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"¿Qué es esto?" escuchó Ella decir a Rose, quien se encontraba en cuclillas palpando el suelo alfombrado en busca de su arete mientras Ella se encontraba en su escritorio leyendo un libro que Emma había dejado bajo su cama antes de irse.

"¿Qué es qué?" susurró Ella sin apartar la mirada de las páginas amarillentas.

"Esto." dijo con esa voz que ponía cuando se sentía curiosa, Ella le miró y vio como puso la caja empolvada encima de su cama y comenzaba a revolotear dentro de ella, tomando la camisa negra y extendiéndola en el aire para luego dejarla en la cama y seguir rebuscando en ella.

"Déjalo..." dijo Ella soltando el libro y levantándose, caminando hacia Rose, arrebatándole uno de los sobres amarillos que había tomado del sótano, rompiéndolo de una esquina, haciendo visibles algunas partes de los papeles que habían dentro "deja todo..." le dijo, metiendo el sobre de nuevo en la caja, la rubia tomó de nuevo la camisa "¡QUE LO DEJES!" gritó, arrancando el pedazo de tela de entre sus manos y aventándolo a la caja de nuevo.

Rose notó la expresión en el rostro de Ella, súbitamente había mirado al suelo y tenía el ceño fruncido, vio como sacaba de entre su camisa un collar con un dije circular y lo acercaba a su boca. Susurró un par de veces su nombre pero no le contestaba sus llamados, la chica trató de tocar su hombro pero consideró su idea y dejó su mano en el aire.

Ella volteó a mirar la caja, la camisa negra arrugada, los sobres amarillos con papeles cerrados casi herméticamente, el portátil empolvado, las gafas, todo lo que le pertenecía a Él estaba en esa caja.

Miró a su alrededor, todo le pertenecía a él, todo tenía su aroma impregnado, habían recorrido esa habitación entregándose el uno al otro, habían creado recuerdos en cada centímetro del suelo, incluso la sucia alfombra bajo los pies pequeños de Rose le recordaba a él, la lámpara sobre su mesa de noche, su armario, el hueco vació del otro lado del cuarto, la cama desnuda que pertenecía a Emma, el collar en su cuello. Todo le recordaba a él.

Ella sintió sus ojos arder y como el aire se quedaba atrapado en su garganta, sintió los recuerdos regresar desde el fondo de su cerebro, quemando todo dentro de ella, sintió un fuerte dolor en el pecho y sintió sus mejillas mojadas.

Luego sintió una mano fría secando sus lágrimas y subió la mirada.

"Lo siento mucho Ella, yo no quería..." susurró la pequeña chica rubia con el rostro lleno de preocupación, de tristeza y de culpa.

"Vete..." le dijo Ella interrumpiéndole, apartando su pálida mano de su rostro y apuntando a la puerta "vete, te veo mañana..." la chica dudo en su sitio, se mordió el labio inferior y giró en sus talones, se acercó a la puerta y trató de nuevo de disculparse "¡no me pidas perdón!" gritó Ella interrumpiendo su intento "¡solo vete!" la chica asintió y abrió la puerta, cruzó el umbral y la cerró tras de sí.

Ella miró de nuevo a la caja y tomó la camisa negra, aquella camisa que le gustaba tanto, pero que le gustaba más cuando era el cuerpo de Tim el que estaba dentro, haciendo que la tela se ciñera a su piel y a los vellos de su pecho.

Soltó un sollozo y comenzó a desabrochar los botones de su camisa poco a poco, sintiendo las lágrimas llenar de nuevo sus mejillas, tiró la camisa hacia el otro lado de la habitación sin éxito, se deshizo de la larga falda que cubría sus piernas, pateándola con el pie, lentamente pasó sus brazos por las mangas del negro pedazo de tela y ajustó cada botón con una paciencia increíble, sus lágrimas caían por sus pómulos hasta sus mejillas y colándose por su cuello, mojando el collar de Tim.

Se sentó en la cama cruzando las piernas en frente de la caja que descansaba en el acolchado.

Tomó el sobre amarillo que se había roto y miró por la parte rasgada algunas palabras de las hojas, todas sin ningún sentido, dejó de nuevo el sobre en la caja y tomó las gafas. Sintió un enorme nudo en la garganta y tapó su boca con las manos tragándose de vuelta los sollozos que le azoraban y le hacían sentir sola, vacía, se sintió estúpida por hacerse eso a sí misma y volvió a esconder la caja debajo de la cama.

Con suavidad colocó los lentes en su mesa de noche y se acurrucó en las cobijas de su cama.

Tomó los extremos de la camisa de Tim y la acercó a su rostro, aspirando el vago olor del perfume de él combinado con el olor del polvo y el de su piel.

Lo extrañaba demasiado que dolía físicamente.

Apagó la lámpara a su lado estirando la mano y miró al vacío hasta quedarse dormida.


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