Venganza Interminable

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Cuando desperté estaba en la cama en la cual dormía con Thomas, me levanté por un ruido y caminé por el pasillo obscuro hasta llegar a un armario casi vacío de no ser por una vieja caja apolvada, la saque para ver su contenido el cual eran viejas cintas, y recordé que los Sharpe tenían una vieja maquina reproductora en la biblioteca, me dirigí hasta ahí y puse una de las cintas dentro de lo que parecían viejas y reusadas latas de conservas.

–Por favor Thomas quieres decir algo mi amado marido –era una voz de una mujer algo vieja, con problemas respiratorios muy probablemente –

–Que le paso a Juanito, que despistadito –Thomas recitaba algún juego infantil  –

Cambie la cinta por otra, los primeros segundos solo habían sonidos de tosidos, quejidos, y dolor angustiante por la misma mujer de la antigua cinta

–Ellos me han estado envenenando, lo ponen cada mañana en el té, van a matarte por mi dinero, no creo poder sobrevivir a ellos, solo espero que alguien encuentre estas cintas –es difícil procesar un problema, aun cuando ya está a casi dicho y hecho, peor a un cuando sabias que te estabas llendo al precipicio pero decides ir hacia haya, como esperando que el acantilado no fuera más que una montaña de relieves desnivelados, nunca te confíes por que cuando estas muy cerca del abismo y crees no caer das un paso en  falso y caes. No podía asimilar las cosas, me había enamorado, aun sabiendo de lo que el era capaz, del dolor infundado, guarde las cintas en el lugar donde las encontré y me dirigí a la habitación, pero al pasar muy cerca de la alcoba de Lucille escuché ruidos, ruidos de placer, alaridos, por una pequeña rendija, apenas visible le vi a ella, haciendo aquella aberración con su propio hermano, abrí la puerta molesta, ahí frente a ellos, llorando, y sin mucho o más bien nada que decir, los hechos hablaban por si solos, Lucille tenía algo suelto el camisón dejando expuesto su blanco pecho, tenía suelto su gran cabello azabache negro como la noche y Thomas abrazado a ella cual sanguijuela besaba su cuello, su pecho, ambos notaron mi presencia girando sus cabezas viéndome con detenimiento, y ni un instante que dos pararon su acción. Me di la vuelta horrorizada, llorando casi gritando, Lucille iba detrás mio pero yo con miedo y angustia corrí si  fijarme dónde iba, resbale por las escaleras y golpeé mi cabeza fuertemente dejándome inconsciente.

Abrí los ojos con pesar y estaba en una sala de interrogación atada en una silla, me dolía la cara y sentía como si tuviera roto algo en el cuerpo, solo que el dolor se compensaba. La boca me sabía a sangre debido a los golpes impartidos por mis captores, había una luz tenue, vil, encima mio, todo lo demás estaba obscuro, sombrío

–Te dije que era mejor que cooperaras por las buenas o por las malas –era la voz de Sbastian –Pero aun no terminamos, dime ¿sabes nadar? –dos hombres acercaron un gran balde de agua hasta el tope y una maquina de toques, ya sabía que iba a suceder –No es necesario y lo sabes –salió de entre las sombras, como villano de película, se veía preocupado por mi, como si buscará alternativa para no hacer lo que se supone debía hacer –

–Ya te lo dije solo lo sabia –respondía altanera –

–Dime la  verdad. Yo no quiero hacerte daño –acomodó la maquina lista para la tortura –

–Está bien, solo que no vas a creerme –el asintió y bajo la maquina un momento –Yo no soy de este tiempo, yo vengo de otro año del 2016, se todo eso por los libros de historia que leí, yo vine aquí por un accidente que hizo retroceder en el tiempo –me miró estupefacto –

–¡Quiero ayudarte y! ¡¿así me pagas?! –me tomo de cuello y me introdujo en el balde de agua fría, no podía respirar, y en esos momentos deseaba volver con Thomas, me movía desesperadamente no sabia que hacer, sabía que si me faltaba el aire abría daño cerebral permanente, de pronto detuvo mi condena sacándome del agua, solo lo hizo para darme toques muy fuertes, todo mi sistema fallaba, pronto tendía un colapso cerebral o del corazón, de pronto detuvo otra vez mi tortura –Créeme no quiero matarte, por que eres realmente hermosa, entiendo perfectamente por que se enamoraron el capitán y ese coronel, incluso Frederick –acarició mi rostro con suavidad, con ternura –Pero hasta que no digas algo, congruente, me temo voy a seguir siendo el malo –sosteniendo me fuerte del cabello me introdujo al agua, me dejo ahí más de veinte segundos y no soporté más y me desmaye. Al despertar estaba de nuevo en mi cama en la mansión, como si todo hubiese sido un sueño, Lucille entró con una bandeja de te y papilla

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