18. Tú.

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R. CITY ft ADAMA LEVINE - LOCKED AWAY


Cinco minutos después se estacionó frente a una casona pintada de morado y blanco. "Cuídate. Centro de integración y recreación" Leyó el letrero en la fachada apretando las manos con fuerza. La puerta estaba abierta pues unos chicos salían riendo. Pasó sin más, necesitaba verla, verificar que estuviera bien, olerla si era posible. No la merecía, no la merecía y pese a ello, la necesitaba.

Avanzó por el iluminado pasillo observando todo. Un área de recepción, que no tenía a nadie ahí, estaba justo en frente con el logo del lugar por detrás. El sitio tenía energía, se sentía cálido, agradable y fresco. Música fuerte se escuchaba a lo largo de su recorrido. Al llegar a ese lugar, del lado derecho, un par de bancas moradas, con pertenencias encima, y justo frente a una puerta ancha, abierta, varios chicos asomados, murmurando. De ahí provenía la música.

-Debemos decirle que pare... Debe descansar ya. -Conocía a esa chica que hablaba con el que, en efecto, era su novio, pues la tenía abrazada. Se acercó con las manos sudorosas. Gracias a su altura, encontró la manera de colarse y observar lo que todos ahí veían.

Su sangre se detuvo. Sus pulmones se cerraron tanto que los sintió como pasas. Su piel se erizó. Y su corazón rugió dentro de su pecho reclamando lo que ya sentía suyo.

Sus pies volaban, se mecían con una facilidad que a cualquiera hubiese dejado perplejo y a él, sintiendo electrochoques en cada poro. Su cuerpo, ligero, se movía al ritmo de aquella movida melodía que en su vida había escuchado, pero que tenía un dejo de melancolía mezclada con esperanza. Sus manos parecían alas de un ángel, suaves, seguras, siguiendo la tonada sin ningún problema al igual que esa cadera cubierta por aquella malla que se adhería a sus curvas.

Apretó los dientes respirando con una dificultad desconocida. Ella no se percataba de nada. Parecía ajena a todo salvo a lo que sentía, a esa cadencia que la arrastraba como si alguien la manejara, logrando que sus pasos fueran firmes, sublimes, únicos. A través de los espejos la pudo contemplar, atónito, pasmado e indudablemente embelesado. Se deslizaba con cuidado para, de pronto, moverse con rudeza. Era impresionante lo bien que manejaba cada una de sus extremidades, la seguridad con la que controlaba cada paso.

Paloma le dio un pequeño codazo a su novio, él giró siguiendo su mirada. Al notar la presencia de aquel impresionante hombre, la manera en la que la veía, descendió hasta su novia azorado. De pronto, como si todo ocurriera en cámara lenta. Kristián trastabilló. Cristóbal, más alerta que nunca, preocupado, sabiéndola al límite, se metió entre los chicos sin más. Todos observaron como ella buscaba apoyo, nadie hizo nada, ni siquiera pudieron moverse cuando él, envuelto en ansiedad, logró sujetarla del brazo antes de que cayera de lleno sobre el piso. Sin más, dejando salir un suspiro de alivio, la pegó a su pecho con fuerza.

-¡Kristián! -ella escuchó la voz de Paloma, un poco lejana. ¿Qué pasó? Se aferró a ese olor familiar, llenándose de él, sintiendo como la sostenía sin dificultad. Con los párpados cerrados dejó salir un par de lágrimas. Se sentía devastada, como nunca antes y muy cansada, sin ánimos de luchar.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora