Capítulo 5: Un favor de primos y dos limondas

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Por fin llego a casa. Aviento las llaves a la mesita que se encuentra a un lado de la puerta junto con mi mochila, pero está última la dejo en uno de los sillones.

—¡Ya llegué! —hablo por lo alto.

—¡En la cocina! —papá responde de la misma forma y voy directo al lugar.

Ahí lo encuentro haciendo un poco de comida para la tarde cuando regresa del trabajo.

—¿Cómo te fue? ¿Llegaste bien y temprano? —olvidaba que en la mañana casi llego tarde a la escuela.

—Sí papá, me fue genial, a excepción de cuando llegué —agacho la cabeza.

—¿Ahora qué pasó? ¿Otra vez combinaste Nitrógeno con Sodio?

No me porto tan mal. Lo que habita en mí es curiosidad, no maldad.

—No, para nada, sólo que accidentalmente tallé la pintura de un automóvil con una bicicleta y ya
—termino con una risilla.

—Mucha risa jovencita. Es posible que venga alguien y nos vienen a cobrar el tallado de pintura a nosotros

—¡Ay! No creo que sea para tanto.
—tomo una pera y me alejo para subir a mi habitación después de agarrar también mi mochila.

Cuando llego a mi habitación, me acuesto en mi cama. Odio tener que hacer tarea, pero si no lo hacía, me metería en graves problemas, además de que mi papá me ha enseñado a ser responsable.

O eso creía yo.

De mi mochila, empiezo a sacar los libros correspondientes para la tarea. Me siento frente a mi escritorio y me pongo a hacerla.

***

Finalmente he terminado la tarea y he comido. Son las cuatro de la tarde y ya tengo que irme al puesto de comida de mi papá, técnicamente mi trabajo, mientras que él iría al suyo.

Guardo mis libros en la mochila de nuevo y me cambio de ropa por algo mas cómodo y fresco, ya que el lugar donde estaré las próximas horas trabajando es una playa. Bueno, creo es obvio que trabaje en un lugar como esos ya que California es de alguna manera una playa.

Como sea.

Cuando termino de vestirme, me cepillo el cabello. Me despido de papá y ambos salimos en camino a nuestros trabajos. Como siempre, tengo que pedir algún taxi para que me lleve al puesto de la que queda a unos quince minutos de mi casa. Cuando el taxi me deja en el lugar que le he indicado me bajo del auto y después de haberle dado la propina al chofer encamino Pizza John's.

No es un restaurante, sino más bien como un puesto donde vendemos comida rápida y refrescante cerca de la playa. Algo así como al estilo Hannah Montanah con el restaurante de Rico.

Me coloco el mandíl que suelo utilizar y minutos después llega Lauren.

—Perdona la tardanza. —llega diciendo Lauren, colocándose también el mandil.

—No te preocupes, no hay tantos "clientes" —respondo yo recalcando con comillas a la palabra Clientes.

Pasaron diez minutos y ni una persona llegaba a pedir algo para comer. Se me hace raro, ya que Pizza John's siempre suele tener gente.

—Ya vengo, no tardo —Lauren comienza a liberarse de su mandíl.

—¿A dónde vas?

—Al baño, a ver si hay algo más entretenido que aquí—río ante su comentario. En ese caso, también debería ir al baño.

Lauren sale del lugar y se dirige al baño, el problema es que no sé a dónde.

¿Hay baños aquí?

En eso, una voz reconocida aparece y llega diciendo:

—¿Me podrías dar dos limonadas por favor. Señorita Cabello? —me giro a ver y esa persona se trata de Cameron.

¡Dios que pena! Él se dará cuenta que trabajo en un restaurante playero.

¡Trágame tierra!

Aunque... No sé qué tiene de malo.

—Este... no se encuentra la señorita Johnson. ¿Quién la busca? —pregunto a Cameron tapándome como puedo la cara y fingiendo voz de hombre.

—Vamos Camila, sé que eres tú
—canturrea Camerón.

—¿Cómo sabes que soy yo?

—¿Será por que tú mandil dice: "Hola, mi nombre es Camila Cabello? —ironiza.

—Oh... rayos —susurro.

—Vine a pedirte un favor a parte de las limonadas —comienza a hablar Cameron, mientras toma asiento en uno de los bancos del lugar.

—Mhm, ¿De qué favor se trata? —me acomodo frente a él.

—¿Me podrías decir el nombre de tu amiga y si es posible, el número de su celular?

De alguna manera, esas palabras que salen de la boca de Cameron me traen un sentimiento raro.

¿A Cameron le gusta Lauren?

—¿Te refieres a Lauren?—intento sonar lo más norma posible.

—Sí, ella. ¿Acaso tienes otra? —lo fulmino con la mirada.

—Perdona mi atrevimiento pero, ¿te gusta Lauren? —y la curiosidad tuvo que matar al gato.

Bien hecho Camila.

—¿Qué? ¡No! A mí no. A mi primo Nash, el idiota que está allá —apunta hacia un chico entretenido en su celular.

—¿Qué no te dijeron que señalar es de mala educación? —Nash comienza a acercarse a nosotros, dándole de palmadas en la espalda a Cameron.

—Tonto —bromea Cameron.

—Entones, ¿quieres el número de Lauren? —le sonrío al chico de ojos azules.

Claro, como descubrí que el número no es para Cameron, sino para Nash, ya le puedo dar hasta su tipo de sangre.

—Sí, y si es posible, una cita que ya le urge —Nash rueda los ojos sonriendo con lo que dijo Cameron.

No Camila, no lo aceptes, puede ser un asesino o tráfico de blancas.

—Claro, no hay problema, yo me encargaré de eso —hago un saludo militar.

—Gracias —agradece Nash.

—¿Ya nos das las limonadas?
—pregunta Cameron.

—¡Oh cierto! —se me había olvidado lo que Cameron me pidió, así que se las sirvo y las pagan sin problema.

Antes de que Lauren llegara, les paso lo que pidieron a ambos, sobre todo a Nash. Me refiero al número, era obvio que eso ya lo tenía. El tipo de sangre sería después.

El niño de mi infancia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora