Decisión

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Jonás despertó sobre una cama blanca en una íntima sala del consejo de magos. Las paredes estaban revestidas de un tono suave de azul, iluminado por una luz cálida que emanaba de una lámpara de cristal flotante. Una pequeña mesa junto a la cama sostenía un jarrón con flores de colores vibrantes. El ambiente tranquilo contrastaba con la intensidad de las pruebas mágicas que acababa de enfrentar.

Mientras Jonás intentaba incorporarse, se encontró con la mirada ámbar de Fenris, cargada de curiosidad y, sobre todo, un alivio palpable al ver a su amigo consciente. El abrazo que compartieron era un testimonio silencioso de la cercanía que habían compartido a lo largo de los años. Fue Fenris quien rompió el silencio, sus palabras llenas de preocupación y afecto:

—Jonás, relájate. Has enfrentado batallas intensas. Necesitas descansar.

La mente de Jonás bullía de preguntas, pero su cuerpo le pedía paciencia. Trató de entender lo que Fenris decía, dejando que el peso de la confusión se desvaneciera gradualmente.

—¿Qué ha ocurrido? ¿He superado la prueba? —inquirió, su voz llevando consigo una mezcla de esperanza y ansiedad.

La reacción de Fenris fue reveladora. Un destello de incomodidad cruzó sus ojos, como si se debatiera internamente sobre cómo responder a la incógnita que Jonás había planteado. En lugar de dar una respuesta directa, optó por evadir la pregunta, su intención clara en su actitud cautelosa.

—Jonás, ahora debes descansar. Iré a informar al resto de que has despertado. Hablaremos enseguida —dijo Fenris, sus palabras cargadas de una intención más allá de lo aparente.

Sin más preámbulos, Fenris abandonó la habitación, dejando a Jonás sumido en sus pensamientos. La incertidumbre se apoderaba de él, mezclándose con la sensación de que algo fundamental había quedado en el limbo. Se preguntaba si había superado las pruebas, si su esfuerzo y dedicación habían rendido frutos. Las dudas flotaban en el aire como mariposas inquietas, llenando el espacio con su tenue aleteo.

Mientras Jonás yacía allí, sumido en su introspección, el rumor de los acontecimientos pasados se cernía sobre él. Las sombras de los desafíos enfrentados y las decisiones tomadas formaban un mosaico que se resistía a encajar por completo. Con la promesa de una conversación pendiente y la incertidumbre que se cernía como una niebla tenue, Jonás quedó solo con sus pensamientos, esperando el momento en que las respuestas finalmente se desvelarían.

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La sala del consejo de magos se llenó con la presencia de los amigos de Jonás. Uno a uno, se acercaron a su lado, rodeándolo de abrazos cálidos y sonrisas radiantes que reflejaban el alivio al verlo en buen estado. Sin embargo, el aire estaba cargado con una tensión latente, una verdad que aún debía ser revelada.

La pregunta que pesaba en el corazón de Jonás finalmente encontró voz. Sus ojos buscaron respuestas entre sus amigos, un anhelo sincero de conocer el veredicto de su esfuerzo:

—Ahora, contadme la verdad. ¿He superado las pruebas? —indagó, su voz llevando consigo una mezcla de esperanza y nerviosismo.

Las miradas se entrelazaron, una sinfonía silenciosa que hablaba de conversaciones compartidas y decisiones difíciles por tomar. Iris, con su calidez innata, tomó la palabra primero, sus palabras cargadas con una preocupación sincera:

—Jonás, has realizado un trabajo magnífico. Cada paso que diste en estas pruebas fue significativo.

Una sonrisa agridulce jugueteó en los labios de Nawin, su voz tiñéndose con un matiz de alegría y un destello de preocupación:

—Has superado un total de 17 pruebas. Un logro impresionante, sin duda.

Las miradas de los amigos de Jonás se encontraron en medio de un silencio compartido, un gesto que hablaba de la gravedad de lo que estaba por ser revelado. Fue Conrado quien finalmente tomó la decisión de enfrentar la verdad, su voz cargada con un tono de apoyo y ánimo:

—Las pruebas, Jonás, te llevaron al límite. Lamentablemente, en la prueba número 17, tus fuerzas flaquearon y tu energía se agotó por completo. El consejo de magos tomó la decisión de dar por concluida tu prueba para salvaguardar tu bienestar.

La habitación quedó sumida en un silencio expectante, un silencio que parecía retumbar con la fuerza de las palabras que habían sido dichas. Jonás experimentó una punzada de dolor en su pecho, como si una esperanza recién encendida hubiera sido sofocada abruptamente. La sensación de estar tan cerca de alcanzar su meta, a solo tres pruebas de distancia, y luego haber caído por agotamiento, lo llenó de frustración y desánimo.

En ese momento, las palabras de Salamandra se alzaron, cargadas con una emoción genuina que parecía atravesar las barreras emocionales de todos:

—Jonás, eres un mago excepcional. El camino que has recorrido hasta aquí es una hazaña en sí misma. Estoy segura de que la próxima vez lo conseguirás. Por ahora, es crucial que descanses y permitas que tu magia se recupere después de haber enfrentado tantos desafíos.

Aunque Jonás sintió la cálida corriente de cariño en las palabras de sus amigos, una sensación de vacío lo envolvió. Las palabras de ánimo y apoyo eran valiosas, pero no podían llenar el espacio que se había creado con la sombra de la decepción. En medio de la camaradería y la comprensión, Jonás se sintió solo en su desaliento.

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Crónicas de la Torre 5: Salamandra y JonásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora