28. Noche profunda

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RED - NOT ALONE

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RED - NOT ALONE

Pegó de lleno contra la puerta de aquel auto aparcado. Con el corazón desbocado, y el brazo lastimado debido al fuerte golpe, giró sintiendo ácido quemar su esófago. Hubiera dado su vida por no presenciar el instante en el que él salía proyectado y caía golpeando fuertemente con su cabeza el asfalto. Horrorizada no pensó en nada más.

-¡No! -bramó corriendo hasta él mientras la gente se acercaba. Su cuerpo, su rostro, todo era sangre. Temblando se hincó a su lado-. ¡No, Cristo, tú no! -rogó bajando el torso para tomar entre sus manos su hermosa cara clavada en la inconsciencia.

-No lo muevas, Kristián -no reconocía la voz, no reconocía nada salvo el enorme vacío y dolor que le provocaba pensar que podía estar muriendo o peor aún, muerto.

Paloma corrió hasta ella. Al escuchar los gritos todos salieron alarmados. Impactada por lo que estaba aconteciendo, se acercó con la respiración agitada, e intentó rodearla por los hombros. Kristián no se lo permitió y la hizo a un lado negando con desespero sin poder quitar los ojos de ese rostro que parecía ya no estar en este planeta. Temblaba de forma convulsa, sus manos se movían sin ilación.

-M-me sal-vo. No puede morir, lo amo, no puede dejarme -lloró desbordada, acercando su rostro al de él, besando sus labios con desespero, sacudiendo su cabeza levemente-. No me dejes, no nos dejes -musitó contra su boca.

Paloma se limpió las lágrimas. Los escoltas de Cristóbal ya realizaban llamadas y una ambulancia se escuchaba a lo lejos, y la sirena de la policía también. El chico que lo atropelló estaba lívido, custodiado por algunos jóvenes de El Centro que no le permitirían irse.

Pronto su rostro trigueño quedó manchado de sangre. No cesaba de besarlo, de rogarle que abriera los ojos, pero él no se movía, lucía muy lastimado.

-Mírame, mírame, Cristo, lo lamento, toma el tiempo que quieras, solo no me dejes, por favor... -suplicaba llorando. Paloma alzó la vista, el guardaespaldas observaba todo con gesto adusto, no podía esconder su preocupación, Cristóbal lucía verdaderamente mal.

-Kris, no lo muevas -le imploró su amiga notando que no estaba bien, que su mente no le permitía tomar el control a la parte cuerda. No le hizo caso. Sentía que su mundo colapsaba que todo perdía el sentido de pronto, que sin él nada sería lo mismo, que se ahogaría en ese mar de dolor que la aquejaba al verlo así, inerte, lastimado.

La ambulancia llegó, de inmediato la hicieron a un lado. Paloma y Andrés la cobijaron con sus cuerpos. Parecía ida, no paraba de llorar y de mirar atenta cómo lo subían a la camilla. Sangraba mucho y no reaccionaba.

-Iremos tras ellos. ¿Sí? -musitó su amiga tomando su barbilla para que la mirara a los ojos. Manchada de carmesí por todo su rostro asintió aún en shock. Le dolía el brazo, sentía unas nauseas enormes, pero no quería separarse de él. Notó como Roberto se subía a la ambulancia y daba instrucciones a su equipo. Uno de los hombres se acercó a ella, serio.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora