Jonás, lo siento

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Aclaraciones

Buenas!!!

Me complace compartir con ustedes la emocionante historia de Jonás y Salamandra, un relato que actualmente estoy editando con el objetivo de darle mayor profundidad y asegurarme de que transmita fielmente las personalidades y características descritas por su autora original, Laura Gallego. Además, estaré atenta a los comentarios y consideraciones de ustedes, ya que sus opiniones son valiosas para mí.

Es importante destacar que esta historia se centra en la relación entre Jonás y Salamandra, tal como se indica en el título y el resumen. Si esta relación no es de tu preferencia o no te atrae, es posible que esta no sea la historia adecuada para ti. Sin embargo, agradezco de antemano tus aportes y comentarios, ya que son fundamentales para mejorar y enriquecer mi historia.

Una vez más, agradezco su apoyo y participación en esta aventura literaria. ¡Espero que disfruten de esta historia tanto como yo disfruto escribiéndola y mejorándola!

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 Esa noche  Salamandra se encontraba inquieta en su cama. Daba vueltas sin cesar, incapaz de encontrar la calma necesaria para conciliar el sueño. Una idea cruzó su mente: un vaso de leche caliente podría ser la respuesta para tranquilizar su inquietud.  Realizo  una pequeña bola de fuego y se dirigió a la cocina en busca de esa pequeña dosis de paz.

Sin embargo, en el camino, la bola de fuego se apagó, sumiendo el pasillo en una oscuridad que parecía abrazarla. Salamandra frunció el ceño  dado que siempre controlaba los hechizos de fuego y se preguntó como era posible. Fue entonces cuando chocó con alguien en medio de la penumbra.

-Salamandra, ¿Qué haces aquí?", fue la voz familiar de Jonás, que resonó en la oscuridad.

Ella se sobresaltó y respondió con una mezcla de sorpresa y confusión. "Y tú, ¿qué haces aquí?" Salamandra hizo el intento de realizar una bola de fuego pero no daba efecto, los nervios al encontrarse con Jonás y la gran batalla de la noche parecían haberla agotado.

Jonás extendió la mano para encender una vela cercana. Explicó a Salamandra que él también era incapaz de conciliar el sueño y había decidido bajar a la cocina a por un vaso de leche. Salamandra apenas le prestaba atención, parecía frustrada por no poder realizar un hechizo de fuego, ella que era la famosa Bailarina del Fuego, no lograba hacer que funcionara. Intentó varias veces, pero no era capaz. En ese momento Jonás hizo un gesto de preocupación al ver la frustración en los ojos de Salamandra. Sin dudarlo, tomó su mano suavemente y la detuvo en su intento por realizar el hechizo de fuego. "Salamandra, relájate", le susurró con ternura. "Esta noche hemos enfrentado una gran batalla y hemos utilizado tanta magia que es normal que no te sientas al cien por ciento. No dejes que la frustración te consuma".

Salamandra miró a Jonás con una mezcla de incredulidad y gratitud. En su mente, los recuerdos se desplegaron como un torrente de emociones y palabras que resonaban en su corazón. Recordó cada momento en el que Jonás le había transmitido calma y tranquilidad, siempre dispuesto a escucharla y preocuparse por ella.

Uno de esos recuerdos . Era aquella vez en la que Jonás la había  acompañado al Laberinto de las Sombras sin dudarlo, poniendo en peligro su propia vida. "Quiero mucho a Dana. Es mi maestra, me ha enseñado mucho y no deseo que le pase nada. Pero a ti te quiero aún más, Salamandra, y me niego a dejar que te pongas en peligro", le había dicho con una determinación inquebrantable.

Otro recuerdo la llevó a aquel momento en el que Jonás había peleado valientemente contra los lobos para protegerla. "Salamandra, sabes que daría mi vida por ti. Me quedaré luchando, pero por lo que más quieras, vuelve a la Torre", le había suplicado con los ojos llenos de preocupación y amor.

Y no podía olvidar aquel día en el que Jonás había ido en su busca para advertirle sobre la profecía que la acechaba. A pesar de que ella, tuvo una actitud de duda e incredulidad y había herido sus sentimientos con palabras hirientes, Jonás no se rindió. Hizo todo lo posible por impedir que la profecía se cumpliera, demostrando su inquebrantable lealtad y amor por ella.

En ese momento, las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Salamandra, inundando su rostro. Una oleada de emociones la envolvió mientras se daba cuenta de lo mucho que Jonás había estado allí para ella, siempre dispuesto a apoyarla y protegerla. Nunca había sido capaz de valorarlo.

Jonás, con su habitual gentileza y comprensión, la envolvió en un cálido abrazo, brindándole consuelo en silencio. Salamandra apenas podía articular palabras entre los sollozos, pero logró balbucear un débil "lo siento" que salió entre su tristeza y arrepentimiento. Cuando finalmente se tranquilizó, encontró la fuerza para hablar, aunque sus palabras parecían flotar en el aire, sin encontrar la claridad que buscaba. "Jonás, lo siento", susurró con voz temblorosa. "yo no quería ... no puedo ..."

Jonás la miró con una expresión llena de compasión y comprensión. "No tienes que hablar ahora, Salamandra", respondió suavemente. "Estamos pasando por una situación difícil, pero cuando lo necesites estaré aquí" y la acompaño a su habitación.




Crónicas de la Torre 5: Salamandra y JonásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora