2.12

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Después de mentirle a Tim sobre la carta de Emma, Ella se retiró a su habitación con la excusa de escribirle a su amiga una respuesta.

No lo hizo.

Mientras caminaba por los pasillos hacia su dormitorio, una figura alta de cabello rojizo y curvas exageradas se le acerco.

"Hola, perrita..." le dijo sonriéndole, sonrisa que a Ella se le antojo como la de aquel gato morado que fumaba y se burlaba de Alicia. Ella se sentía como Alicia. Clarissa iba de jeans negros y una chaqueta sin abotonar sobre una blusa escotada que no dejaba nada a la imaginación. Ella le giro los ojos y la esquivo, caminando hasta el final del pasillo, donde una mano le tomó el brazo y la giró "a mí nadie me ignora, pequeña zorra." Escupió Clarissa. Ella no dijo nada, soltó su brazo del agarre y se dio vuelta.

Caminó uno o dos metros y giró la cara sobre su hombro.

"Qué lástima." Susurró, mirando de nuevo al frente y subiendo la cara, girando en el pasillo que conducía a su habitación. Dejando a Clarissa y a su blusa escotada y a sus labios rojos y a sus ojos verdes solos en medio de un pasillo desierto con la palabra en la boca y las orejas rojas de coraje.

Cuando llegó a su habitación se tiró en la cama de Emma, sosteniendo la carta que le había llegado esa mañana y como si del vapor de un tren se tratara, las dudas en su cabeza comenzaron a surgir.

La idea de no conocer nada, absolutamente nada de Tim, que se suponía era su novio, le hizo sentir en el pecho un vació que no sabía cómo llenar.

Supuso que cuando alguien tiene una pareja lo más lógico es saber todo de esa persona.

¿Por qué Tim nunca le contaba algo más allá de asuntos escolares o cosas cursis que le gustaba tanto decirle?

Comenzaba a dudar de su cariño.

¿Confiaba en ella?

El pequeño encuentro con Clarissa ni siquiera le había interesado, ni siquiera el hecho de que estuviera en la escuela en el receso de navidad le había sorprendido, porque Clarissa jamás se quedaba en el colegio en el receso de navidad.

Se encontraba tan sumida en sus propios pensamientos, enredándose y desenredándose en ella misma que no se enteró del sonido de la puerta al abrirse, ni del saludo o de los pasos que se acercaron a la cama, ni del delicioso olor de pasta con tomate que inundo la habitación hasta que unos suaves labios besaron su frente.

"Tim..." susurró mirándole sonreír y sentarse al lado de ella en la cama. "¿cómo entraste? ¿qué haces aquí?" le preguntó acomodándose en el acolchado para mirarle de perfil "¿qué hora es?"

Tim sonrió.

Ella casi se derrite.

"Entré por la puerta..." le susurró apuntando al pedazo negro de madera frente a la habitación. "te traje la cena porque desde que regresaste no has comido nada..." le paso una bandeja que tenía en una de las sillas que había movido cerca de la cama y Ella miró el plato. No tenía hambre. "son las ocho treinta de la noche." La miró hacerle un gesto de disgusto a la pasta y retiró la bandeja de su regazo.

"¿Por qué te la llevas?" Ella estiró las dos manos viendo como Tim ponía de nuevo la bandeja en la silla.

"No tienes hambre, lo entiendo..." se acomodó de nuevo en la cama mirando a sus manos moverse en su regazo. "¿le escribiste de vuelta a Emma?" preguntó subiendo la mirada hacia Ella, ella bajó la mirada y negó con la cabeza. "¿por qué no?" Ella le miró y soltó un suspiro cansado.

Ella sacó de debajo de la almohada la carta de Emma y de entre las paginas llenas de la ya conocida caligrafía de su mejor amiga, Ella sacó una en especial, se la extendió a Tim y se levantó de la cama, rodeándola para tomar de la bandeja en la silla el plato de pasa y sentarse en el suelo apoyando la espalda a la cama, cerca de las piernas de Tim para comer la pasta.

Tim cogió la hoja blanca y comenzó a leer.

"entonces yo le dije que el calor no era solo Australiano y que Dios no tenía nada que ver en eso y prácticamente me sacó a patadas de la habitación.

En fin, pequeña canguro, quiero detalles, gráficos si es posible, quiero que me tienes todo acerca de Tim, sé que eres casi la Madre Teresa y que aún no han tenido sexo porque eres una aburrida, pero ya han convivido por meses ustedes dos y ahora ¡están solos! Así que dime, ¿Cómo es? ¿es aburrido? ¿se porta como todo un señor? Uh, cuéntame alguna anécdota, porque con su edad (no digo que sea un abuelo, pero tiene experiencia) estoy segura de que tiene alguna historia divertida de su juventud, tal vez las de la universidad, quiero saber cómo es en Inglaterra la "uni", ya te las sabes todas ¿verdad?, vamos chica, cuéntame cosas que me estoy muriendo de aburrimiento, no saldremos del hotel hasta que al menos bajen dos o tres grados la temperatura y mi madre me está volviendo loca.

Aún no encuentro tus peluches pero ya tengo la postal y esta noche iremos a la ópera.

¡Diviértete con tu señor! Y escribe todas sus aventuras, ¿crees que le guste jugar en la nieve? A ti te gusta, hazle jugar cuando sepas que estas mejor de tu resfriado.

¡Envíame fotos!

In omnia paratus, hermana."

Latín, "Listo para lo que sea"

Tim miró a Ella en el suelo comiendo lo último de su pasta. Se bajó de la cama y se sentó a su lado en el suelo. Ella lo miró y él le quitó el plato de las manos, colocándolo a un lado de él.

"¿Quién eres?" preguntó Ella, sosteniendo el tenedor con el que había cenado en la mano.

Tim miró al suelo. No podía. No estaba listo.

Ella comenzó a sentir ese vacío en el estómago que le decía que nada iba bien. Y de pronto comenzó a llorar. Tim sostuvo su cabeza y la acercó a su pecho.

Ahí estaban los dos, en el suelo de la habitación.

"Sólo dime quien eres." Tim escuchó a Ella susurrar.


¿Cuál es tu nombre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora