A Beautiful Lie

Capítulo 32

Enterré el tenedor en la carne pero no llevé ninguno de los pedazos atravesados hacia mis labios, por alguna extraña razón me sentía asqueada y desanimada, sin duda alguna era por lo que había visto en la revista, aunque quizás lo sucedido con Jared o la conversación que escuché entre Edward y Julieta había influido también, fuera lo que fuera se sentía terrible.

—¿Puedes dejar de jugar con la comida? —preguntó mi madre de mala gana.

Desde lo que sucedió con la universidad se había estado comportando dura y distante.

—No quiero hacerlo —espeté con hostilidad.

—Eres tan rebelde —frotó su rostro con las manos en signo de frustración.

—¡Perdón por no ser perfecta!—exclamé al borde del hartazgo.

—¡No te pido que seas perfecta pero quiero que al menos intentes mejorar, parece que has decidido fastidiarme al propósito! —sollozó.

Me levanté de la mesa precipitadamente y estampé las palmas de mis manos contra la madera de la misma.

—¿Crees que reprobé al propósito? —pregunté lentamente, mi madre me miró y después de meditar por unos segundos asintió— Eres una paranoica.

—Y tú una soñadora, vives en un mundo que no nos corresponde.

—¡¿De qué demonios estás hablando?! —chillé exasperada.

—Jared te arrebató el tiempo de estudio, te llevó a lugares donde sólo entran los millonarios y ahora venos, estamos hundidas en la miseria y no vas a estudiar —lloriqueó.

—Sí voy a estudiar.

—¡No puedo pagarte! —exclamó al borde de la desesperación. Estaba a punto de interrumpirla pero ella continuó—: Ni siquiera eres capaz de trabajar, Armie era tan distinto a ti, él buscaba mi bienestar sobre el suyo.

Entonces me di cuenta de lo que había dicho. Dijo algo que había temido siempre, siempre supe que ella lo amaba más a él, que él era el mejor en todo pero ella jamás había sido capaz de decírmelo. La respiración se atascó en mi garganta y sentí el escozor de las lágrimas atenazándome detrás de mis párpados. Sus palabras habían dolido más que un golpe, más que una ofensa, dolían porque eran verdaderas.

—¿Qué acabas de decir? —mi voz era apenas un susurro tembloroso y audible para mí misma.

—Lo siento.

Me sentí a punto de desfallecer, no sabía qué hacer o qué decir. El enojo, el coraje y la tristeza se arremolinaron en mi interior como un tornado destructivo. Sabía que pasaría en algún momento de mi vida, sabía que esas palabras habían estado estancadas en sus labios desde hacía mucho tiempo pero sin duda alguna no las esperaba ese día, no cuando me sentía tan terriblemente destrozada por mi pelea con Jared y con Julieta.

—Me largo de aquí —susurré antes de girar sobre mis talones y subir las escaleras hasta mi habitación.

Mi madre apareció en mi recámara segundos después con la frustración tatuada en el rostro. Se acercó hasta mí y colocó una de sus manos sobre mi espalda, yo me aparté de su toque antes de aproximarme hasta el armario y comenzar a sacar montones de ropa.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo, Prime? —su voz estaba teñida de preocupación, pero no me importó— No quería decir eso y lo sabes.

—¿No querías? —negué con la cabeza antes de comenzar a meter toda la ropa que pude en una maleta. Mis movimiento eran rápidos y violentos.