Episodio 3: Salidos de una espada.

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¡Sí que te has tomado tu tiempo para la prueba! Tus amigos Diggs y Saria ya han superado sus respectivos sueños, así que ya se han ido. Impa está tardando un poco más, pero ya saldrá...—le contaba el Gran Árbol Deku con una gran naturalidad, como quien habla con su vecino todos los días.

Link se encontraba tirado en el suelo medio quemado del portal en el que fue transportado anteriormente y podía ver que más allá de las ramas del sabio del bosque el cielo estaba nublado. Unas flores blancas habían crecido alrededor del círculo y unas mariposas violetas revoloteaban alrededor. Olía bien; una mezcla a hierba mojada con jazmín.

Se reincorporó y examinó su cuerpo para asegurarse de que las heridas sólo hubieran abarcado la piel del sueño y no la de la realidad. Recordaba la cara del guardián hypneo, las semillas luminosas —cuyo significado no entendía—, recordaba al ángel y recordaba los ojos rojos del tipo que casi lo mata. Sabía que todo era un sueño, aunque todavía le costaba volver al mundo real. Sin embargo, lo que notaba en su mano izquierda no podía ser algo del sueño, porque era demasiado real. Había algo que le quemaba la piel, como un hormigueo poderoso: el símbolo de la Trifuerza, con el triángulo de la derecha algo más iluminado que el resto. Miró en busca de respuestas al árbol que le había dado los buenos días antes.

¿Qué es lo que no entiendes, Link? Eres el Héroe del Tiempo, por eso tienes esa señal en tu mano —contestó el Gran Árbol Deku, como si le hubiera leído la mente—. Ahora debes ir a recoger aquello que te pertenece: el regalo de Hylia.

— ¿Regalo? —preguntó el todavía aturdido Link.

La Espada Maestra —respondió el vegetal como si fuese algo obvio—. Estará encantada de volver a acompañarte.

Link se preocupó en seguida. Si la espada que había nombrado el rey de los bosques era la misma que la de su prueba, ¿podría sacarla de su pedestal esta vez sin ningún problema?

No te preocupes, Link. Confía en las palabras de aquella que tiene alas blancas.

Link se sorprendió de oír eso. ¿El Gran Árbol Deku sabía lo que había ocurrido en su prueba? Mejor no preguntar, sobre todo porque ese árbol parecía saber leer la mente.

El sabio árbol hizo que detrás de su colosal tronco, en la pared que delimitaba el claro del bosque, se descubriera un túnel de piedra que siempre había estado escondido con sus raíces. La teoría que decía que los vegetales no podían moverse por sí mismos se rompió en el momento en que el árbol apartó sus raíces a un lado como si nada.

Tu regalo está allí. Cuando lo tengas en tus manos, nada volverá a ser igual, recuérdalo.

A Link no le impresionaba demasiado eso de que "nada volvería a ser igual". Su vida había sido una pesadilla desde que a Diggs se le ocurrió ir a ver el templo del sello. ¿Qué podría pasar que fuera peor que ser acuchillado por su propia imaginación? Ya se había acostumbrado a ese tipo de cosas.

Siguiendo el consejo del sabio, se adentró en aquel túnel. El Gran Árbol Deku se despidió con un tono triste:

Hasta siempre, héroe legendario... —dijo, percibiendo la maldad que cargaba la cercana tormenta.

El así calificado héroe llegó a un lugar exactamente igual que el de su prueba: unas ruinas con un pedestal, una espada clavada en él y seis placas de diferentes colores encajadas perfectamente a su alrededor.

Caminó seguro hacia la placa verde, no sin antes asegurarse de que no había ninguna sombra detrás de ningún árbol. Puesto delante del regalo, agarró la espada desde su empuñadura y miró el símbolo que no dejaba de quemar su mano. No hizo nada aún. Estaba preocupado por lo que pudiera pasar.

The Legend of Zelda: Recovering the OriginsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora