No dejes que el miedo te impida ser feliz

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Una joven pelirroja amaneció en la cama con el pelo enredado y vistiendo la misma túnica del día anterior. Se giró dispuesta a levantarse, pero se chocó con la túnica azul del joven, rápidamente trató de levantarse.

-¡Nooo, me he quedado dormida en tu habitación, no puede ser!

El joven soltó un bostezo y se estiró en la cama.

-Parece que mis historias te aburrieron tanto que decidiste quedarte dormida - rió mientras lanzaba un hechizo para acercar el peine de la joven.

Salamandra echó su larga cabellera hacia atrás, dispuesta a que el joven mago cepillara su cabello. Él comenzó a cepillarlo con suavidad, como si la magia de Salamandra se transmitiera a través de su cabello, llenando el aire de una energía encantadora y apasionada.

Salamandra cerró los ojos, disfrutando de aquel momento íntimo y relajante, pero su tranquilidad se vio interrumpida cuando alguien golpeó la puerta de los aposentos del mago.

-Jonás, soy Fenris. ¿Cómo vas? ¿Bajas a desayunar y hablamos? - preguntó el elfo, intentando abrir la puerta, pero las voces de los jóvenes magos lo sobresaltaron y la puerta permaneció cerrada. Fenris se alejó, aunque una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.

-Noo, Fenris ya sabrá que hemos dormido juntos, ¡qué vergüenza! - dijo la chica, cubriendo su rostro avergonzada. Jonás rápidamente le quitó las manos de la cara con delicadeza.

-¿No crees que deberíamos decirles a nuestros amigos que estamos juntos? - sugirió, pero Salamandra parecía no estar preparada para ello.

-No, Jonás, no estoy preparada para eso. Ya sé, le diré a Fenris que solo vine a preguntarte algo.

La respuesta de la chica entristeció a Jonás. Él pareció dolido y se alejó de ella.

-Entiendo... ¿Todavía sientes algo por Fenris, no? - preguntó, y ella rápidamente le dio un beso en la mejilla. Sin embargo, Jonás decidió alejarse - Nos esperan abajo, ve a alistarte, será mejor - dijo sin mirarla.

-Jonás, no yo... está bien, iré a alistarme. Nos vemos abajo - ella bajó y cerró la puerta tras de sí, mostrando una ligera desilusión en su rostro.

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Los magos se reunieron en la cocina, pero esta vez Salamandra y Jonás se sentaron separados, y en sus rostros se percibía un aparente rastro de agonia. Fenris se percató de esto y se sintió culpable por haber roto la privacidad de los jóvenes, así que se apresuró a romper el hielo.

-Bueno chicos, como todos sabemos, los intentos de Jonás por convertirse en archimago están teniendo resultados óptimos - comenzó Fenris - pero he pensado que sería interesante contar con más ayuda en la Torre, y por eso he traído a alguien.

En ese momento, se asomó un joven mago de ojos castaños y pelo rizado con mechas rubias. Tenía unos 25 años y vestía una túnica de color rojo, además de una expresión seria en el rostro. Los magos saludaron al recién llegado e integraron al nuevo mago con gratitud, poniéndolo al tanto de los sucesos que habían ocurrido recientemente.

La reunión de magos poco a poco llegó a su fin, y Jonás se dirigió directamente a su habitación para continuar con sus estudios, lanzándole antes una mirada dolida a Salamandra. Ella se dispuso a levantar la mesa tras él, pero el nuevo maestro la interrumpió.

-Disculpa, ¿tú eres Salamandra, verdad? - preguntó el joven, dudoso, ya que todavía no conocía los nombres de todos los magos - Dado que soy el nuevo  mago de la  Torre, ¿podrías enseñarme el lugar y contarme un poco sobre ti? Por lo visto, vamos a pasar bastante tiempo juntos.

Salamandra accedió amablemente y le mostró a Paul cada rincón de la Torre, además de conversar con él sobre sus vidas y pasados, contextualizando la personalidad de cada uno de sus compañeros magos.

Paul se mostraba como una persona comedida pero muy interesada en la hechicería. Salamandra le ofreció una de las habitaciones que se encontraban en la cúspide de la Torre y le indicó cuál era su propia habitación, para que pudiera visitarla si encontraba algún problema. Ambos se despidieron con un cordial abrazo.

