CAPÍTULO ESPECIAL: La búsqueda de Salamandra

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Les presento un capítulo especial, una mirada a la conversación que tuvieron Jonás y Salamandra cuando él decidió buscarla para confesar sus verdaderos sentimientos y tratar de arreglar las cosas. Teniendo en cuenta lo que se menciona   en el epílogo de "La Maldición del Maestro" y en el libro "La Llamada de las muertos" donde la conversación no terminaba muy bien, aquí les ofrezco mi interpretación de cómo pudo haber sido.

Sin embargo, quiero aclarar que este capítulo no es precisamente romántico; más bien, tiene un tono amargo. A pesar de ello, espero que disfruten de esta perspectiva diferente.

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"Volveré enseguida", pronunció Jonás, el joven mago, dejando atrás a su maestra y la Torre. Estaba decidido a encontrar a la chica que había robado su corazón. Los sentimientos de Jonás eran un torbellino mientras se acercaba al lugar donde se encontraba Salamandra. Ansiaba respuestas sobre por qué ella lo había abandonado sin previo aviso, sin una despedida adecuada. Aunque en su interior albergaba cierto resentimiento por su partida, una parte de él todavía la amaba y esperaba que ella sintiera lo mismo. Pero también se preocupaba por el hecho de que Salamandra había emprendido una búsqueda en busca de Fenris, lo que le entristecía profundamente.

Jonás se acercó al lugar donde vislumbró la característica cabellera roja de Salamandra. Ella pareció percatarse de su presencia en la distancia y, sintiendo una repentina incomodidad, trató de alejarse, anhelando que Jonás no la hubiera descubierto. Pero ya era demasiado tarde; Jonás la había localizado y estaba decidido a hablar con ella. Sin embargo, antes de que pudiera abordarla, una figura se interpuso en su camino.

-¿A dónde te diriges, mago? - inquirió el hombre que acompañaba a la joven maga en sus aventuras, un tal Hugo. Su mirada revelaba una confianza que sugería que los magos no le imponían ningún temor, y su tono de voz estaba cargado de arrogancia.

-Necesito hablar con Salamandra - respondió Jonás con cierta serenidad, a pesar de la actitud de Hugo, que había encendido su irritación.

-Eso tiene un precio - replicó Hugo con desdén.

-Soy su amigo. Necesito hablar con ella - insistió Jonás, ahora un tanto más molesto ante la actitud de Hugo.

-¿Amiga tuya? - se mofó Hugo con una risa malévola. - No parece que lo seas, considerando cómo ella se alejó de ti y tu apariencia.

Jonás optó por no responder al comentario hiriente de Hugo. En su lugar, le dirigió una mirada llena de desaprobación y desprecio. Pero antes de que pudiera entablar una conversación con Salamandra, ella intervino en la discusión.

-Hugo, déjalo. ¿Qué quieres, Jonás? - dijo Salamandra, apartando a Hugo con determinación, aunque su tono sonaba frío y distante.

El mercenario se retiró unos pasos, gruñendo, permitiendo así que los jóvenes magos pudieran mantener una conversación más íntima. Salamandra repitió su pregunta: - ¿Por qué has venido, Jonás? - su tono aún distante.

Jonás respiró profundamente antes de hablar, observando a los mercenarios que acompañaban a Salamandra y tratando de comprender la nueva vida de su amiga.

-Quería saber cómo estabas y necesitaba respuestas. ¿Por qué te fuiste, Salamandra? ¿Por qué no te despediste? Yo te quería... y todavía te quiero - confesó en un susurro.

Un silencio tenso llenó el aire durante unos segundos. Salamandra sabía que Jonás la amaba y que había cometido errores al irse sin dar explicaciones, pero su orgullo aún estaba en juego.

-¿Qué esperabas que hiciera, Jonás? ¿Que me quedara atrapada para siempre en la Torre? ¿Que esperara años a que superaras tu propia prueba del fuego y dejaras de ser un papanatas? - respondió con un tono firme, dejando claro su resentimiento.

Las palabras de Salamandra hirieron profundamente a Jonás, aunque sabía que tenía razón en parte. Habían pasado cuatro años estudiando la prueba del fuego y su propio miedo e inseguridad le habían impedido superar antes su prueba del fuego. No obstante, se atrevió a defenderse y a expresar sus celos hacia el elfo al que Salamandra había ido a buscar.

-No esperaba eso, Salamandra. Pero lo que menos esperaba es que persiguieras a un elfo lobo que te lleva más de 200 años. Parece que para él estás dispuesta a pasar por alto cualquier cosa - declaró Jonás.

-¡Eso no es cierto! - replicó Salamandra con enfado, sus mejillas enrojecidas por la ira. - Si has venido aquí a crear una escena de celos, será mejor que te vayas.

Jonás se sintió culpable por los celos que había expresado y las palabras hirientes que había utilizado. Trató de enmendar la situación:

-Salamandra... todavía te quiero y estoy dispuesto a...

-Tú ni siquiera sabes amarte a ti mismo - lo interrumpió Salamandra con resentimiento. - Aunque llegué a la Torre años después que tú, te he superado. Dime, Jonás, ¿Cómo esperas que quiera alguien así?

Jonás sintió un dolor profundo en el pecho y no dijo nada más. Se levantó, decidido a marcharse. Salamandra había dejado claro que no sentía nada por él, y aunque aún tenía una pizca de esperanza, optó por no humillarse más. Desapareció del lugar mientras su corazón latía con pesar.

Salamandra contempló el paisaje, reflexionando sobre la conversación. No era que Jonás no le importara; en realidad, se sentía mal por haberle dicho esas palabras. Sin embargo, su orgullo y su determinación de encontrar a Fenris habían nublado su juicio por completo.

Crónicas de la Torre 5: Salamandra y JonásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora