LAPSLEY - STATION
Viernes por la mañana, la alarma del celular sonó.
Lo tomó con las manos húmedas después de lavarse los dientes. Al ver la pantalla, se puso lívida. Su respiración se ralentizó y no logró sentir las pulsaciones de su corazón. Salió del sanitario, temblorosa. Dejó el móvil en la cómoda y avanzó con los ojos cerrados se sentó en la orilla del colchón.
La pastilla.
Su periodo no había llegado.
Pasó saliva buscando calmarse. Podía ser algo hormonal. Negó cubriéndose el rostro. No, por eso las tomaba, para que su cuerpo trabajara como debía, no al revés. Se meció negando.
La noche anterior había sido espantosa. Salió temprano del trabajo ya que su abuela no había estado del todo bien un par de días a la fecha, lucía desmejorada, y aunque hacía un mes la revisaron, decidió ir nuevamente, por lo que agendó una cita con el oncólogo. Las malas noticias llegaron, aferrando su mano, con lágrimas en los ojos, se enteraron de que el cáncer en cuestión de nada, probablemente hubiera avanzado y no de forma común, sino vertiginosa, rápida. Al día siguiente le harían otros estudios, pero podía asegurarlo. Durmió a su lado, sintiendo adolorido su corazón, con un terrible miedo a perderla. No obstante, su abuela se mostró serena, no parecía tan asustada como ella.
-Tranquila, Muñequita, todo irá bien. -Kristián, buscando parecer fuerte, asentía. Lo cierto era que, sin ella, nada iría como debía. Su cuerpo estaba entumido, y le dolía por la tensión acumulada. Y en ese momento, eso. Se haría una prueba, era la única forma de salir de dudas, mientras tanto no haría conjeturas, no debía, su cabeza tenía que estar con su abuela, en ningún otro sitio.
Salió muy temprano, no sin antes darle miles de besos en todo el rostro a su Aby. En al auto se dio permiso de derramar lágrimas. Se hizo el análisis y salió de prisa para la empresa. Por la tarde le darían los resultados.
-¿Estás bien? -preguntó Jimena tendiéndole un expediente. No pudo sonreír, solo asintió un tanto desganada agradeciendo con la mirada los papeles. Entró a la oficina aún perdida en sus pensamientos.
***Cristóbal aguardaba con un café en la mano, ese momento en el que cruzaba la puerta con esa deslumbrante sonrisa, convertía ese espacio en cálido, con color. Las cosas entre ambos iban más que bien. A su lado todo pasaba a otro plano y pese a no desear ir más allá, disfrutar el momento se estaba convirtiendo en lo elemental, eso era lo que con ella iba aprendiendo. La observó entrar, su gesto estaba tenso, su mirada algo vidriosa, su cuerpo se movía de forma rígida. Ya la conocía, si bien no tenía idea de lo que hacía fuera de sus "momentos" y esa empresa, pues no hablaban de absolutamente nada personal, sí podía leerla, percibirla, cuestión absolutamente aterradora, más para alguien que en definitiva no daría más, pero era así, sus terminaciones nerviosas despertaban con ella, y vivían al pendiente de ella.
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Atormentado Deseo © ¡A LA VENTA!
RomanceCompleta versión borrador. Un hombre que, años atrás, creyó entregar su corazón y al hacerlo, lo perdió todo. Sin saber, Cristóbal Garza, en su juventud, unió su vida a una mujer llena de resentimiento y carente de escrúpulos. Al quedar esa maldad...