“Toma siempre todas las decisiones que necesites tomar, incluso sin tener la seguridad o certeza de que estás decidiendo correctamente.”- Paulo Coelho
Estoy estancada. ¿Cómo avanzar cuando no hay camino? ¿Cómo salir de un pozo sin fondo?
Las preguntas chocan contra mi cráneo y rebotan, y retumban. Mis ojos se han quedado secos de tanto observar, sin parpadear, la caja color crema que desde mi edredón me grita blasfemias.
Me he pasado las últimas dos horas debatiéndome entre abrirla o tirarla por el balcón. Y luego pisarla con el coche, por si las dudas.
Teseo tuvo que preguntarme varias veces si estaba bien antes de dejarme en casa y no parecía muy convencido al hacerlo. Se despidió con un fugaz abrazo y su típica sonrisa no apareció. Siento como si esta tarde hubiera cambiado algo entre nosotros, no fue el beso, para nada, fue otra cosa. Su forma de comprenderme quizá…
¿Qué es lo que hace que dos personas dejen de ser desconocidas? Lamento no tener esa respuesta, sin embargo sé que Teseo no es más un desconocido para mí, ha traspasado esa línea invisible.
Por si se lo están preguntando, mi madre me ha castigado nada mas atravesar la puerta. Inició con el discurso de faltarle el respeto a una madre y finalizó recalcando lo desordenado que se encontraba mi cuarto. <Sin salidas por una semana>sentenció. Ay, madre, tienes que proponerte mejorar tus castigos.
Pero dejemos de lado la insignificante penitencia de mi madre y volvamos al motivo de mi angustia. La caja.
Una vez leí una frase que me pareció fascinante y que en este momento describe exactamente lo que estoy pensando hacer: “Si ya me voy al infierno, ¿Por qué no me voy del todo?”
Como estoy hecha un ovillo en una de las esquinas de mi habitación me cuesta ponerme de pie y utilizo la pared como sostén. Sin pensarlo ni una décima de segundo hago dos pequeños saltos y me detengo frente a la caja. Le ametrallo con la mirada, desafiándole. ¿De verdad me asusta tanto este objeto? Negativo.
Cuando estoy a punto de abrir la tapa me detengo observando la sangre coagulada en los irregulares cortes que decoran mis manos. He olvidado limpiármelas. Por lo que me dirijo al lavabo y comienzo a refregarme ambas con fuerza, una mueca de dolor me cruza el rostro reflejado en el espejo pero sigo con la tarea hasta que solo quedan unas finas líneas que pronto cicatrizarán.
Me quedo un rato de pie frente al grifo, recordando el momento en el que desesperadamente destruí el cristal del portarretratos. Y como un rayo la fotografía viene hacia mí.
Veloz corro en su busca. El interior de mi bolso demuestra haber sufrido bastante maltrato pero la encuentro con facilidad. Desecho los cristales con cuidado de no tocarlos y lastimarme otra vez.
Con una lentitud absoluta empiezo a girar la fotografía. Y como me lo esperaba, allí está la fecha límite del homicida. Cada vez estoy más segura de que X y el asesino de mi amigo son la misma persona, hay algo siniestro que los relaciona. La caligrafía descuidada y de color negro resalta contra el blanco fondo. Y ahí está el plazo que me da la persona misteriosa. No tengo mejor idea que caminar hasta el almanaque colgado encima de mi escritorio y mirarlo con detenimiento.
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The stalker
Novela JuvenilSe supone que una persona que lo tiene todo debe ser feliz. Se supone que tus amigos te acompañan hasta el final. Se supone que enamorarse es fácil, sin complicaciones. Se supone que si hay amor no hay mentiras. Pero en la vida de April, mejor es no...