AUGUS AND JULIA STONE - BIG JET PLANE
La noche del viernes Kristián tocó despacio la puerta de la habitación donde aún permanecía Caro internada. Llevaba un globo, junto con unas galletas que su abuela preparó el día anterior y eran deliciosas.
—Adelante –escuchó la voz de su amiga del otro lado. Abrió y lo primero que vio fue a él. Se encontraba a los pies de la cama con los brazos cruzados, serio, y tan impresionante como siempre con uno de esos trajes que seguro estaban hechos a su medida, con esa mirada felina, con su semblante imposiblemente masculino, varonil. ¡No podía ser!
Sonrió amigablemente e ingresó dándose cuenta de que a su jefe le molestaba topársela justo ahí
—Hola, Kris –saludó la rubia desde la cama, aún pálida, pero decididamente más relajada. Todo iba mejor y al parecer al día siguiente la darían de alta; sin embargo, reposo absoluto sería la indicación.
—Buenas noches –susurró acercándose a ella y dejando las cosas sobre una pequeña mesa.
—Me alegra que vinieras. Justo le preguntaba a Cristóbal cómo iba todo y que esto de estar en cama es de lo más aburrido. –Solo se hallaban los tres en la habitación, puesto que cuando su jefe llegó, el marido de la convaleciente aprovechó para ir a ingerir algo.
—No puede ir mejor... —apuntó relajada evitando mirar a ese hombre que la mantenía alerta casi todo el día—, así que tranquila y pon buena cara, porque te falta bastante aún y ese bebé debe nacer sano –la reprendió con esa frescura tan singular.
Cristóbal en silencio la observó desde su posición. Los últimos días apenas si se hablaron para algo que no fuera estrictamente de negocios, y eso, extrañamente lo ponía peor, por lo menos cuando usaba su lengua afilada encontraba motivos para atacarla y sacar su ansiedad, ahora se limitaba a mirarla andar de esa forma muy peculiar, sensual incluso, reír sin parar, hablar con conocimiento y habilidad, y jamás parar, porque debía admitir que esa chica tenía demasiada energía y hasta ese momento parecía que la canalizaba correctamente.
—Lo sé –admitió la mujer acariciando su pequeño vientre—, lamento de verdad mucho que todo se diera así –y los observó a ambos afligida—, pero sé que todo irá bien en mi ausencia.
—¡Eh! –colocó una mano sobre su antebrazo—. Vamos bien. ¿No es así, señor Garza? –Lo encaró al fin esperando su positiva respuesta.
—Las reglas están muy claras, nada saldrá mal –zanjó serio. Carolina enarcó la ceja confundida, ahí pasaba algo, comprendió en cuanto ambos se miraron. Se mordió el interior del labio llenando de aire sus pulmones. Electricidad saltaba, ambos eran conscientes, pero además, estaba la forma en la que se veían... Dios, solo esperaba que no sucediera nada ahí. Kristián no tenía idea de con quien se estaría metiendo; Cristóbal era un cuerpo sin emociones, vivía para su familia, para el conglomerado, pero el resto, el resto no contaba para él. Ella no saldría avante si le hacía caso al instinto, de eso estaba segura. Kristián era vital, alegre, vivía, adoraba hacerlo, eso lo descubrió a lo largo de esos meses en que la entrenó.
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Atormentado Deseo © ¡A LA VENTA!
RomanceCompleta versión borrador. Un hombre que, años atrás, creyó entregar su corazón y al hacerlo, lo perdió todo. Sin saber, Cristóbal Garza, en su juventud, unió su vida a una mujer llena de resentimiento y carente de escrúpulos. Al quedar esa maldad...