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Ella no encontró a Rose por ningún lado después de clases así que caminó hacia su dormitorio. Después del escándalo de las semanas anteriores en el colegio las aguas parecían más tranquilas y ya nadie azoraba a Ella con sus cotilleos en los pasillos, así que se sentía con más libertad de caminar tranquilamente por ellos sin sentirse acosada ni juzgada.

Al llegar a el dormitorio de Rose tocó la puerta y fue su compañera de habitación quien la abrió, una chica pequeña de cabello negro y ojos grises que siempre tenía una extraña sonrisa en la cara y que cuando miraba a alguien no dejaba de hacerlo hasta que esa persona se incomodaba y se iba.

"Hola Claire..." susurró Ella tratando de evitar sus ojos grises, la chica alzó las cejas "¿está Rose?" Claire asintió y se retiró del umbral para darle paso a Ella y luego salió silenciosamente de la habitación.

Ella inspeccionó la habitación de las chicas con la mirada, era blanca, como cualquier otra, las repisas sobre la cama de Claire estaban llenas de portarretratos, revistas y muñecos de peluche melosos, en cambio el lado de Rose era más simple y neutro, tenía libros gruesos de pasta dura, una caja de madera encima de varios papeles amarillentos y un portarretratos de una mujer que Ella identificó como su madre.

Rose estaba en su cama hecha ovillo con las sabanas echadas sobre su cuerpo y los ojos cerrados, Ella tocó su hombro y la rubia abrió sus ojos, mirándola.

"Hey, ¿Qué pasa?" sonrió Rose, Ella levantó el bolígrafo en su mano y le regaló una media sonrisa.

"Déjalo ahí." Susurró la rubia apuntando con su mano entre las cobijas hacia la mesa de noche, Ella le obedeció y se quedó de pie en donde estaba, dudando si debía irse o debía quedarse.

"¿Estás bien?" preguntó Ella sentándose en la cama a su lado, Rose le regaló una sonrisa y asintió con la cabeza.

"Son solo dolores pre-menstruales..." rio la rubia "me llegará el periodo pronto." le dijo, acurrucándose más entre las sabanas.

Ella alzó las cejas y sonrió haciendo una mueca falsa de dolor en signo de empatía, pero después recordó.

Se turbó, hizo cuentas en su cabeza y se asustó.

No le había llegado el periodo desde hacía dos meses.


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