12. Desquiciante.

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TULA - RIVER

Por la mañana, con renovados ánimos, enfrentó el día. Cristóbal se notaba muy serio, ausente incluso, lo dejó pasar, no deseaba volver a caer en esa atmósfera lúgubre del día anterior. Así que sonrió y trabajó sin cesar mientras él sostenía una larga reunión con ese hombrecito soberbio. A media mañana la llamó.

-Cancela todas mis citas -ordenó. Ella asintió esperando más instrucciones mientras él veía la nada. Su gesto frío parecía más presente que en todas esas semanas, tanto que la hacía sentir en alerta-. Revisa una información que Gregorio te mandará. No responderé llamadas hasta mañana así que hazte cargo.

-Sí, señor.

¿Qué sucedería?

-Puede retirarse -dijo. Desconcertada dio la media vuelta-. Kristián. -la llamó. Se detuvo nerviosa-. Por la noche no iré -musitó.

Cerró los ojos absorbiendo sus palabras. Asintió sin mostrar ninguna emoción ni lo que eso le afectaba.

-Bien -y siguió. Cristóbal se contuvo para no salir tras ella, para no hacerla virar y besarla como moría de ganas. Necesitaba aire, distancia, de nuevo se sentía expuesto, de alguna manera vulnerable y eso no lo soportaba.

Unos minutos después salió deseándoles buen día a las chicas con gesto educado. Blanca y Jimena lo observaron mientras Kristián fingía darle lo mismo.

-Ya no regresará por hoy, ¿cierto? -Alzó el rostro negando. Jimena asintió-. Lo imaginé. -La joven arrugó la frente.

-A veces, sin más, vuela a Veracruz. Su hermana y esposo allá tienen una hacienda. En ciertas ocasiones va solo un día, otras, incluso dos... Es como si lo necesitara. Ya sabes, todos aquí conocen lo ocurrido con la loca de su exesposa.

Kristián torció los labios buscando descifrar a ese hombre, intentando entender lo que en su cabeza había, lo que en su mente habitaba. No debía ser para nada fácil pasar por algo como lo que le ocurrió. No deseaba creer toda la versión de lo que leyó, no obstante, podía ser cierta y de ser así, seguramente había miles de cosas que lo atormentaban, que nadie sabía salvo él y su familia.

¿Cómo sería despertar cada día sabiendo que vivió al lado de la mujer que mató a sus padres, que lastimó tanto a su hermana por años? No tenía idea, jamás podría siquiera empatizar un poco, pero un infierno podría ser la comparativa. De pronto sus palabras retornaron: "devastación", "destrucción". Dejó salir un suspiro sintiendo un peso extraño en el pecho.

-Ayer las cosas no fueron bien. ¿Verdad? -le preguntaron. Negó distraída. Cristóbal Garza era un hombre mucho más complejo de lo que alcanzaba a imaginar, comprendió con los vellos erizados.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora