22. No lo puedo evitar.

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JOHN LEGEND - TONIGHT

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JOHN LEGEND - TONIGHT


Cuando el estómago de la joven pidió alimento, ambos rieron. Así que sin demora merendaron en medio de risas y un ambiente relajado en la cocina.

Por la mañana despertaron al alba. Kristián regresó a su habitación para comenzar el día. Hablaban con soltura y él parecía irse relajando con cada momento compartido. No deseaba presionarlo, así que esperaría a que decidiera narrarle lo sucedido en su vida, esa abominable pesadilla que vivió, de la que lo veía emerger cada vez más. No tenía idea de qué era, qué piso estaba bajo sus pies, así como los sentimientos de él por ella, pero se sentía serena en cuanto a eso, la hacía sentir importante, la miraba con admiración, deseo, y eso era suficiente en ese momento.

Al regresar de la comida, abrió su cajón, y una enorme caja de chocolates la hizo sonreír como a una adolescente. Tomó con discreción la tarjetita blanca.

"Sirena. Cuando se terminen, solo tienes que pedir más... "

Agarró uno y se lo llevo a la boca, deleitada. Jamás lo pensó detallista, lo cierto era que sí, Cristóbal ya en más de una ocasión le había demostrado que se fijaba en los detalles, que memorizaba sus palabras, que ponía atención a sus movimientos.

Cuando pasó frente a su escritorio. Ella sonrió con discreta coquetería. Él supo que ya los había visto.

Por la noche, de nuevo tuvo los ensayos, esta vez quiso acompañarla, tenía curiosidad por volver a verla perderse en sus movimientos. Sin objetar, aceptó. Permaneció de pie en la puerta, bajo la mirada de Paloma, que se encontraba en la recepción, completamente perpleja. El hombre iba vestido con un sencillo jean, y una camisa casual, sin embargo, derrochaba estilo, clase y poder. No despegaba la vista de su amiga.

Las cosas habían avanzado, eso era claro. Cómo se veían, cómo entraron, que, aunque no abrazados, sí uno junto al otro, su atracción parecía magnética. Se lo presentó de lo más relajada, gesto que él respondió con una sonrisa cálida que no creyó poseyera, no con esa envergadura tan gélida y cargada de prepotencia. Pero debía reconocer que cuando posaba sus ojos en Tián, nada de lo que proyectaba aparecía, al contrario, se tornaba suave cada una de sus facciones, la observaba con atención y se movía al son de ella, de sus palabras, de esa energía rebosante, pero que, como ella le había dicho, a su lado parecía asombrosamente menos burbujeante, sin quitarle su chispa. Se... equilibraban.

Al terminar, la joven insistió que fueran al sitio donde había comprado aquellos emparedados que llevó al apartamento hacía semanas. Estaba lleno el pequeño restaurante, pero rápido encontraron un espacio. Sus escoltas, más al pendiente que nunca, peinaban el sitio mientras él se olvidaba de todo, y se dejaba llevar riendo, bebiendo vino tinto junto con ella, y daba grandes mordiscos a esos deliciosos sándwiches. Bromearon, conversaron y gozaron de lo que vivían.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora