Capítulo 15

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Me desperté llena de energía. Hacía un día soleado y perfecto para caminar. Me deshice de los brazos de Yaku y salí al exterior.

-Buenos días Isabella.- saludó Simica. -¿Qué tal la noche con el príncipe Yaku?

-Ni me lo recuerdes. Se me ha pegado como una lapa.

-¡Jajajajaja! Te creo Isabella, te creo.

Las dos nos pusimos a desayunar junto a una pequeña hoguera. Más tarde se levantaron Missi y Treni. Missi y Treni eran gemelas y eran idénticas: tenían el pelo rojo fuego, unos ojos marrones, eran altas y delgadas. Simica era alta, un poco ancha, cabello rubio y ojos azul cielo.

El último en levantarse fue Yaku, se había pegado al saco de dormir.

Todos ya desayunados y aseados, recogimos el campamento y nos pusimos en marcha adentrándonos cada vez más en el bosque. Al igual que cuando era pequeña el camino se me hizo largo hasta que volví a ver el sauce.

Todo estaba casi igual que la última vez que lo vi, la excepción era que en medio del tronco estaba mi espada emitiendo una luz blanquecina.

-Bien chicas, es hora de buscar esas hiervas.-dijo Yaku.

Rodeamos el árbol y contando treinta pasos hacia delante, nos alejamos del campo y formamos un círculo grande dejando un gran espacio entre nosotros. Mientras que los demás estaban buscando aquellas hierbas yo volví al claro.

Me acerqué con cuidado al sauce. Aquella luz conseguía más intensidad a medida que me acercaba, y cuando tan solo quedaba un metro de distancia entre la espada y yo, ella se despegó del tronco y aterrizó en mi palma derecha. En agujero se cerró y la espada que me regaló Yaku se deshizo. Con un hechizo de ilusión, hice que mi espada se pareciese a la que me regaló Yaku.

Me volví al bosque en busca de esas hierbas cuando Simica empezó a gritar diciendo que había encontrado las hierbas.

Todos reunidos nos fuimos por un camino distinto a la ciudad y capital de Minsekti.

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