Scarlett siempre ha sido el tipo de chica que está metida en todo. Es curiosa y no por nada tiene el puesto de reportera en el periódico escolar de la preparatoria de Beacon Hills. Ella deseaba inmensamente que algo interesante ocurriera en Beacon H...
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Me acurruco en la cama luego de apagar las quince alarmas que pongo para levantarme justo a tiempo para asistir a la escuela. No es mi culpa tener el sueño pesado y que me cueste levantarme.
En fin, mis padres me han permitido tomarme el día libre y es de esperarse porque he tenido un "accidente". Sin contar de que llegué tarde a casa porque mi padre no me trajo acá inmediatamente. Luego de haberme ido de la tienda de vídeo me llevó al hospital donde me atendieron el brazo para asegurarse de que no adquiriera ninguna enfermedad o infección.
La única enfermedad que puedo adquirir es licantropía. Gracias a Dios, eso no va a suceder porque el alfa no es un zombi, ¿no? No puedo convertirme por lo que hagan unas garras.
En el hospital, la persona que me atendió fue la madre de Scott, Melissa. Ella se sorprendió de verme allí, puesto que yo no era, ni soy, persona de ir a los hospitales a menos que me obliguen. Allí mismo me hicieron un interrogatorio sobre lo que ocurrió en la tienda.
Dije la mayor parte de la verdad. Les conté que llevaba los audífonos puestos y que solo me di cuenta de que estaba acompañada cuando Jackson me los quitó. Cruzamos varias palabras sobre una película y luego vimos el cadáver del hombre. Jackson se tropezó con la escalera y eso afectó la electricidad. Ahí fue cuando vino la mentira, dije que estaba oscuro y que vi un animal, el cual creía era como un león de montaña. El animal me atacó y el miedo no me dejaba recordar más.
En el lado positivo, me creyeron. Creo que debo ser actriz en Hollywood, no estoy tan lejos como para intentarlo. Sin embargo, mi vida tiene el drama suficiente como para añadirle más.
Suspiro y cierro mis ojos, tratando de conciliar el sueño que no llega. Justo cuando me estoy quedando dormida mi teléfono suena, despertándome de golpe. Resoplo, exasperada y me siento en la cama para contestar la llamada.
—¿Qué? —Mi tono cortante hace que la persona al otro lado de la línea se quede en silencio unos segundos.
Espero con cierta exasperación a que la persona se digne en hablar.
—¿Te desperté? —pregunta en voz baja, lamentando haberlo hecho.
Es Stiles.
—Lo siento. No, estaba tratando de dormir, pero no importa. ¿Qué sucede?
Lo escucho respirar a través del teléfono, mientras me siento en la cama para estar más cómoda al hablar con él. Acomodo la chaqueta, que era de él, para que me siga abrigando de la misma forma. Digamos que para quitarme la chaqueta va a tener que suceder al menos una de estas opciones: que me la rompan encima, que huela mal o que Stiles la pida de vuelta.
Espero que no sea la primera ni la última porque me he acostumbrado a ella, aunque solo sea por unas horas que la llevo puesta. Es más, ni siquiera quiero que sea porque huele mal. Actualmente huele a Stiles y resulta reconfortante de cierto modo.
