Deudas y besos pendientes

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Salamandra despertó, encontrándose atrapada en un enredo de sábanas sobre la cama. Giró en busca del cuerpo de Jonás, pero se dio cuenta de que él no estaba a su lado. Decidió sentarse en la cama, a punto de levantarse, cuando finalmente ubicó a Jonás sentado en la mesa, inmerso en sus estudios. Después de un momento, pareció darse cuenta de que lo observaban y volvió la mirada hacia ella, ofreciéndole una sonrisa cálida.

-"Ah, Salamandra, ¿ya estás despierta? ¿Te he interrumpido?", murmuró con preocupación en su voz.

-"No, tranquilo, no me has interrumpido", respondió ella con un tono ligeramente fatigado. 

-"Puedes seguir con tus estudios. Sin embargo, no olvides que tenemos una conversación pendiente desde ayer", agregó mientras se levantaba para arreglarse y vestirse. Para decepción de Jonás, Salamandra no había pasado por alto el incidente del pueblo. Aunque él esperaba que la conversación no fuera demasiado crítica con los estudiantes.

Jonás continuó sumergido en sus estudios durante gran parte de la mañana. Luego, tuvo que dedicar tiempo a tutorías y exámenes para los estudiantes de la Torre. 

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Salamandra se inclinó sobre el escritorio, organizando el caos de libros, pergaminos y escrituras apenas legibles que ocupaban el espacio. Aunque dominaba las intrincadas escrituras de Jonás, esas en particular resultaban incomprensibles para ella. Paul entró en el despacho y observó a Salamandra ocupada en su tarea. Decidió unirse a ella, asombrado por la cantidad de materiales que había por doquier.

-"¿Es todo esto de Jonás?", preguntó Paul, sorprendido por la magnitud de la colección.

-"Sí, y más te vale no intentar descifrar esas escrituras. No tienen sentido alguno", respondió Salamandra, sonriendo.

-"Vaya, parece que Jonás está tomando el estudio muy en serio. ¿Siempre ha sido así?", indagó Paul.

-"En realidad, no. A Jonás le costó mucho tiempo convertirse en mago. Tardó cuatro años en completar su entrenamiento", admitió Salamandra, admirando la transformación que Jonás había experimentado, pasando de luchar con sus estudios a convertirse en un poderoso archimago.

Poco después, Jonás entró en la habitación, algo fatigado por las demandas de dirigir la Torre, sus estudios y su anhelo de convertirse en un archimago. Saludó a los presentes antes de darse cuenta de que estaban ordenando sus cosas. Intentó detenerlos, preocupado por no sobrecargar a los magos con más trabajo, pero tanto Salamandra como Paul insistieron en ayudar.

-"Chicos, ya estamos todos aquí. Hablemos de cómo solucionaremos el problema con la señora Blom", propuso Jonás, solicitando la ayuda de Paul en el proceso.

-"Los estudiantes que usaron magia han sido sancionados. Les he pedido que limpien toda la Torre", informó Paul, tratando de aligerar la situación.

-"Pues parece que no están limpiando  los pasillos... o no parecen estar haciéndolo muy bien", dijo  Salamandra, evaluando la calidad del trabajo.(inexistente)

-"Sí, están yendo un poco lentos. Les meteré caña para que aceleren", dijo Paul.

-"De acuerdo, pero ¿Cómo solucionaremos los daños en la tienda de la señora Blom?", preguntó Salamandra.

-"Yo tengo un hechizo para eso", respondió Jonás, intentando encontrar una solución.

-"¿Ahora eres experto en hechizos para todo?", bromeó Salamandra, sorprendida por la destreza de Jonás en ese sentido.

"Pues espero que tengas un hechizo para limpiar toda la Torre...", pensó Paul, y en su mente escuchó la voz de Jonás: <Afortunadamente, también tengo uno para eso. Sin embargo, tal vez deba encomendarles a los estudiantes la tarea de limpiar la Torre, para que Salamandra no sospeche>.

<¿Así que también puedes leer mis pensamientos?> pregunto Paul

<lo siento, no volveré a invadir tu privacidad, pero necesitaba comunicarme contigo>, dijo Jonás en su mente.

<Ah, sí. No hay problema. Entendido>, respondió Paul, comprendiendo la situación.

Los magos intercambiaron miradas significativas, dejando a Salamandra intrigada. Interrumpió su conversación, exigiendo una explicación.

-"¿Qué pasa? ¿Por qué se miran así?"

-"Nada en particular, solo estoy exhausto y me distraje", respondió Jonás, intentando ocultar lo que habían compartido.

-"Gracias por tu ayuda, Paul. Siento las molestias", agregó Jonás mientras Paul se alejaba del despacho.

Salamandra y Jonás quedaron solos. Decidieron tener una conversación más íntima, y Salamandra le reveló la confesión de Paul sobre sus sentimientos. Aunque ella había rechazado amablemente a Paul, se preocupaba por cómo se sentía. A pesar de tener sospechas sobre los sentimientos de Paul hacia ella, Jonás se sentía seguro en su relación con Salamandra y compartía una empatía natural hacia el joven mago, habiendo intentado siempre agradarle.

-"Gracias por ser honesta conmigo, Salamandra. No te preocupes, confío en ti. Si pudiste dejar atrás tu amor incondicional por un elfo-lobo, ya no temo a nada", bromeó con una risita

-"Vamos, no intentes hacerme sentir culpable", respondió ella.

-"Mi querida Salamandra, lo único de lo que eres culpable es de robar mi corazón. Aunque debo admitir que podrías haberte ahorrado la parte de salir en busca de Fenris", dijo él mientras se acercaba a ella, invitándola a besarlo. Salamandra inclinó la cabeza para acercarse, pero Jonás apartó su rostro con una risa pícara.

-"Jonás, ¡no me hagas esto!", exclamó ella con cierta molestia.

-"Oh, vamos, Salamandra", dijo entre risas, "te lo tenía que devolver de alguna manera". Intentó besarlo nuevamente, pero el la detuvo con un gesto.

-"¡Jonás!", lo reprendió ella, molesta ante su travesura.

"Ains, Salamandra, lo siento, tenía que hacerlo. Era una deuda pendiente", se disculpó Jonás con una risa,  por la vez que, después de mi prueba de fuego, fui a buscarte y te dije que te quería, y tú seguías empeñada en perseguir a Fenris".

-"Ay, Jonás, lo siento", admitió ella, avergonzada. "Realmente  había estado pensando en ti...".

Intentó besarlo nuevamente, pero él se apartó de nuevo.

-"¿Y esta vez qué?", preguntó ella, visiblemente frustrada.

-"Recuerdas cuando intenté advertirte sobre la profecía y ni siquiera me agradeciste", dijo Jonás en tono burlón. "Lo siento, Salamandra, me debía esta pequeña venganza".

-"Bueno, está bien. Pero solo esta vez", respondió ella mientras le daba un beso en la mejilla, aunque Jonás giró de repente, atrapando sus labios en un apasionado beso. La abrazó por la cintura, mirándola con deseo, mientras ella se ruborizaba y se dejaba llevar.

-"Ahora solo dime que me amas y que no hay ni un elfo lobo ni un humano que pueda compararse a mí", desafió Jonás con picardía.

-"¡Jonás!", exclamó ella, molesta, pero antes de que pudiera decir algo más, él la besó con pasión, evitando que su enojo se desatara por completo. Sus labios se encontraron en un beso intenso y cargado de emociones, dejando atrás cualquier incomodidad del pasado y sumergiéndose en el calor del momento.

Crónicas de la Torre 5: Salamandra y JonásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora