Capítulo 4 ||Parte 1||

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Toqué mi frente con la palma de mi mano, dolía como la puta madre. Gemí, me asusté al sentir el cuerpo de alguien a mi lado, y no se trataba de una chica.

 ―Noah, despierta.― le moví de un lado a otro su brazo, el gruñó. 

―¡Que te den!― murmuró. 

Le observé raro.―¿Acaso eres español o qué?― levantó su dedo del medio, reí.―Amigo, deja de ver novelas españolas.― me carcajeé, Noah me golpeó con su puño, gemí. 

 Observé la habitación, aguanté a risa al observar a Dallas dormir incómodamente sobre una de las maletas y cubriendo su cuerpo con uno de mis bóxers. Como pude, me acerqué a él, le tomé una foto pero olvidé que el pitido estaba encendido, él me observó furioso y me lanzó un puñetazo que aterrizó en mi nariz.

 ―Mierda, Dallas― susurré, le miré enfadado.―, mi nariz.― la toqué, noté en mi dedo una pequeña gota de sangre.

Él cerró sus ojos y volvió a acomodarse sobre mi maleta.―Espero que con eso aprendas.― susurró y se acostó bruscamente. 

―Estúpido.― musité. 

Busqué con la mirada al último, Ian, pero no se encontraba en mi habitación. Salí de ésta y fui hacia la cocina, tampoco se hallaba allí, en la sala, menos. El único lugar que me quedaba era el baño, y si no se encontraba ahí tal vez tendría que llamar a sus padres. Empujé la puerta, pero algo me impedía abrirla por completo. La empuje con todas mis fuerzas pero algo no me dejaba terminar mi acción. Una empujada más y oí un gemido. 

―Quien sea que esté haciendo eso, o se detiene o lo mato.― habló con una voz tan gruesa, que hizo que se me erizara la piel. Lo sé, raro. 

―Ian, sal del baño, necesito cagar.― me sostuve de la puerta, la cabeza me estaba matando y me sentía algo mareado. 

 ―¿Dylan?― cuestionó, gruñí como respuesta.― Amigo, lo siento. Tal vez tengas que llamar a alguien con experiencia. 

 ―¿Qué? Ian, finalmente, abrió la maldita puerta. Al entrar, un hedor a mierda y vómito entró sin mi consentimiento en mi nariz. 

Tosí, ¿qué mierda hizo el hijo de su madre? Él se encontraba mirando el piso, tenía la mirada perdida y se apoyaba de la pared. Le miré.

―Ian, ¿qué mierda pasó?― señalé el inodoro que, en estos momentos, tenía una sustancia que parecía ser vómito con algo de mierda, ustedes saben a qué mierda me refiero. 

 Él me observó apenado.―Anoche, luego de que llegamos, me acosté al lado de Noah, pero el muy imbécil me lanzó de la cama. Busqué un lugar cómodo y como pude, gateé hasta el sillón de la sala. Pero luego, me sentí realmente mal y...― le interrumpí. 

―Vomitaste, cagaste y te quedaste dormido sobre tu propio vómito.― hablé lo más serio que pude, intentando aguantar la risa. 

Ian sonrió.―Ajá.― rió y dirigió su mirada al techo.―¿Sabes? Anoche fue una de las mejores noches de mi vida. 

Salí del baño y cerré la puerta, el olor nauseabundo estaba empezando a empeorar mi resaca.―¿La recuerdas?― pregunté en un tono burlón. 

Ian rió sarcásticamente, pero luego fue callando.―No.― susurró. 

Golpeé su hombro.―Eso amigo, es por emborracharte. 

―¡Pero, ni siquiera bebí!― gritó en mi oído. 

 Le abofeteé.―Eso es por gritarme, y esto― volví a repetir mi acción.― , es por ser un maldito borracho.― entrecerré mis ojos y le miré.― Amigo, cada vez vas de mal... 

Enamorado de la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora