O4 ❧ Sangre consagrada

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Delicioso. Aquel aroma se sentía exquisito por sus fosas nasales, pero tan fino que a penas se podía notar, incluso poseyendo el olfato más agudo de un vampiro.

Ella había sido transferida a la escuela nocturna. Sus cabellos flotaban rozando su uniforme en una caída suave al compás con sus pasos lentos, pero precisos. Sabía a dónde iba, y sabía también a quién encontraría.

Cruzando una puerta con una placa dorada con las palabras "Sala de profesores" grabadas en ella, detuvo su paso, llegando a su destino.

Ahí se encontraba un hombre de cabello castaño, largo, casi como el de ella, y unos ojos amatistas, brillantes ante su visión.

Ella sonrió de lado, con complicidad. Recibiendo unos ojos resplandecer en respuesta.

—Señorita Suzukami. —saludó con voz grave e impasible. Justo como siempre lo era.

Rin asintió mientras se acercaba a dicha persona.

—Estos documentos, necesito que los ordene, si no es mucha molestia.

—Claro —se dirigió a él mirándolo con un sentimiento indescifrable. Acercándose al escritorio en el que un papel sobresalía de los demás.

Aquel hombre, de forma monótona y sin nada más que decir, salió del salón, dándole a entender a la joven, que esa sería la última vez que lo vería en mucho tiempo.

Su mirada dorada pasó a los documentos una vez dejó de mirar la puerta por donde había desaparecido.

«Reporte semanal de información: mismo método, mismo tiempo.»

Ella levantó la vista hacia el reloj que colgaba en la pared de aquel salón, que marcaba las 00;00 horas, exactamente.

Rin tomó el papel en sus manos para después tirarlo al bote de basura, y en un pestañear, incinerarlo.

Por un momento sus pies permanecieron pegados al suelo, poco a poco perdiendo la sensibilidad de aquel aroma. Mas no pudo contenerse por mucho tiempo, ahora con una ligera molestia en el pecho, Rin salió con los ojos cerrados y agudizando nuevamente la nariz, pensando que quizás el mismo aroma se podría sentir, pero rindiéndose al no encontrar nada.

Se sentía frustrada de cierta manera, al haber pasado un momento tan helado de esa forma, con una persona que calentaba su corazón de otra.

Carla Tsukinami poseía el más embriagador aroma. Pero sabía que no lo sentiría más.

O al menos no en mucho tiempo.

—¡Oye! —Rin saltó al chocarse con un fornido torso. Ella tuvo que elevar la mirada para ver de quién se trataba, esa persona era demasiado alta—. Fíjate por donde caminas.

Su entrecejo se frunció, él tampoco tenía que ser tan grosero. Sus ojos acaramelados solamente la miraban con molestia, y sin ningún tipo de vergüenza al examinarla de pies a cabeza.

—Fíjate tú por donde caminas. Además... —Levantó su dedo índice, señalando la comisura de su labio, en donde tenía pequeños restos de un polvo blanco—. Límpiate bien la boca antes de hablarme de esa manera.

Ella dio media vuelta decidida a irse de ese lugar. Totalmente ofendida.

—¡Entonces es así! —gritó deteniéndola—. Te vi llegar hoy con esos niñitos aristocráticos, parece que eres igual de engreída que ellos.

❦ Hilos del Destino ❦ Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora