Capítulo 4

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Todo estaba muy blanco, demasiado blanco. Poco a poco, todo empieza a oscurecer. En la oscuridad aparecen unos puntitos blancos: las estrellas.

Estaba tumbada boca arriba en la hierba. Una brisa fresca de montaña recorre mi piel. Aquel lugar me había parecido acogedor hasta que, de repente, oigo unas molestas voces: humanos.

Me levanté corriendo balanceándome por todos los lados hasta alejarme del círculo blanco.

Del puro cansancio me tumbé en la hierba. Me concentré en sus voces: al principio me costó entenderlos pero su idioma era una mezcla de mi idioma maternal e idioma de las hadas.

-¡Zoe! ¡Creo que el meteorito ha caído aquí!

-¡Voy!

Estuvieron alumbrando el claro con un aparato que daba luz, lo cual supe más tarde que era una linterna, y me encontraron a mí.

Se me acercaron poco a poco, y la mujer me preguntó si era extraterrestre. Después de muchos intentos por intentar hablar de su idioma, conseguí decirles que me había perdido y que mis padres estaban muy lejos de aquí.

Me llevaron a comisaría e intentaron encontrar a mis supuestos padres desaparecidos. Después de mucho rato dieron la conclusión de que no los encontrarían y me dieron en adopción.

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