Capítulo 11

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El viaje hasta la capital de Minsekti fue corto, por la simple razón que fuimos a caballo.

Ocurrió alguna que otra incidencia: alguna joven aspirante al trono salía corriendo a por Yaku y se le tiraba encima, y como no, yo tenía que amenazarla para que le dejase en paz y proseguir nuestro viaje.

Después de una semana, llegamos a la capital.

Al atardecer, entramos al castillo. Yaku me agarró de la mano.

-Por favor, el que yo sea príncipe no tiene que cambiar lo nuestro- dijo.

-De acuerdo, pero no debemos mostrar lo nuestro a los demás.- y le solté la mano.

Entramos en el gran salón. Se parecía muchísimo al de mi infancia: amplio, con paredes de pan de oro y con suelos de mármol con diamantes.

-Padre, madre, he vuelto.

-Bienvenido hijo.- dijo la reina.

-Madre, te presento a Isabella, una helkem.

-Umm… y ¿qué hace una helkem del reino de Mankora?- preguntó el rey.

-La anterior reina expulsó a mi familia y a mí. Todo por culpa de un malentendido.

-¿Qué malentendido?- preguntó la reina –La reina de Mankora era una persona muy buena y era mi amiga. Su hija Mariahk se iba a casar con nuestro hijo hasta que ocurrió el malentendido…

-Entiendo. Se acusó a mi padre por llevar armas creadas para el mal por toda Mankora. Una acusación falsa que se desmintió demasiado tarde.

-Pero como sabrás, es la Reina Sanguinaria la que te puede devolver el título y no yo…

-No se preocupe majestad, no me importa. Sigo siendo una helkem. Esta noche dormiré a las afueras de la ciudad. No quiero causar problemas. Buenas noches a todos ustedes. Adiós.

Y sin mirar a nadie me fui del pueblo.

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