O2 ❧ Nueva amiga

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«El inicio de nuestra venganza y el futuro de nuestra raza depende de ti, Rin Tsukinami.»

    Calidez.

Un escozor totalmente opuesto a sus pesadillas sobresaltó la tranquilidad de la joven durmiente, que llevó inconscientemente una mano a su mejilla, en donde había sentido aquel cálido roce, que nunca antes había experimentado.

—L-Lo siento —alguien musitó a su lado, con voz dulce y melodiosa, casi infantil. Rin frunció el ceño, recordando a través de esos ojos rubí en dónde se encontraba.

Se había quedado dormida.

Una marea azul invadió sus pensamientos, la mirada añil y profunda de uno de los Sakamaki, la única culpable de su imprudencia, ya que era inevitable no caer ante el relajante sueño con la paz que esta le transmitía.

Aquellos vampiros debieron sentirse ofendidos, y por una parte muy profunda de su ser una punzada de culpabilidad atacó, mas por otro lado, ellos tampoco habían sido muy cordiales con ella.

No se disculparía.

La rubia gimió intentando llamar su atención. Y sus dorados ojos se clavaron en su inocente mirada. Era humana, lo reconocía por su aroma dulce, y el porte débil que poseía.

—¿Quién eres tú? —preguntó, observando cómo las mejillas de la muchacha se bañaban en color, sonrojándose.

—Y-Yui Komori. —se presentó bajo la mirada poco disimulada de la joven vampiresa, que observó su atuendo de pies a cabeza—. Disculpe, pero Reiji-san me pidió que le mostrara su habitación... —susurró incomodada.

Una mueca de confusión se formó nuevamente en su pálido rostro. ¿Reiji-san? Fue ahí cuando cayó en cuenta que su falta de respeto terminó por traerle consecuencias; ninguno pudo si quiera presentarse cortésmente.

—Vale —asintió suspirando, luego se encargaría de averiguar el nombre de cada Sakamaki—. Mi nombre es Rin Suzukami. ¿Tú eres la prometida de Reiji-san? —preguntó después de que comenzaran a caminar, guiada por la pequeña rubia, la chica no parecía sobrepasar el metro cincuenta y cinco. Y Rin le sobrepasaba por más de diez centímetros.

El diminuto rostro de la humana comenzó a acalorarse, Rin arqueó ambas cejas al ver lo rojo que se había puesto.

—¡N-No!, ¡Reiji-san y yo no tenemos ningún compromiso!

Irónicamente su actitud le causó gracia, incluso robándole una sonrisa de diversión por primera vez, desde que llegó a esa mansión.

—Entiendo... —su tono de voz se oía más relajado, aquella chica se estaba ganando su confianza—. Entonces eres una novia sacrificio.

Por su mirada ahora fija en el suelo, Rin supo que había acertado. Yui todavía no llevaba ni una semana en esa mansión, pero ya había sido mordida y torturada por cada hermano a su antojo. Aún no asimilaba su triste realidad.

Y su tristeza se veía reflejada en su aspecto, causándole un poco de pena a Rin, que si bien era una vampiresa en todo su esplendor, había aprendido mucho de los sentimientos humanos gracias a la biblioteca de su difunta abuela Krone, en la que había encontrado infinidades de libros que describían perfectamente cada emoción. Ella tenía sensibilidad, a diferencia de los caprichosos vampiros que habitaban esa mansión.

—¿Usted... es la novia de alguno de los hermanos Sakamaki? —preguntó Yui con timidez, luego de un largo rato en silencio. La habitación de Rin parecía estar algo lejos.

Una sonrisa relajada inundó el rostro de la elegante chica. Yui le parecía una persona muy dulce, y le agradaba.

—¿De verdad crees que alguno de esos vampiros tenga si quiera una novia, Yui-san? —la miró sonriéndole de lado y guiñándole un ojo. Ganándose una risita de parte de la delicada chica.

❦ Hilos del Destino ❦ Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora