El misterioso muchacho

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NOTA: Y al parecer se me ha hecho costumbre  esto de escribir desde el punto de vista de otros personajes pero es que quiero que los conozcan a todos muy bien, sepan qué piensan y cómo se sienten. A veces creo que los mismos personajes son los que piden un poco más de atención.
Que lo disfruten y muchas gracias por llegar hasta acá.

  ''Driving home I'm empty-hearted.
Broken pictures on the floor.
And when I thought that it was over
I see you standing at the door''  -R5

Me incorporo en mi cama y me revuelvo el cabello mientras un gran bostezo se abre camino por mi boca. Pongo ambos pies en el duro piso de parquet y un extraño sentimiento me revolotea en el estómago. Y como cada una de las mañanas de este último mes, la primera imagen que aparece en mi cabeza es la de ella. Sólo que hoy no es la April sonriente de siempre sino que su rostro está contraído por la desilusión y me repite una y otra vez la misma pregunta ¿Perdón por qué?
Pateo con desgano las zapatillas que la noche anterior me quité con frustración, como si el acto de tirar cosas y patear muebles fuera a quitarme de encima todo el remordimiento que estaba sintiendo. Absurdamente lógico.
La puerta de la habitación de Victorio está cerrada y eso es casi igual a tener un gran cartel de 'No molestar' colgado de ella. Me dirijo a la cocina y con otro bostezo abro el refrigerador. Me quedo unos segundos tildado, mirando las cajas de leche rogándoles una explicación para mi tremenda idiotez. Con brusquedad, tomo una de las cajas y bebo directo del envase lamentando no tener a nadie que me regañe por hacerlo. Entonces me paso una mano por la cara con exasperación porque ahora también voy a empezar a pensar en mi madre. Pero estoy harto de extrañarla así que me imagino dejándola en la oscuridad del interior del refrigerador cuando cierro la puerta.
Antes de decidir darme una ducha, lanzo una mirada de indiferencia a mi alrededor. El departamento está perfectamente ordenado y parece burlarse de mi mente, que es la imagen contraria. Siento el rugido de mi caos interior como si de un enfadado león se tratara. Y me detengo a pensar ¿Qué debería hacer? Lo correcto sería dejar de entrometerme en la vida de April. Dejar de engañarla y darle la paz que necesita. Y me lamento por ser tan egoísta, pero no puedo apartarme de ella, la sola idea ni siquiera puede formarse en mi cerebro.
Así que impulsado por mi egoísmo, me doy un baño y luego de elegir un conjunto de ropa limpia me monto en el Lamborghini rumbo a un camino que ya podría hacer con los ojos cerrados.
Mientras conduzco con serenidad no puedo evitar pensar en que seguramente ella no quiere verme. Que me cerrará la puerta en las narices apenas note que soy yo quién está llamando. Entonces se me ocurre una manera de que el plan que ha comenzado a desarrollarse unos minutos atrás, tenga éxito. El balcón, por supuesto.
Aparco el coche frente a su casa y apago el motor con un movimiento fluido. Tal vez podría ensayar lo que voy a decirle pero estoy seguro de que sería en vano ya que cuando la vea probablemente me quede sin palabras.
Salto la verja de madera  que circunda todo el terreno y me escabullo por uno de los costados de la propiedad rodeando la casa para llegar al balcón que da directo a su habitación. Coloco con seguridad un pie detrás de otro haciendo funcionar al tutor de la enredadera que cubre la pared este de la casa como una escalera. De un último salto, paso un pie seguido del otro por la baranda del balcón e intento ser lo más sigiloso posible cuando comienzo a acercarme a la puerta ventana. No quiero asustarla y hacerle pensar que soy X así que tomo mi celular dispuesto a marcar su número telefónico hasta que veo dos figuras dentro de la habitación. Al principio, estoy seguro de que se trata de Alex, seguramente la ha acompañado a casa esta mañana. Pero conforme me voy acercando al vidrio, noto que la otra silueta no me parece familiar en lo absoluto. Es dos veces más ancha que la de Alexia y tiene unos cuantos centímetros de largo de más. La persona no identificada, tiene el cabello oscuro y corto y una espalda  angosta pero fuerte. No cabe duda de que se trata de un muchacho.
El misterioso muchacho se encuentra de espaldas por lo que sólo puedo ver el rostro de April que pasa de la concentración a la alteración en un segundo en el momento en que el muchacho le muestra  una caja que sostiene con ambas manos. Y es allí cuando April, en un estado de completo desasosiego, se la quita bruscamente y la patea debajo de la cama.

Mis ojos se abren sorprendidos al ver la forma en que reacciona April. La chica se voltea alejándose un poco del muchacho misterioso y sé que eso es lo que hace cuando no quiere que la vean llorar. Los sentimientos que me provoca April siempre han sido variados y nuevos pero el que estoy sintiendo ahora lo he sentido desde el primer momento en que la vi. Es la sensación de tener que protegerla la que hace que las ganas de traspasar el vidrio y abrazarla, decirle que todo va a estar bien por más que no tenga nada que ver con la realidad, sean insoportables. Termino pegado al cristal con ambas manos apoyadas en él. Me dan ganas de gritarle al estúpido chico que está a su lado que haga algo, que la consuele, que no puede dejar que se derrumbe. Y estoy a punto de hacerlo, de golpear el vidrio y decirle que estoy aquí, pero el muchacho se me adelanta y cuando April se da la vuelta para entregarle algo, él la rodea con sus brazos sin previo aviso. 

April se queda unos segundos sin reaccionar y por el momento otro sentimiento se va alojando en mi interior. Algo parecido a los celos pero mil veces más fuerte. Y sé que es irónico porque hace un minuto atrás estaba rogando a ese chico para que le diera consuelo y ahora solo quiero darle un empujón y reemplazar su lugar. De todos modos, me quedo observándolos a los dos, abrazados. Y por una milésima de segundo una sonrisita malvada se abre paso en mis labios al ver los brazos de April colgando lánguidos a los costados, sin devolverle el gesto a aquel molesto extraño. Pero la sonrisa no dura mucho porque luego de un rato April envuelve con sus brazos la espalda del chico. Y yo no puedo soportarlo más. Me volteo con un nuevo sentimiento encontrado que nunca antes había sentido. Camino sin cuidado hasta llegar a la baranda y cuando levanto un pie para pasarlo por encima, pateo sin querer una de las pequeñas macetas que April usa para decorar su balcón. Me agacho para volver a ponerla en su sitio aunque lo hago con brusquedad porque mis manos están temblando. Y cuando me incorporo de nuevo para darle un último vistazo a la habitación de April, ella está parada junto al cristal, observándome. Tal vez gritó mi nombre para que me detuviera pero no quiero detenerme. Tengo que salir de este lugar de inmediato, así que me monto en mi coche y aprieto el acelerador a fondo sin importar el rugido de queja que emite el motor. 

Antes de dirigirme a casa, doy una vuelta por la ciudad, intentando calmarme un poco. Lo primero que me digo es que no entiendo por qué April podría estar abrazándose con alguien más cuando todo este tiempo nos tuvimos el uno al otro. De alguna manera, me siento como traicionado. Pero en realidad, me miento a mí mismo porque sí que lo entiendo. Soy un idiota por pretender que lo que hice anoche no fuera a tener consecuencias. Aunque me sorprende la rapidez con que he sido reemplazado, no puedo pensar que April lo haya hecho con maldad. A lo mejor ese muchacho es alguien que lleva en su vida mucho más tiempo que yo. Porque aunque a veces se me olvida, es obvio que ella no siente que un mes sea suficiente para conocernos en la manera en que siento que nos conocemos. Doblo en cada esquina sintiendo cómo mi corazón se vacía de a poco, dejando que todos los buenos momentos que pasé con ella corran libres por la carretera. Las casas que voy dejando atrás se convierten en versiones distorsionadas de su casa y cada persona lleva su rostro. Entonces cuando mi pie se relaja y ya no aprieto el volante con tanta determinación, me digo que es hora de volver a casa.

 Entonces cuando mi pie se relaja y ya no aprieto el volante con tanta determinación, me digo que es hora de volver a casa

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De a poco, voy disminuyendo la velocidad y termino en frente del garaje de mi edificio. Me estaciono en mi lugar con la misma dedicación de siempre y me me meto en el ascensor para que el espejo me devuelva un yo deprimido. Le pongo los ojos en blanco a mi reflejo y cuando las puertas del ascensor se abren, salgo lo más rápido que puedo, ansioso por tirarme en mi sofá con mis auriculares incrustados en mis oídos. Solo que antes de poder sacar la tarjeta que  funciona como llave me detengo en seco.

Ella está aquí, apoyada en la puerta de mi apartamento, con la mirada más extraña que le he visto poner jamás. Lleva el cabello recogido en un rodete poco prolijo y aun no se ha quitado el maquillaje de anoche que le enmarca unas ojeras depresivas.

-Pril.

-Tess- Ambos pronunciamos el nombre del otro al mismo tiempo y yo sonrío sin ganas.

The stalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora