oídos, tanto para nada. No había nadie. 

Encontrarte es mi anhelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora