Capítulo 30: Comida exquisita y un grito

1K 89 5
                                    

Una semana.

Una semana había pasado desde que salí improvisadamente con Matt. Y una semana llevaba mi celular sin dejar de sonar debido a que Cameron no dejaba de enviar mensajes ni llamadas, y éstas mismas no las contestaba.

Una parte de mí trataba de convencerme para volverle a hablar a Cameron. Pero en la otra parte de mí predominaba el orgullo y éste se encargaba de recordarme lo poco que me ha hecho Cameron que significaba mucho para mí.

Admito que lo extrañaba... y mucho, pero simplemente no sentía que él me perteneciera.

No en todos los sentidos, pero sí en el sentido de que él pueda quedarse en mi vida.

-¿Quieres que te ayude en algo? -Lauren se acercó a mi, sacándome de mis pensamientos.

-No, sólo a preparar las bebidas si quieres. -me dije refiriéndome a los smoothies y aguas frescas que vendía el restaurante de mi papá.

-De acuerdo. -Lauren se dirigió a la maquina donde las bebidas se preparaban.

Me encontraba en el restaurante de mi papá, viendo a lo lejos del mar... Me pregunto: ¿cuánto tardaré en nadar de aquí al otro lado del mundo?

No sé, a veces amanezco con dudas en mi cabeza, pero no importa.

La vida se encarga de poner las dudas, y la experiencia de resolverlas.

-Ahora ¿eres dueña de un restaurante?

-No es mio. Es de mi papá. -sonreí en dirección a Matt.

-Pues no ha de estar tan mal. Dame lo mejor que tengas. -Matt se acomodó en uno de los asientos de la barra.

-No sé si sea lo mejor, pero lo intentaré.

***

-¿Bromeas? Fue lo mejor que he comido en mi pequeña y joven vida.

-Lo dudo Matt. Debiste haber ido probablemente a Nando's, o a Olive Garden. A lo mucho KFC.

-No se compara con la tuya, y no bromeo. Pero si quieres te puedo llevarte a un restaurante y te darás cuenta de que ninguna comida se compara con la tuya. -propusó Matt.

Matt comió lo "mejor del puesto. Hamburguesa acompañado de una bebida de jamaica fresca.

¿Es posible que a alguien se le haga MARAVILLOSA una hamburguesa y una agua de jamaica solamente?

A Matt Espinosa sí.

-Bueno, pero ya será después.

-O quién sabe... -Pronunció Matt en un susurro y yo lo fumliné con la mirada.

La verdad es que estar con Matt me relajaba, me sacaba a Cameron del pensamiento. Me hacia sentir bien, así de fácil.

Matt y yo nos detuvimos una vez que mi casa estaba en frente de los dos.

Nuevamente, el señor Espinosa sugirió acompañarme a mí casa. Eran las ocho de la tarde, y desde las cinco de la tarde que llegó Matt, se estuvo conmigo.

Lindo, ¿no?

-Gracias por haberme acompañado. -Coloqué mi cabello hacia atrás, ya que el viento provocaba tenerlo en mi cara.

No saben cuanto detestaba esto.

Era algo así como estar hablando y de repente tienes comiendo cabello tuyo.

-Ya sabes que para mí no hay problema en lo absoluto.

-¿Porqué no pasas? Sirve que conoces a mí papá. A lo mejor y le caes bien.

-¿A lo mejor? ¿Qué pasa si no le caigo bien? -Matt retrocedió dos pasos atrás fingiendo temor.

-No pasa de que te hecha a escobazos o saca el arma que usa cuando va de caza -Matt abrió los ojos como platos-. Mentira. Ni siquiera se va de caza.

-Ya sabía. Ni bosques hay aquí. Pero descuida, yo también quisiera conocer a tu papá pero tengo una charla con mi mamá sobre algo. ¿Se puede otro día? -Preguntó.

-Claro, cuando gustes. -Dicho esto, Matt se despidió de mí a través de un beso en la mejilla y acto seguido, se fue en su carro.

Y me pregunto yo: ¿Qué pensará de Matt? Refiriéndome a mi papá.

Estaba a punto de abrir la puerta de mi casa, pero se empezó a escuchar una voz gritando mi nombre.

-¡Camila!

-Y, ¿ahora qué quiere Cameron?

El niño de mi infancia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora