Cartas Sin Destino Profeta

145 11 2
                                    

Una mañana, cuando  desperté y me dirigí a mi trabajo escuché de la voz de un par de enfermeras que un pequeño pelotón había sido atacado, estaban  en el canal de la mancha. Nuca fui muy buena en cuanto historia se trata, pero era imposible no recordar ese hecho, sabía que estaba a punto de suceder, salí corriendo a buscar al Mayor Jamie Stewart, debía de prevenirlos, puedo prevenir una guerra y eso es mas que suficiente si es que mañana no estoy más en este tiempo.

-Disculpe señorita ¿Qué se le ofrece? - llegé escupiendo mi pulmón debido a que corrí casi un kilómetro entero desde el hospital hasta la oficina del Mayor, la cual es cuidada por dos soldados uno a cada lado de la gran puerta -

-Necesito hablar - dije respirando ondo - con el Mayor Jamie Stewart es urgente -

-Y ¿Usted es? - el soldado se movió de su puesto para preguntarme me veía de pies a cabeza, y eso me dió algo de miedo -

-Madeline, soy la enfermera del Mayor - sabía que eso no me iba a abrir la puerta si que una mentira blanca no hacía daño - Es sobre el Capitán Nicholls - para el soldado solo bastó oír eso, no podía quedarse cruzado de brazos si "algo le ocurría al Capitán" -

-Espere un momento - entro sin mostrar más que una rendija de la puerta, solo fue medio minuto - Pase - entré y el hombre cerró la puerta, el Mayor estaba al fondo de la oficina tras su escritorio alumbrado por el gran ventanal que daba al jardín -

-Me dijeron que algo sucede con Nic ¿Te lo dijo en una de las cartas? ¿El está bien? La última carta la recibiste ayer. ¡¿Si es malo por que no me avisaste?! - el Mayor estaba preocupado por su amigo -

- No es eso señor me enteré de que un pelotón fue atacado en el canal de la mancha - dije bajando la cabeza y al parecer mi comentario le afectó -

-¿Cómo lo sabes? - su mirada se posó en mi -

-Están llegando heridos señor. No tengo por que decirle que hacer señor pero  -

-Si no tienes por qué - me interrumpió -

-Van esta noche a atacar a Londres, a la capital, una bomba alemana va a explotar matando a miles de inocentes -

-¡Basta! - se levantó y golpeo con ambas manos el escritorio - ¡¿Cómo se te ocurre profetizar semejante cosa?!  ¡Calla si no has de decir nada bueno! ¡Fuera de mi oficina ahora! No entiendo por que Nic se fijó en ¡TI!  - no me importaba lo antes dicho pero si el Mayor me decía que su mejor amigo era un tonto para fijarse en mi el es el mentiroso, salí de la oficina cual niña que ha sido castigada, ya al estar lejos comencé  a llorar de rabia, es un tonto mañana, por la mañana cuando todo lo que dije ya halla  sucedido, aquel hombre se dará cuenta de que es un idiota -

Toda esa noche llegaron más soldados de los que creí, atendí a un hombre quemado debía hacer curaciones y ponerle un suero, no había anestesia alguna, ni forma de ver que venas quedaban disponibles. Todas las enfermeras estábamos ocupadas más que cualquier otra noche. Después de atender a tantos pobres hombres sin esperanza alguna de poder sobrevivir esa noche, pude atender a un hombre que solo necesitaba unas cuantas puntadas en la pierna. También es capitán, eso me asustó un poco, sabía que Nic no estaba cerca de donde se dió la revuelta pero, mi corazón se aceleraba de pensar que si alguien era capitán y según la descripción de una de las enfermeras; un hombre guapo de ojos azules, rubio de cabello rizado, podía ser ni Nic. Me sobresalté y corrí a ver al enfermo, la cama era  separada por una cortina, la abrí de golpe. Al ver que no era el me sentí más tranquila. El joven que me veía sonriente aun para tener la pierna lastimada. El sujeto, si tenia cabello rubio rizado y ojos azules, un poco más azul que los de Nic, pero su cara me era tan peculiar, me parecía conocido.

Cartas Sin Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora