Capítulo 20

225 31 0
                                    

Otra vez aquella luz blanca, pero esta vez el ambiente era seco y hacía mucho calor. Estábamos en medio de un desierto.

-¿Dónde estamos?- preguntó Simica.

-En un desierto, un lugar sin agua ni comida.-contesté.

-¡Vamos a morir!-lamentó Missi.

-No. La tonta de la reina ha vuelto a olvidar una cosita: yo sé magia. Agarraos de la mano.-pedí.

Cerré los ojos y me imaginé la casa que me regalaron mis padres, con sus suelos de madera, con los muebles de piel y madera… Poco a poco, volvió la luz y nos teles-portamos  a mi casa.

La siguiente vez que abrimos los ojos estábamos en el salón de mi casa. Puse una alfombra encima del círculo que se había formado en el suelo de madera y preparé la cena. Les enseñé lo que era un electrodoméstico y les dije que empezasen a cenar. Mientras que ellas cenaban yo llamé a mis padres, les conté una falsa historia sobre dónde había estado y cené con ellas.

-¡Qué casa más grande y bonita!-exclamó Trina. –Y cocinas genial.

-Sí, la pena es que no estemos aquí durante mucho tiempo aquí. –respondí.

-¿Y eso? –preguntó Missi.

-Dejadme recoger esto y os cuento mi secreto. No digas nada Simica. Iros a la sala.

Missi y Trina curiosas se levantaron de la mesa, mientras que Simica se levantaba tranquila y se tumbaba en el sofá.

Metí los platos dentro del lavavajillas y cogí mi espada. Rompí el hechizo de ilusión y fui a la sala.

-Veréis chicas, yo no soy una helkem, ni siquiera me llamo Isabella… soy Mariahk, princesa y heredera al trono de Mankora.

Missi y Trina empezaron a reírse, cosa que me enfureció.

-Bien, como no me creéis tomad mi espada.- y se la tendí.

Missica la cogió y dijo:

-Sí, es de la princesa Mariahk, pero eso no significa nada.

-De acuerdo, ¿y mi parecido con ella?-pregunté a punto de estallar.

-Te pareces mucho pero eso puede ser una coincidencia.-apuntó Trina.

-Bien, entonces esto es falso.-dije endeñando mi stiku en la izquierda de mi cadera.

Y para demostrar que era de verdad dejé que un rayo de luz lo rozase y proyectase un mapa de Saphia.

-Mariahk…-susurró Trina. –Tanto tiempo al lado nuestro y sin darnos cuenta…

-Lo, lo sentimos majestad.-se disculpó Missi.

-No os preocupéis, es comprensible. Tanto tiempo desaparecida y ahora delante de vosotras.

Sin darme cuenta rocé la gema que tenía mi espada con mi stiku y una enorme bola blanca como mi gema apareció ante mí.

-Una esfera del tiempo…-admiró maravillada Simica.

Había oído muchas veces de su existencia. Se decía que podías reproducir a la perfección un momento de tu vida con solo pensarlo, y no se podía manipular ni engañar con un hechizo. Lo que decía la esfera era la purísima verdad.

Inconscientemente pensé en el día que supuestamente maté a mis padres. La bola empezó a proyectar aquel día.

Yo me había metido en mi cama y me había quedado dormida. Cinco minutos más tarde entró mi hermana con un muñeco y diciendo unas palabras muy extrañas, yo me levanté y cogí mi espada.

Juntas fuimos a la habitación de mis padres. Mi hermana sacó una daga de su camisón y se la clavó primero a mi madre y luego mi padre. Más tarde yo me moví y manché mi espada con la sangre de los dos. Retrocedí y mi hermana abandonó la sala con su daga ensangrentada. Luego vino la criada y gritó.

-Nos ha mentido durante todo este tiempo… ¡BRUJA!-gritó Missi.

-Mi propia hermana me ha manipulado y culpado de lo que yo había hecho… -dije sorprendida. -¿Os parece bien ir mañana a Saphia?

-¡Sí! –respondieron al unísono las tres.

Nos acostamos pronto y esperamos impacientes al amanecer del siguiente día.

SaphiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora