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Los pasillos del Instituto estaban llenos de señoritas cotilleando acerca del Profesor Watson y Ella Clark, el rumor se había esparcido como pólvora debido a las palabras de Clarissa que narraron todo lo sucedido. Comenzó contándoles a las dos chicas que siempre la acompañaban a todos lados como perros falderos, y después solo tuvo que sentarse en su pupitre cada clase sonriendo mientras miraba como sus palabras iban pasando de oído a oído, de boca a boca.

Dos días después la clase de Historia era un caos, el profesor estaba distraído y ninguna chica le ponía atención a sus textos, Ella se había marginado a sí misma sentándose en uno de los pupitres de las filas de atrás, justo en la esquina, escondida en si misma por la vergüenza que todas las miradas acusadoras le causaban. Cada una de sus compañeras chismorreaba acerca de ella acostándose con el maestro de Historia y de cómo Clarissa de Devour los había encontrado desnudos en medio de un mesón de experimentos en el aula de Ciencias justo al terminar las clases.

La puerta del aula sonó y se abrió al mismo tiempo, la atención de cada una de las personas se concentró en el umbral, la Madre Superiora Travis y dos hermanas que casi nadie veía por los pasillos exceptuando en las ceremonias dominicales y en las formalidades del colegio.

Las monjas entraron al aula en medio del más profundo silencio, Ella se hundió aún más en su lugar y Tim se levantó de su asiento tras el escritorio, sabiendo lo que le esperaba. En su banca, Clarissa sonreía mordiéndose las uñas.

"Señor Watson..." susurró la Madre Travis, con un semblante duro y el rostro rojo como tomate. Se acercó a él y le quitó el bolígrafo que tenía en la mano, con el que había hecho algunos garabatos sin sentido en los márgenes de un libro de Historia Contemporánea "no puedo concebir lo que usted ha hecho, y provocado en los pasillos de esta institución..." susurró sin importarle que el aula estuviera llena de alumnas, las otras dos hermanas miraban al suelo y Ella pudo notar como sus labios se movían; estaban rezando "si es que los rumores que se extienden por los corredores son ciertos..." dijo, señalando discretamente a la puerta "dígame, Señor Watson, ¿son verdaderos?"

El aula se llenó de un aire de incertidumbre y tensión que se podía ver e incluso cortar con la mano, como niebla espesa que oculta lo que debe verse a simple vista, niebla húmeda que molesta e incomoda.

"Señor Watson..." susurró de nuevo la Madre Travis al notar que Tim no respondía a su pregunta. "¿usted durmió con la señorita Ella Clark?"

Todas las alumnas miraron al hombre con la mirada llena de expectación, unas conmocionadas, otras enojadas, Emma le miraba con lástima, Ella con miedo y con los ojos llenos de lágrimas. En cambio, Clarissa, le miraba con entusiasmo e impaciencia, chocando el pie discretamente con el suelo y enrollándose un mechón de su rojo cabello en su pálido dedo índice.

"Sí, Madre Travis..." susurró él bajando la mirada al suelo y quitándose las gafas de los ojos. Todas las alumnas exhalaron en sorpresa y se miraron entre ellas sin saber qué hacer o qué decir o a dónde mirar. Ella en la esquina soltó un sollozó y sintió sus lágrimas invadir su rostro "es verdad." confirmó y buscó a Ella con la mirada sin éxito. Bajó el rostro de nuevo y mordió su labio inferior para evitar llorar.

"Acompáñeme, Señor Watson." susurró la Madre Superiora visiblemente perturbada, mirando a Ella en una esquina secándose la lagrima de las mejillas. Tim dio un paso hacia la salida y en medio del silencio se escuchó el sonido del metal de una silla moviéndose.

"No..." dijo alguien en la esquina del aula. Ella se había levantado de su pupitre y se dirigía con pies de plomo hacia donde las monjas se encontraban inmóviles "no se lo lleven..." susurró, rompiendo de nuevo sus ojos en lágrimas, atascando los sollozos en su garganta, que dolía "Madre, usted no se lo puede llevar."

"¿Puedo saber por qué, Señorita Clark?" le susurró la directora cruzando sus brazos y alzando una ceja, expectante.

"Porque él no hizo nada ilegal, tengo dieciocho años, los cumplí mucho antes de que él llegara aquí..." dijo Ella mirando a la monja a los ojos "¡tengo edad suficiente!..." susurró sin lograr esconder su sollozos "¡para decidir con quién follar y cómo hacerlo!..." las monjas se sorprendieron al escuchar la palabra y la Madre Travis se puso más roja de lo que estaba. Emma se levantó de su pupitre y tomó a Ella de los hombros, quien al sentir el contacto de los brazos de su mejor amiga enredándose en ella rompió en llanto, sin importarle que las demás chicas la vieran "no le hagan nada." rogó, con el rostro deformado por el llanto y las mejillas llenas de lágrimas, miró a Tim que la miraba serio, negando con la cabeza, él sacó un sobre de su saco azul y lo colocó encima de los papeles que estaban regados sobre el escritorio, le dijo con los labios que la amaba y caminó hacia las monjas.

"¿Qué hace aquí la policía?" se escuchó en el fondo del aula, Tim de pronto cambió su semblante y miró hacia Ella, negó de nuevo con miedo y miró a las monjas.

Ella le miró, él de pronto empujó a las monjas y salió del aula corriendo.

Ella quiso correr tras de él pero los brazos que la tenían atrapada no la dejaron.

Las monjas salieron apresuradas del aula siguiendo a Tim y por la puerta pudieron ver a un pequeño grupo de policías armados que iban detrás de ellas.

El aula se quedó inmersa de nuevo en el silencio y la consternación. Emma sobó los hombros de Ella con sus manos y la soltó, mirando a su mejor amiga con la cara llena de lágrimas y los ojos rojos de tanto llorar.

Ella volteó a ver a Clarissa, quien le miraba con el ceño alzado y con su cabello enredado en su dedo. Clarissa le sonrió. Ella caminó lentamente hacia ella y la tomó del mechón rojizo de cabello que tenía enrollado en su mano, jalándola hacia arriba, haciendo que se levantara.

Clarissa se quejó y arrebató su mano para deshacerse del agarre de Ella.

Ella le miró a los ojos, sus ojos verdes estaban llenos de enojo y de frustración, estaban llenos de emoción al mismo tiempo y de satisfacción.

Clarissa notó en la mirada de Ella, en cambio, el más profundo dolor, el enojo y la impotencia de una chica que no podía hacer ya nada, notó y sintió por un instante el sufrimiento que Ella sentía, y lo sintió añejo, lo sintió viejo. Como si hubiera estado ahí toda su vida.

Se mordió el labio inferior y miró sus uñas.

Ella levantó su mano derecha y sin precipitarse le dio una bofetada.

Después con el dorso de la mano le dio otra.

Y con la misma fuerza y la misma mano le propinó una tercera.

Clarissa bajó la mirada al suelo y ninguna de las chicas en el aula hizo nada.

Ella le levantó la cara con la mano enrojecida y se acercó a su rostro hasta quedar a pocos centímetros de su nariz.

"Ojalá te pudras en el infierno maldita ramera." le susurró aguantando su coraje en el estómago, apretando los puños por la incompetencia, controlándose para no matarla con sus propias manos. Emma la tomó de los hombros y la guio a la salida.

Clarissa se quedó inmóvil en el mismo lugar, todas la miraban mientras cuchicheaban entre ellas.

Y por un momento, por un corto segundo, Clarissa sintió en la boca del estómago algo que hacía mucho tiempo no había sentido; culpa.


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