Bostecé, abrí mis ojos y los cerré al instante, la luz que se filtraba por la ventana molestaba mi visión, al igual que el dolor de cabeza que sentía.
—Maldita resaca.—maldije en voz baja.
Entreabrí mis ojos, de nuevo, pero esta vez ya se habían acostumbrado a la luz. Observé mi habitación, algunas cajas estaban tendidas sobre el suelo, la ropa estaba tirada por todo mi alrededor.
—Pero qué mierda...
Me levanté de mi cómoda cama y me encontré con las maletas abiertas, ¿en qué momento las abrí?, pensé.
¿Qué hice anoche?
No recuerdo nada, sólo que vine a dormir y...
—Shh, callénse— oí a alguien susurrar.— , seguro Dylan sigue dormido.
—Va a ponerse contento.— otra voz habló.
Alguien más rió.—Eso sonó muy puto.
Me escondí detrás de la puerta, me tambaleé y tiré algunas cosas al piso. Me sostuve de la pared, sujeté mi cabeza, duele como la puta madre.
Vi como lentamente, la puerta empezaba a abrirse.
—¡Sorpres...— el chico observó la habitación.— ¿dónde mierda se metió?
De golpe, azoté la puerta, haciéndo que los tres dieran un pequeño respingo.
—Veo que sigues siendo el mismo inmaduro de siempre, Dylan.— mi querido amigo Dallas habló.
Sonreí, me acerqué a ellos y los apreté en un fuerte abrazo. Hacía tiempo que no veía a estos idiotas.—Ey, los extrañé trío de maricas.
Los tres empezaron a toser desenfrenadamente, movían su mano de un lado a otro cerca de su nariz, como intentando alejar un mal olor.
—Amigo, te quiero, pero tu aliento me mata.— Noah habló haciendo que todos carcajearamos.
—Si, Dylan— rió Ian.— , ¿a quién te comiste?
Mi cara tomó un color rojo, pero no de vergüenza, sino de enojo.—¿¡Y qué!?— grité.— ¿Acaso ustedes nunca tuvieron mal aliento en las mañanas?— cuestioné.
Todos negaron.
—Yo no.— admitió Noah.
—Yo tampoco.— hablaron al unísono Ian y Dallas.
Golpeé mi frente con la palma de mi mano.—Como sea— rodé los ojos.— , es su culpa por venir a despertarme y no dejar que me cepillara los dientes.
—Pues, no es nuestra culpa que tengas mal aliento.— vaciló Ian.
— En serio, digánme, ¿por qué son mis amigos?— pregunté.
Alzaron sus hombros y se miraron entre ellos.
—¿Por qué nos diste lástima?— Noah entrecerró sus ojos.
Los miré serio, pero no pude evitar recordar la pregunta del moreno, y estallé en risas.
—Bien— hablé una vez terminé de reír.— ¿qué hacen aquí?— les pregunté con una sonrisa en el rostro.
—¿Acaso no es evidente?— Ian preguntó en un tono obvio.— Vinimos a visitarte.
—¡Dah!— respondió Dallas haciendo un gesto con sus manos.
Bueno, voy a contarles un poco acerca de éstas tres féminas.
Ian Millicay; él es el del medio, junto conmigo. Ambos nacimos en el mismo año, por lo cual tenemos la misma edad. Ian es una persona burlista, le gusta ser el centro de atención y es el mejor en la pista de baile. Como todo adolescente, ama las fiestas, él estuvo en más fiestas que todos los del grupo, una vez le encontramos en bóxers dormido enfrente de mi antigüa casa, estaba tan ebrio, que hasta el día de hoy no recuerda qué fue lo que le pasó. Tiene algunos tatuajes en su brazo, pecho y en otros lugares que no recuerdo.
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Enamorado de la Vampiro
RomanceEsta historia NO trata sobre vampiros. Prohibida su copia o adaptación®