Episodio 1: El sello del templo en ruinas.

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«Hace mucho, mucho tiempo, la Fuerza Neutra que todo lo cambia, salió de las entrañas de Hyrule y, tentando a cierta princesa, la cual poseía luz en su interior, se adentró en su alma y transformó aquella luz en oscuridad.

Esta princesa, contaminada por aquella sombría energía, se alió con Su excelencia Oscura y permitió el acceso de las criaturas de las sombras a Hyrule. Las tierras iluminadas y vivas de este hermoso mundo se consumieron en un temible y desolado entorno. La Fuerza Neutra que todo lo cambia era la que daba la energía necesaria para que la oscuridad ocupara hasta el último rincón de todas las regiones.

Entonces, de los Bosques Perdidos, dos valientes guerreros se armaron de valor y se enfrentaron contra las criaturas malignas que habitaban en el reino.

Cuando llegaron hasta la princesa, los guerreros lucharon contra su mal y, gracias al valor que poseían, la derrotaron. Sin embargo, aunque la Fuerza Neutra había desaparecido, Su excelencia Oscuridad seguía vigente.

Por esto, aquellos valientes hicieron un pacto con él para que se diera por vencido. La Oscuridad se negó a irse totalmente, pero, debilitada por no recibir la energía de la Fuerza Neutra, ideó un plan para una tregua:

Nos confinaremos en una de las regiones y no os molestaremos más, nos sumiremos en un sueño profundo sin que nos ataquéis y nosotros no os atacaremos.

Pero añadió algo más:

Sólo queremos algo a cambio: uno de vosotros deberá ser sacrificado. Siendo dos podríais atacarnos mientras estamos en nuestro letargo. Sería injusto. Pero si sois sólo uno, no podréis. De igual manera, nosotros tampoco podremos acercarnos a la luz. De esta manera, ambos lados sobreviviremos en paz.

Ambos hermanos debatieron tristes quién sería el sacrificio. El primero, de pelo claro, quiso ser él y dio un paso al frente. En ese momento, el de pelo negro, que quería que su hermano viviese, dio dos pasos más y fue él quien desesperó.

La maldad que recorría las venas del reino, cumpliendo su promesa, se aisló en una de las regiones de Hyrule. Sin embargo, una vez dormida Su excelencia Oscura, el guerrero superviviente quiso destruirlo por completo, afectado por la pérdida de su hermano. En un arrebato de rabia y rompiendo la tregua, cortó a Su Excelencia Oscura en seis pedazos.

Su Excelencia Oscura quiso castigar al joven y, cuando estaba a punto de volver recomponerse, la enviada de las Tres Diosas, Hylia, acudió en ayuda del joven guerrero.

Hylia aprisionó con sus alas de pájaro los seis fragmentos de Su Excelencia Oscura; los encerró en seis sellos.

Estos sellos fueron repartidos por diferentes regiones de Hyrule: el primero sería apartado a la Región de los Bosques, lugar donde el verde era abundante y en donde habían nacido los jóvenes guerreros.

— «A salvo, entre las ramas más profundas y verdes estará, donde la gente que se pierda y lo encuentre jamás pueda regresar, donde misteriosas melodías suenan al azar —dijo Hylia. El segundo, a la Región de las Nieves, lugar donde el frío todo lo congelaba y en donde sólo los más resistentes podían vivir —. Que en hielo sea petrificado, que los fuertes vientos lo protejan, que conozca el frío en su esplendor, que deje de sentir su cuerpo, al igual que su corazón no siente nada al matar —El tercero, a la Región de Fuego, lugar en el que los volcanes quemaban y todo lo derretían—. Que entre la lava más profunda se oculte, que el sello no conozca otra cosa que no sea el fuego, que en ese infierno se queme y que el humo y la ceniza sea lo que respiren sus pulmones —El cuarto, a la Región de los Mares, donde el agua era tan abundante que todo lo cubría y en donde las criaturas marinas se refugiaban del exterior—. Que en agua sea hundido, que se ahogue en los abismos y que las corrientes eviten que se acerquen desconocidos; en lo más profundo ha de estar escondido, como las sirenas que se esconden de los marineros —El quinto, a la Región de las Arenas, donde el sofocante Sol había convertido todo en polvo amarillento—. Olvidado en el polvo del desierto debe estar, al igual que un fósil, verá como el tiempo lo convierte todo en ruinas; que el sofocante Sol lo cubra con sus rayos y que las arenas lo escondan de todos los mundanos —Y el sexto, a la Región de las Tinieblas, donde las nubes se retenían y contemplaban la inerte tierra —. En el lugar más remoto debe estar, que las sombras lo oculten de la vista de los demás, que la tranquilidad no lo despierte y que sea la muerte lo que lo rodee, quien ose acercarse, ojalá su alma contaminase».

The Legend of Zelda: Recovering the OriginsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora