Capítulo 40: Oportunidades en Los Ángeles

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No paré de llorar ningún instante, y era probable que los ojos ya los tenía rojos e hinchados.

-¿Dejarás de llorar ya? -Preguntó alguien dulcemente, mientras me sobaba mi espalda.

-Déjame en paz Matt -Me separé de él bruscamente.

-No lo haré, y menos ahora que has llorado durante las ultimas tres horas. Ta saltaste clases, y bueno, a los profesores se les hace raro que no hayas venido.

-¿Lo ves? Camila siempre tiene que ser la dulce, Camila es la chica que nunca va a fiestas, Camila es la que siempre pasa las respuestas del examen, Camila la chica bien, Camila la que nunca falta a clases, ¡Camila todo -Solté a llanto nuevamente.

-Yo sé que eres fuerte Camila, pero lamento decir esto -Por primera vez desde que llegó, se sentó a mi lado-, si todos te consideran así es porque tu misma has dejado esa reputación de ti. Quiero decir, un ejemplo de esto es lo que te pasó en la cafetería, en lugar de haberte ido corriendo, la hubieras puesto en su lugar, y no me refiero a golpes, pero al menos dejarle en claro que a pesar de no tener una... -Se detuvo un segundo-, una mamá, tu sigues adelante, y es lo que muchos no entienden. Demuéstrales que eres fuerte, y que la Camila Jonhson de antes ya no lo está más.

Me quedé mirando fijamente a la cancha de fútbol americano de la escuela. Únicamente se escuchaba la respiración de Matt, y algunos sollozos que aún tenía dentro, agregando mis respiraciones con mocos.

-Sólo te doy un último consejo Camila -Habló después de tanto rato en silencio-, no porque vayas a ser más dura con la gente que te lastima, lo vayas a ser con la demás gente que no lo hace. Y tampoco te prives de tus sentimientos; puedes seguir siendo la Camila dulce de antes, pero puedes agregarle una Camila fuerte.

No aguanté más, y lo abracé, había olvidado por completo que me estaba enojada con él por lo de la fiesta, pero algo me decía que él no había sido parte de esto.

-Entonces, ¿es verdad que tu no hiciste nada el día de la fiesta? -Rompí.

-Te lo puedo asegurar, ¿cómo podría reírme de la personas de la que estoy enamorado? -Me había sonrojado, no había duda, por lo que me quedé callada un rato, y él río.

Nos volvimos a abrazar, pero al término de éste, nos miramos a los ojos fijamente. No había visto que sus ojos a pesar de ser cafés, eran muy hermosos, su boca, su pelo, su nariz. Él también me miraba fijamente, y por un momento me sentí nerviosa al darme cuenta de que me recorría la mirada por toda mi cara, finalizando por mi boca. Donde los terminó uniendo con los de él.

No había besado en años, pero con Matt me sentí bien, sin preocupaciones, perdí la noción del tiempo, pero mientras estaba con él, no tenía nada de que preocuparme.

-¿Quieres ir a clases? -Preguntó Matt, una vez que nos separamos.

-Ya empezó la ultima hora -Revisé mi celular-, creo que no sería mala idea pasarnos esta clase. Mañana les diré que me sentía mal. -Él asintió, y nos fuimos a la salida tomados de la mano.

***

-¿Te veré mañana? -Preguntó desde adentro del auto.

-Por supuesto -Respondí. Me alejé del auto, pero Matt volvió a llamarme, ésta ve fuera del auto.

-¿Y mi beso de despedida? -Me acerqué a él, otorgándole un beso rápido-. ¡Eso no vale! -Dijo Matt haciendo pucheros.

-Te veo mañana Matt -Le volví a dar un beso, pero esta vez en la mejilla.

Entré a casa, aún faltaban unos cuantos minutos para que saliera de la escuela. Pero bueno, ya estoy aquí.

El niño de mi infancia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora