Episodio 15: Una luz en el amanecer

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Inesperadamente, el mundo se había vuelto rojo. Todos estaban agotados físicamente y Green no sabía durante cuánto tiempo más conseguiría aguantar. Entre jadeos y un escozor terrible por las heridas pudo visualizar a Blue, Red y Vio, que estaban dando lo mejor de sí y luchaban contra el hombre o, más bien, bestia que avanzaba sin piedad hacia ellos.

Ni siquiera tenía muy claro cómo habían acabado así. La Llanura de Hyrule se había convertido en un enorme campo de batalla y, si ya de por sí era difícil luchar contra la encarnación de la Oscuridad, el tiempo no lo mejoraba. La lluvia se había intensificado y las nubes negras chillaban a los combatientes como si estuviesen viendo un espectáculo de gladiadores. El viento los empujaba, a veces tratando de ayudar y otras, tratando de tirarlos al suelo.

Green se preguntó si tendría que ducharse después, aunque la tormenta ya le estuviese ahorrando el trabajo. Curioso pensamiento para una situación así, dando por hecho que posiblemente no saldría vivo.

Demise sostenía a Ghirahim convertido en su forma de espada. La Trifuerza invertida de su hoja palpitaba fuerte luz roja. Este dios de las tinieblas mecía su arma con orgullo y nadie era capaz de traspasar su frontera.

Red había conseguido aferrarse a sus piernas en un desesperado intento por frenarlo, pero a cambio había salido volando de una patada. Por suerte o desgracia, Vio estaba allí para apaciguar el golpe, así que ambos terminaron derribados igualmente.

Blue vino corriendo hacia Green y se abalanzó sobre él, impulsándolo y salvando sus vidas de un halo negro que había caído justo allí y que al estrellarse con el suelo había explotado.

— ¡Green! ¡Reacciona! —gritaba preocupado el de azul, que lo zarandeaba y le daba bofetadas.

El que vestía de verde, que ahora parecía marrón por la suciedad, recordó en medio de su desvarío y debilidad lo ocurrido.

Shadow había desaparecido, dejando únicamente una carta con un mapa aproximado de Hyrule con una flecha señalando un lugar en la zona boscosa de la Región de las Tinieblas. Sólo había escrito un "aquí" y, más abajo un "daos prisa". La firma estaba a nombre de Shadow.

Supusieron que se trataba de la localización de la Princesa Zelda, ya que había prometido que sopesaría la opción de desvelarla. No obstante, también imaginaron que Shadow se había ido sin avisar en persona porque no quería traicionar del todo a los suyos y ya había hecho demasiado diciéndoles dónde guardaba a la prisionera. El problema de que un oscuro traicionara a los suyos (que, por cierto, había poquísimos casos registrados) es que, por ejemplo, si alguien de la luz podía volverse oscuro, viceversa no era posible. Los oscuros envenenados con luz morían en un atroz dolor. Quizás por eso Shadow se había largado, antes de que lo acusaran de traidor y lo condenaran a esa tortura.

Lo siguiente que recordaba era cómo salían con prisa del hostal, sin avisar siquiera a Impa, a Diggs o a Saria, quienes dormían a pierna suelta. Luego, llegaron a la llanura con todo el diluvio, dirigiéndose al lugar indicado en el mapa, pero un rayo rojo cayó delante de ellos y los frenó.

Por sorpresa, ese rayo resultó no ser una carga eléctrica normal y corriente. Se habían enfrentado a un dragón, a una dama de hielo, a un hechicero enloquecido y a otras adversidades nada comparables a las nombradas. Sin embargo, lo que tenían en frente era diferente. La palidez y su consecuente parálisis lo dijo todo: no estaban preparados.

¿Ese era el aspecto de la famosa Excelencia oscura? ¿Ese era el ser al que trataba de revivir Shadow? ¿Cómo podía halagar y tener fe en alguien así? Red imaginó que le servía por miedo y no por admiración.

The Legend of Zelda: Recovering the OriginsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora