Capítulo 7

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Los sonidos incesantes de la puerta me sobresaltaron, estaba teniendo un sueño donde yo y Rihanna... Bueno, no les interesa ¿verdad? Como les decía, había alguien tocando la puerta y me despertó. Revisé la hora en mi teléfono, tenía dos mensajes, decidí leerlos luego y me levanté de la cama para ver quién era el que me despertó. 

Al abrir la puerta de la entrada, lo único que mis ojos podían ver era un bigote enorme, parecía de unos cinco años. El hombre que estaba en frente de mi tosió, sacándome del trance. 

—¿Hola?— saludé, aunque parecía más una pregunta. 

—Muy buenos días querido ciudadano— se acerco a mi, dejando un beso en cada mejilla, abrí los ojos a más no poder.— , yo soy el dueño del barrio en el que usted está viviendo— sonrió.— . Me he informado que hubo un pequeño problema en su casa el día de ayer. ¿Estoy en lo correcto?

—¿Qué yo qué?— balbuceé, aún seguía algo dormido. 

—¿Señor?— el hombre empezó a chasquear sus dedos.—Señor, esto me parece una total falta de respeto. 

—¿Ahora qué hice?

—¿Usted es Antonio Shepard?— preguntó cansado. 

Bostecé.—No, él es mi papá. 

Asintió mientras observaba algo a sus espaldas. No me había fijado, pero al menos unas treinta personas se encontraban en frente de mi casa. 

—Bien— se cruzó de brazos.— , me parece perfecto que usted— me señaló.— le informe que si lo ocurrido ayer vuelve a repetirse, vamos a sacarlo de aquí. 

Al terminar de hablar, con esa voz tan aguda que en un hombre queda muy gracioso, el sueño que tenía se fue por completo, haciendo que un color blanco invadiera mi cara y, tal vez, mi cuerpo entero. 

—Pero... ¡No puedes hacer eso!— grité en su rostro. 

Él movió su mano de un lado a otro, en su rostro se formó una mueca de asco. 

—Miré joven— habló.— , este es el vecindario más famoso y seguro de todo el país. Si alguien se enterara de que la policía llegó, voy a estar en todos los medios. Pero no voy a tener una muy buena reputación. Y si usted quiere seguir viviendo acá— señaló con sus brazos todo el lugar.— , tiene que seguir las reglas y condiciones que se le entregó al firmar el contrato. 

—¿Reglas y condiciones?— pregunté, él asintió como respuesta. Bufé.— Esto es peor que la cárcel. 

—Corrección señor Shepard— me interrumpió.— , esto es mucho mejor que ese lugar tan vulgar que usted acaba de nombrar. 

—¿Puede ir al maldito punto?—  hablé, algo cansado. 

La gente empezó a murmurar cosas, tal vez por mi palabra no tan "apropiada". 

El anciano me miró bastante ofendido.—Sólo venía a darle la bienvenida, y decirle que si esto se repite— se acercó a mi.— , voy a hacer que lo saquen a patadas.— sonrió maliciosamente.— ¡Todos denle la bienvenida!— alzó la voz. 

—¡Bienvenido!— gritaron todos a coro. 

Luego de eso, todos se fueron, dejándome confundido y enojado. ¿Cómo se atreven a amenazarme? A mi nadie me amenaza, muchos menos sabiendo el padre y abuelo que tengo. Les contaría su historia, pero es demasiado larga. 

Cerré la puerta y me quedé pensando, esto no iba a quedarse así, y era seguro. Ese hombre tiene algún problema conmigo, o tal vez estoy siendo paranoico. Pero ¿pueden sacarte a patadas de tu casa sin darte al menos 30 días? Tenía que hacer algo, no podía darle el gusto de que dijera "Lo tengo en mis manos, es sólo un niño indefenso lejos de sus padres". Definitivamente no podía, tenía que hacer algo para que supiera que no soy un niñito miedoso, que ya crecí y sé cuidarme solo.

Enamorado de la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora