Episodio 8: Bajo la luna.

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Cuando Ghirahim dio la mala noticia, todo el comedor quedó en silencio y todas las miradas se clavaron en el dueño y la espada. El amo, llamado Shadow, lucía dolido y había palidecido (algo difícil, ya que de por sí la mayoría de los oscuros tenían una piel demasiado blanca como para notar algún blanco más intenso).

Había perdido a su mascota Argorok. Sentía fascinación por los dragones y los amaba con solo pasar un minuto a su lado; como la gente normal que ve a un gatito por la calle y se enamora de él al instante, deseando con todas sus fuerzas poder llevárselo a casa, aunque no siempre sea posible.

Además, Argorok había renacido en este mundo gracias a él; por no decir que era un dragón fiel (véase cuando obedecía a Shadow inmediatamente y sin poner en duda sus palabras, incluso si eso suponía devorar o quemar a los suyos).

Pero no sólo le había hostigado que su mascota muriese, sino que además lo hiciera en manos del Héroe del Tiempo. O eso decía Ghirahim.

La espada humana se fijó en Vio, señalándolo satisfecho con la mirada. Su propósito era destruir las risas compartidas de ambos, y lo consiguió de sobra. Vio correspondió cribándolo con unos ojos llenos de odio. Vio y Ghirahim se detestaban a muerte y se podía afirmar con certeza que, si pudieran, se matarían al más mínimo despiste.

Ghirahim tampoco deseaba que Shadow y Vio se hicieran aliados y, viendo cómo se llevaban, corrían el riesgo de llegar a ser amigos. Eso era un problema demasiado grande, por lo que culpar al Héroe del Tiempo era una idea fantástica para poner a su oscuro amo en contra de su compañero de la luz. Aunque, técnicamente no estaba mintiendo pues, francamente, Green había decapitado a Argorok.

No obstante, algo salió diferente. Shadow, en vez de asesinar a Vio al instante como venganza, lo invitó a congeniar aún más.

El Link oscuro se levantó con expresión seria y se fue de la sala. Se llevó a Vio casi por la fuerza, agarrándolo del brazo y estirando de él sin darle a penas tiempo para reincorporarse.

— Vio —nombró mirando hacia delante—, te voy a enseñar algo interesante.

El Link violeta se asustó, pero lo siguió sin rechistar. Por otra parte, Ghirahim acabó confuso e indignado. Preguntaba, sin moverse del sitio, al aire esperando que su amo le contestara.

— Pero... ¿no va a matarlo? ¡Vio Link es parte del Héroe del Tiempo y ha matado a su dragón!

Uno de los servidores de Shadow, el que estaba sentado al lado de la espada viviente, se burló.

— Buen intento. Aunque, no has conseguido que te hiciera caso. Estás perdiendo facultades, Ghirahim —Sonrió.

— Sería una pena que usted también perdiese sus facultades. ¿Qué diría su mujer si se encontrara con "nada" allí abajo? —amenazó con expresión neutra Ghirahim. Seguidamente, sonrió breve, una sonrisa pasajera que volvió a ese rostro de semblante neutro.

El que había hablado de más se sintió intimidado y justificándose con que tenía asuntos que atender, se fue del comedor antes de que saliese malherido.

Shadow llevó a Vio por los pasillos iluminados con esas preciosas lámparas de papel y esa apariencia oriental tan propia del castillo. El de morado se imaginó cómo sería esa sociedad tan oculta si hubiese prosperado en vez de haber caído por culpa de Hyrule (según la sombra que quería convertirlo en aliado). Al cabo de unos minutos en silencio, Shadow se detuvo ante una puerta negra con decoraciones metálicas y, antes de abrirla, informó a su invitado de lo que le esperada al otro lado.

The Legend of Zelda: Recovering the OriginsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora