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Febrero había llegado mientras las nevadas del invierno se iban, Ella se encontraba exhausta en su lecho tratando de recuperar el ritmo de su respiración, enredada en sus sabanas mientras Tim a un lado de la cama se vestía lentamente y sin ninguna prisa dándole la espalda, mirando por la ventana como las delgadas gotas lluvia golpeaban el cristal alumbradas por la luz de la luna llena de media noche.

Él se volteó al sentir la mirada de Ella en su trasero, abrochando los botones de su camisa blanca, moviendo los dedos con destreza y acomodando los puños de la misma estirando los brazos y sonriéndole con todos los dientes, con las arrugas de las comisuras de sus ojos y con la ceja izquierda levantada, una sonrisa que mataba a Ella cada vez que la veía, una sonrisa de verdad.

Ella palmeó el acolchado a su lado mientras se sentaba en él con la tela de la sabana apretada en su pecho, Tim obedeció y se acercó a la cama, sentándose al lado de la chica a la que solo un delgado pedazo de tela le cubría el esplendor de su desnudez. Ella se acercó a él y le regaló un beso en los labios, un suave beso, un dulce roce de labios mientras el dorso de su mano recorría la barba saliente.

"Te amo..." le susurró, Tim le miró sorprendido, Ella admiró sus facciones iluminadas por la tenue luz de su lámpara encendida, siguió acariciando su mejilla y trató de contar por enésima vez las pecas de sus mejillas mientras notaba como la respiración de él se agitaba cada vez más y más, Ella se mantuvo tranquila mientras él se salía de sus casillas y volvía a entrar. Cuando ya no quedaron más mejillas que acariciar y Tim reguló su respiración Ella le sonrió "está bien, no tienes que decirlo tú también." le susurró acercándose a sus labios y regalándole otro de esos roces que le propinaban que corrientes eléctricas recorrieran su espina dorsal.

Tim la tomó de la cintura y la recostó de nuevo en la cama, apoderándose de sus labios, dándole un beso apasionado mientras con sus manos lentamente corría la sabana de su cuerpo y paseaba por su piel desnuda al mismo tiempo, reviviendo esa pequeña llama de pasión y deseo que había estado a punto de apagarse.

Lentamente separó sus labios de ella y le sonrió.

"Yo también te amo, Ellie" susurró aquel espantoso apodo que le había dedicado para hacerla rabiar. Ella le golpeó sutilmente en el hombro haciendo amago de enojarse pero sonriéndole al segundo. Él le dedico una de sus risas más genuinas y se volvió a hacer de sus labios.


¿Cuál es tu nombre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora