Crónicas de la Torre 5: Salamandra y Jonás

Consumido por la oscuridad:Parte 2

Salamandra, Conrado y Fenris habían estado en aquella enigmática sala durante horas, agitados por la incertidumbre de la evaluación de magos. En un momento, la paciencia de Salamandra llegó a su límite y se levantó del asiento con determinación, decidida a obtener respuestas.

-"No puedo esperar más. Voy a averiguar qué está pasando", dijo con voz enojada, su rostro reflejando su frustración.

Fenris se levantó intentando calmarla, colocando su mano en el hombro de Salamandra, pero la bailarina del fuego reaccionó rápidamente, apartando su brazo con un gesto brusco.

-"No pienso esperar ni un minuto más, Fenris. Han pasado horas y no sabemos nada".

La determinación ardía en los ojos de Salamandra mientras abandonaba la sala con agitación, dirigiéndose hacia la recepción y colándose en la fila, ansiosa por hablar con la elfa que la había dejado en esa situación. Su irritación era palpable en cada gesto. Fenris y Conrado la siguieron a toda prisa, temiendo que su amiga provocara un conflicto innecesario.

Salamandra empujó sin miramientos a una joven aprendiza elfa que esperaba en la cola, avanzando con determinación hacia la elfa que tenía la información que buscaba. Cuando la ubicó, se le plantó enfrente con una actitud intimidante.

"-¿Dónde está? ¿Cuánto más debo esperar?" su voz era firme, cargada de un tono amenazante.

La elfa, molesta por la actitud desafiante de Salamandra, respondió con una mezcla de frustración y enojo. "Está realizando su prueba. Tardará el tiempo que el joven necesite para superarla. Ahora, por favor, regrese a la sala ¡Y deje de interrumpir mi trabajo!", su tono era cortante y autoritario.

Salamandra estaba a punto de explotar, sus emociones al límite, pero antes de que la situación se volviera más tensa, Fenris y Conrado intervinieron, sujetando sus brazos y retrocediendo para alejarla de la elfa.Ella trato de desahacerse de los brazos de sus amigos pero una voz y una figura de una mujer elfica llamaron su atención y la de todas las personas pertenecientes a la sala

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Jonás había triunfado en un total de diez pruebas, una amalgama de desafíos que requerían tanto toma de decisiones ágiles como destreza mágica. Aunque cada prueba llevaba consigo su propia aventura emocionante, no todas resultaron igual de arduas. Algunas se disiparon con relativa facilidad, mientras que otras lo hicieron sudar y luchar más intensamente. Sin embargo, en su corazón, Jonás comprendía que un camino largo y empinado aún se extendía ante él. A pesar de sus éxitos, algo en su interior le susurraba que lo que le aguardaba sería aún más complicado, y lo que lo inquietaba más era la certeza de que cada nueva prueba parecía aumentar su nivel de complejidad. No pasó por alto que en algunas ocasiones había gastado hechizos de manera imprudente, una reflexión que lo hacía morderse el labio con preocupación.

Lo que lo mantenía expetante no era solo la cuestión de agotar sus recursos mágicos en vano, sino también la inquietante conciencia de que, hasta ese punto, no había tenido que enfrentar una verdadera batalla. La magia era su aliada, pero aún no se le había presentado el desafío de la confrontación directa, la lucha cuerpo a cuerpo que sabía que se avecinaba en algún punto de su camino.

Los pensamientos de Jonás quedaron en suspenso cuando una risa inconfundible alcanzó sus oídos. Sus ojos se posaron en una figura envuelta en una túnica negra, sosteniendo un siniestro báculo entre sus manos. No pasó mucho tiempo antes de que reconociera al culpable: Morderek. El mago oscuro que había infligido horrores a él y a sus amigos hace apenas unos meses. El mismo individuo que había intentado acabar con sus vidas y había segado la vida de su querida maestra Dana. Era el traidor que años atrás había volteado contra ellos, el compañero que había lanzado burlas y humillaciones en múltiples ocasiones.