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Salamandra subió por la larga escalera de caracol de la Torre decidida a ir a la habitación de Jonás para hablar con él sobre el conflicto de esta mañana, pero algo le llamó la atención: la habitación de Dana parecía abierta, así que decidió entrar intrigada.

La joven entró buscando a alguien en aquella habitación, pero lo único con lo que se encontró fue el gran dragón dorado, Kai, que se acercó a su lado. Salamandra saludó a Kai, quien solo asintió con la cabeza, y se sentó junto a la señora de la Torre. Lo miró con gratitud y pronunció unas palabras: "Gracias, Dana, por ayudarme tanto. No sé si lo sabes, pero Jonás se está haciendo cargo de la Torre y está buscando un hechizo para devolverte la vida. ¿Quién lo diría, verdad Dana? Seguro que estarías orgullosa de él". Una sonrisa conmovida se dibujó en el rostro de la joven maga. "Gracias por haberlo cuidado tanto durante mi ausencia, Dana, y esto todavía no se lo he dicho a nadie, pero Jonás y yo nos estamos dando otra oportunidad. No sé dónde llegará esto y ojalá estuvieras aquí para escucharme, como siempre has hecho..." En ese momento, la joven maga comenzó a llorar al recordar lo mucho que añoraba a su maestra y lo mucho que la necesitaba ahora. Kai pareció interesarse por la chica y decidió apoyar su cabeza sobre el hombro de la joven, buscando consolarla.

-Estoy seguro de que Dana se alegraría por vosotros, y si algo me ha enseñado ella es que si un amor es para siempre, da igual el tiempo que pase, será para ti - dijo emocionado, y la chica hizo el intento de abrazarlo.

-¿Tú siempre la vas a amar, verdad? - preguntó ella emocionada ante el amor incondicional que sentían Dana y Kai.

-Sí - contestó el dragón emocionado -, pero la pregunta aquí es: ¿y tú a quién amas?

Salamandra pocas veces se abría de sus sentimientos con alguien, pero con Kai se sentía segura para compartirlos.

-Quiero a Jonás, he estado enamorada de él y sigo enamorada, pero sin embargo, siempre he tenido la vista nublada por Fenris, y eso es lo que más temo. No poder amar nunca a Jonás como he querido a Fenris, y él no se merece eso. No se merece ser un segundo plato, ni que estando con él, pierda la vista al ver a Fenris. - En ese momento, Salamandra comenzó a llorar sin cesar - no puedo volver a hacerle lo que le hice la última vez y dejarle destrozado, no es justo para él.

Kai escuchó atentamente a la joven con sus ojos llorosos y decidió hablar

-Es bonito lo que dices, y creo que eso te diferencia de la Salamandra de antes y la de ahora. Ahora piensas en los sentimientos de Jonás y no en hacerle daño. Creo, pequeña Salamandra, que estás más enamorada de Jonás cada rato que pasas con él.

-Y eso es lo peor, Kai, no sé cómo frenarlo. Ahora todo lo que dice o hace me afecta y no, no puedo... - Su voz se quebró por la emoción.

-Controlarlo - le interrumpió el dragón -. ¿Es eso lo que temes, Salamandra? No poder controlar lo que sientes por Jonás.

-Pero, pero ¿y si él no está dispuesto o no quiere o se arrepiente? - De golpe, las lágrimas de la chica cesaron, y el nerviosismo la invadió

 -.Salamandra, no podrás controlar lo que sientes para siempre. Déjame aconsejarte que te permitas sentir y que vayas a hablar con Jonás, dile lo que realmente sientes en tu corazón. La vida se escapa en un suspiro, no dejes que el miedo te impida ser feliz y vivir una historia de amor sincero y verdadero.

Salamandra agradeció los consejos de su amigo Kai y posó un beso sobre la cabeza de Dana, dándoles las gracias a los dos por todo lo que la habían ayudado. Decidió hablar con Jonás y confesarle lo que sentía. Con paso decidido, se dirigió hacia su habitación para abrir su corazón al joven mago que había conquistado su alma.

Crónicas de la Torre 5: Salamandra y JonásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora