Bajé rápidamente las escaleras en busca de Anahi, no la veía por ningún lado hasta que la vi entrar por la puerta de tras de la cocina.
- Anahi...
- ¿Si?
- Ashley acaba de llamarme.
- ¿Que es lo que dijo?. – su expresión era seria.
- Quiere hablar, vendrá esta tarde.
- ¿No te dijo porque?
- No, pero es algo raro. Tal vez viene a sacar información o a extorsionarnos.
- No lo creo. Pero no te preocupes, no creo que pueda con tres espías.
James dejó un pequeño micrófono entre las macetas de las plantas del fondo. Luego instaló una pequeña cámara por si las dudas intentara hacer algo que no debe. Él estaría escuchando y viendo todo desde su habitación.
A las 17:00 Ashley tocó el timbre de la gran casa. Atendí.
- Hola.
- Hola. – Sonrío.
- Pasa, ven iremos al patio trasero. – Indiqué.
- Esta bien. – Pasó algo tímida.
No sentamos en par de sillas de jardín.
- De que querías hablar. – Dije seria.
- De lo que tú eres. – Dudó al decirlo.
- No lo sé. – Hice una mueca.
- Vamos _____, a pesar de que eres un poco rara... Eres una de mis mejores amigas y jamás podría entregarte a nadie sabiendo que pueden hacerte mal.
- Esta bien, pero lo único que puedo decirte es que esta misión es muy arriesgada y no quiero involucrarte...
- Pero soy tu amiga, tengo derecho a saber. – Pausó. – ¿Cual es tu misión?
- Asesinar a alguien. – miré hacia abajo.
- ¿Quién? – insistió.
- Eso es información confidencial que no puedo revelar.
- Ok, ok, no insistiré más. – Dijo haciendo una mueca. – Pero realmente me gusta ser tu amiga y no quiero que por esto nos separemos.
- Yo tampoco. – Sonreí. – Me imagino que no le contaste a nadie sobre esto, ¿o si? – Arqueé una ceja.
- Claro que no. –
- Ok.
La tarde continuó entre risas y charlas, pareciera que nada de esto hubiese pasado y que la mistad entre Ashley y yo seguía siendo la misma. Pero había algo en ella, estaba tensa, no era la Ashley despreocupada que había conocido. Me estaba ocultando algo.
- _______ debo irme. - dijo levantándose bruscamente.
- Un momento... - Me levanté.
Me acerqué hasta ella y la examiné con la mirada.
- Levanta los brazos. – Dije seria.
- ¿ah? – Dijo riendo nerviosamente.
- Que levantes los brazos. – Repetí.
Temerosamente levanto sus brazos. Comencé a palparla mientras sentía como su pulso temblaba. Palpé buscando alguna grabadora o algo que pudiese estar grabando la conversación o algo raro. Nada.
- ¿Que pensaste? – Frunció el ceño.
- Tenía que hacerlo.
- Ok... debo irme se hace tarde.
- Adiós. – La despedí.
–Narrador–
La chica rubia salió de la casa suspirando de alivio, pero a la vez sentía un gran dolor en el pecho por estar traicionando a unas de las mejores amigas que en la vida pudo haber conocido.
Caminó 2 cuadras y en las esquina la abordó una camioneta negra quien estaba a la espera.
- ¿Que dijo?. – Dijo el hombre, el cual no conocía porque su cara estaba cubierta.
- Yo creo que no lo es. – Mintió, sólo para salvarla.
- Dame la cinta. – Extendió su mano.
- ¿No confía en mi?
El hombre sacó una pistola de entre medio de su chaqueta y la apuntó, haciendo que esta temblara de miedo.
- Que me la des. – Exigió.
La chica sin más recurso, saco una mini grabadora de su zapatilla y con lágrimas en los ojos la entregó.
El hombre la escuchó y luego rió perversamente.
- ¿Así que esta es la famosa chica que envió el tonto de Williams para matarme...? – Volvió a reír. – Me serviste de mucho preciosa. – Dijo acariciándole la mejilla. La chica sólo se alejó con cierto asco y desprecio.
La camioneta paró en una plaza y la rubia bajó.
