Scarlett siempre ha sido el tipo de chica que está metida en todo. Es curiosa y no por nada tiene el puesto de reportera en el periódico escolar de la preparatoria de Beacon Hills. Ella deseaba inmensamente que algo interesante ocurriera en Beacon H...
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Tarareo una canción por lo bajo mientras camino de lado a lado esperando a que la impresora termine de cumplir su función. Sin embargo, la maldita no parece estar a mi favor porque se tarda mil años en imprimir un solo papel y son cincuenta. Odio mi vida en estos momentos de desesperación porque entre más miro la impresora, más tarda en cumplir su función la condenada. Al parecer no quiere que yo culmine mi trabajo.
Miro por la ventana y puedo notar que ya ha comenzado a oscurecer, más bien está oscuro y yo sigo metida en la escuela sin poder irme. Quisiera poder decir que odio el castigo, pero la realidad es que me devolvió—irónicamente—mi puesto en el periódico. Ya mis padres no se molestarán conmigo por ello.
Un lado positivo en la situación. Me daré un punto a mí misma por mi optimismo. Scarlett la optimista en acción.
Verifico mi teléfono para ver si tengo alguna noticia de Stiles y Scott, pero todo sigue igual que antes. Eso solo me pone en más tensión o tal vez no tenía razón para preocuparme. Ellos pueden sobrevivir sin mí, ¿no?
Espero que puedan sobrevivir sin mí.
De repente la impresora deja de funcionar y frunzo mi ceño con evidente confusión. Me acerco a ella sintiendo cómo el corazón se me quiere salir del pecho. Este es el momento en el que mi mente me traiciona y me obliga a recordar cada película de terror que he visto en mi vida.
¡Oh, Dios mío! ¡Sal de mi perra mente, niña del aro!
Me armo de valor y justo cuando voy a verificar qué ha sucedido con la impresora escucho el aullido de un lobo. Es casi ensordecedor, en especial porque suena demasiado cerca. Distinto a como se escuchó aquella vez que Scott y yo lo escuchamos en la reserva.
Trato de tranquilizarme recordando las palabras de Stiles cuando comenzamos a meternos en este embrollo. En California no ha habido lobos como en setenta años, me digo.
Pero sí hay hombres lobos. Mi mejor amigo siendo uno de ellos. Entonces recuerdo un detalle, llevando mi mano hacia la herida que sigue presente en mi brazo.
El alfa.
Inmediatamente salgo de la oficina y corro hacia los pasillos. La mejor opción es salir de aquí antes de que algo ocurra. Me detengo a mitad del camino dándome cuenta de un detalle.
Si el alfa está aquí significa que... Con razón no contestaban mi mensaje.
Giro en el mismo pasillo justo para ver una linterna alumbrándome el rostro. Me detengo de golpe, entrecerrando mis ojos y coloco una mano frente a mi rostro para evitar que la luz me enfoque demasiado. Veo puntitos oscuros por eso.
—¿Scarlett? —Dejo salir el aire retenido en mis pulmones cuando veo que son mis amigos—. ¿Qué estás haciendo aquí?
