Capítulo 3: Tardanza y auto tallado

2.2K 148 10
                                    

10 AÑOS DESPUÉS




Desafortunadamente cuando cumplí los ocho años de edad, tuve que trasladarme de la cuidad de Nueva York hasta la ciudad de San Francisco, California. Según mi papá, ese lugar era más tranquilo, limpio, y fácil de encontrar empleo.

Cuando vivíamos en la ciudad de Nueva York, mi papá trabajaba de mecánico, no le pagaban mucho, pero sí lo suficiente como para poder tener ambos las necesidades suficientes, pero no era del todo profesional arreglando autos, así que lo tuvieron que despedir. Ese es uno de los motivos por el cuál, tuvimos que empezar desde cero en otra cuidad.

Estaba claro que el mudarme a otro lugar no me parecía excelente idea. Todo lo contrario, le suplicaba a mi papá que no nos fuéramos de ahí pero me hizo comprender que era para mi bien. Y sí que lo era. Pues Cameron desde que se enojó conmigo por no asistir a una sola invitación que me hizo a su casa, no me volvió a dirigir la palabra, ni siquiera gesto alguno, como ya había mencionado.

Se fue, como si yo tuviera la culpa de todo.

Conocí a una niña de otro salón, su nombre era Dinah, era muy linda y la conocí debido a que me había metido a la clase de gimnasia. Pero solo fue por un año que le comencé a hablar. Ella conoció a Cameron porque era su vecino, pero cuando le conté lo que me pasó, le dejo de hablar. Compartíamos comida, sobre todo cuando una de las dos no llevaba. También, a comparación de Cameron, ella era invitada a mi casa seguido para jugar diversas cosas y ella me invitaba a la suya también; con decir que su padre fue quien le recomendó al mío ir a San Francisco, Esa era una de las razones por las que no quise irme de allí.

Ahora llevo diez años viviendo en California, con ahora dieciocho años de edad. A decir verdad, mi padre tenía razón, es una ciudad hermosa. Cuando ingresé como nueva a un instituto conocí a Lauren.

Ella ha sido mi amiga desde que me mudé aquí. Ella me ha apoyado en todo hasta la fecha. Ambas tenemos mucho en común, pero lo que más me gusta que tengamos en común es que en el amor no nos preocupamos, ni tampoco en la vida social, para ella y para mí lo único importante es la escuela, nuestra amistad y nuestra familia.

Debo aclarar que papá puso un negocio cerca de una playa gracias al dinero que ganó desde que llegamos aquí, en el cual se venden alimentos como pizza, hamburguesas, limonadas o bebidas refrescantes, entre otras. Su nombre era Pizza John's.

Yo junto con Lauren nos encargamos de ese puesto saliendo de la escuela, mientras que papá asiste a su segundo trabajo como asistente de un trabajador. Admito que tampoco en ese trabajo le pagan muy bien que digamos, pero como ya he dicho antes, su pago cubre las necesidades de los dos. Además, no nos preocupamos tanto en eso, ya que tiene dos trabajos así que como algunos dicen, dos pájaros de un tiro.

Hoy es Lunes, ¡Genial! Inicio de semana. Detesto los Lunes.

Me levanto y observo que mi reloj marca las 7:20 am, así que me vuelvo a dormir sólo un rato.

Esperen... ¡¿Las 7:40?!

¡Dios santo! Sólo quieres dormir cinco minutos y despiertas media hora después.

Tengo veinte minutos para llegar al colegio. Me visto como puedo y hago lo necesario para estar lista. Bajo las escaleras, –lo cuál, es sorprendente porque no me caigo–, y empiezo a devorar tan rápido como puedo el almuerzo que papá me ha preparado.

—Oye, te vas a morir asfixiada
—bromea papá.

—No importa, tengo que llegar temprano a clases —digo con comida en la boca.

—Te he dicho que lo mejor sería si te saco tu licencia de conducir y regalarte un auto, tal vez no nuevo pero algo es algo —él empieza a morder una tostada con mermelada que hay en su plato.

—Papá, siento que aún no estoy preparada para manejar. Soy muy nerviosa y lo sabes, ¿no?

—Como quieras. Si tu meta es llegar tarde todos los días a clases, lo estás cumpliendo.

Yo río con el jugo de naranja en mi boca y me despido de él con un beso en la mejilla.

—Que te vaya bien —grita él desde el comedor.

Detesto también que el coche de papá esté descompuesto de muchas cosas, las cuales llegarían a costar hasta los seiscientos dólares si se llaga a reparar. Es eso o tener comida en la mesa.

No sé cómo, pero me siento como Flash corriendo por las calles tratando de llegar al colegio puntual, aunque no sé si esa palabra aún se pueda usar en estos momentos.

Saco mi celular y veo que el reloj indican las 7:55 am.

¡Genial! ¿Por qué la escuela tiene que quedar a ocho cuadras de mi casa?

De milagro, llego a la escuela agitada y con poco aire en mis pulmones. Antes de entrar, me quedo un rato recuperando aire en el estacionamiento del lugar.
No sé cómo pero me recargo en una bicicleta que hay aparcada a un lado de mí, haciendo que esta caiga al suelo, tallando un lado de un Audi negro.

¡Dios! ¿Por qué a mí?

Miro que la pintura del auto está tallada gracias a la caída de la bicicleta. Me quedo en shock, y lo único que me queda por hacer en estos momentos es levantar la bicicleta con torpeza. Cuando la bendita bicicleta se puede detener, veo que dentro del Audi tallado hay una persona dentro.

¡Opss!

No tengo otra escapatoria que salir corriendo e ir en dirección al salón de mi primera clase del día.

—¿Puedo pasar? —pregunto al maestro una vez que llego a la entrada del aula.  Aún no recupero el aliento.

—¿Otra vez tarde señorita Jonhson? Es la quinta vez en dos semanas que sucede esto.

—Lo siento, tuve un inconveniente.
—me disculpo con el maestro de matemáticas.

—Pase.

Él me deja pasar y yo tomo asiento a un lado de Lauren.

—¿Encerio Camila? ¿Otra vez tarde?
—reprocha Lauren susurrando para que el profesor no alcanzara a escuchar—. A este paso, te llevarán a detención.

—Después te digo qué pasó

Ella solo niega con la cabeza y después ponemos atención a la clase.

Mando una disculpa grande a aquél profesor del auto genial.

El niño de mi infancia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora