Capítulo 5

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-¡¿Emma te beso?! 

-¡Ella lo hizo, yo no la besé, me dijo que la acompañará al cuarto del conserje y allí me beso, me separé, lo juro! 

Lanzo una roca al lago que esta en frente de nosotros.

Perra.

Imbécil.  

Emma estaba saboteando mi jugada, esto no podía ser cierto. ¿Y si llega a quedarse con Ross? perdería la apuesta antes de conseguir a otro pretendiente que se enamoré de mí por ser quien "yo soy" y no por mi cuerpo, cómo la mayoría ha hecho anteriormente.

Emito un suspiro. Me paso las manos por el rostro delicadamente, bebo un poco más de mi bebida y me levanto del césped en donde estamos sentados.

-Eres un imbécil- Murmuro apretando los dientes- ¿Cómo pudiste dejar que ella te besará? Tal vez te separaste, pero ¿Enserio seguiste a una chica que te dice "acompáñame al cuarto del conserje"? 

Ross me mira de reojo sin querer que me de cuenta.

Estoy enfadada.

Con los tres; Emma, Ross y el conserje. ¡¿A que clase de conserje se le ocurre dejar las puertas sin llave?! Cualquier estudiante podía entrar allí masturbarse, tener sexo con alguna chica, entre otras cosas, como ya había pasado en mi escuela.

-Pero, no le veo nada de malo- Me comenta parándose- No somos novios, ¿verdad? no tienes porque molestarte así, ¿o acaso te gusto?

Le doy una bofetada antes de que pueda decir algo más.

Trato de desquitarme con él para cuando regrese a casa no golpeé a Emma de la ira. 

-¿Enserio crees que quiero algo contigo?- Pregunto sonando algo hipócrita- ¡Ross, por favor, no me gustas!, sólo me molesta que mi hermana te haya besado y tu te hayas dejado, ¿entiendes?- Me acerco hacia él, quito la mano que esta sobre la mejilla que he golpeado, y la acaricio- No te dejes engañar por Emma, ella es muy lista, podrías llegar a ilusionarte, enamorarte y... luego ella, destruirá todo, tan rápido que ni siquiera podrás creerlo, créeme, Emma es muy lista, no te dejes engañar.

Susurro. 

Le guiño un ojo y me retiro del pequeño y luminoso bosque en donde estamos dejándolo solo. 

Me subo a mi auto y lo arranco antes de que Ross pueda detenerme, conduzco por el camino rápido hacia mi casa para poder "hablar" con Emma.

Al llegar, estaciono mi auto en el garaje, me bajo de él y entro a casa. Sonrió al notar que Emma esta frente al televisor jugando uno de sus videojuegos favoritos mientras come pizza, lo que hace cuando suele estar nerviosa.

Maldita perra.

-¡Besaste a Ross, felicidades! 

-Por favor, no me hables de eso ahora, ¿de acuerdo? estoy muy nerviosa, creo que el director me vio mientras escapaba, me miro muy mal, creo que me expulsará, nunca antes me había sentido así, ¿te diste cuenta? 

-Eso es lo que menos me importa, estas saboteando mi jugada.

-No pusimos reglas.

-¡No quiero que beses a Ross, joder, Emma, no quiero que lo lo vuelvas a hacer! 

Exclamo como una pequeña niña chillona.

Emma me mira, alza una ceja, da un mordisco al trozo de pizza que tiene en su mano y vuelve a mirarme. 

Bufo.

-Te lo digo por segunda vez, no pusimos reglas, eso significa que puedo sabotear tu jugada las veces que me de la gana, para hacer que quedes como siempre, como una perdedora, porque eso es lo que eres, ¿verdad?

Apreto los puños, cierro los ojos.

Maldita seas Emma.

Puedo sentir dentro de mí unas terribles ganas de llorar pero me contengo e intento no darlo a notar. 

-No tengo la culpa que te estés enamorando de Ross- Canturrea- De todas formas, ¿crees que él te hará caso? por favor, sólo quiere una noche contigo y luego te dejara tirada, como todos los que han hecho lo mismo.

-¡Cállate, deja de joderme con lo que más me duele! 

Exclamo jalandome el cabello.

-¡No! ¡Nunca lo dejaré de hacer! 

Exclama levantándose del sillón. 

Comienzo a subir los escalones lo más rápido que puedo.

-¿¡Y sabes por que!? ¡Porque por tu culpa papá nos abandono! ¿Y sabes por que papá hizo eso? ¡Porque tu mataste a mamá! 

Un sollozo sale de mis labios mientras cierro la puerta de mi habitación.

Me lanzo a la cama mientras las lágrimas caen por mis mejillas.

Yo no la mate... no me harán sentir culpable por eso...

Sólo tenía 03 años de edad cuando eso sucedió... 

No sabía que hacer, tampoco sabía el número de una ambulancia cuando mi mamá sufrió aquel ataque cardíaco.

Sólo recuerdo que la observe mientras ella respiraba con dificultad, tenía las manos en el corazón, buscaba respirar mientras tenía los ojos cerrados.

Luego de ello como si nada hubiera pasado, me recosté con ella en la cama en la cual dormían mamá y papá. 

Recuerdo que la llame un par de veces, y lloré porque no lograba responderme, estaba pálida, y tenía los ojos entre abiertos.

Al final me cansé de llamarla, le deje un beso en la frente y dormí con ella esperando que despertará y que me dijera: Buenos días pequeña, como siempre hacía, aunque ya estuviéramos de noche. 

Me desperté luego de sentir los gritos de papá hacia mí.

Me gritaba cosas como porque no había llamado a la ambulancia, entre otras cosas más que no llego a recordar mientras Emma lloraba en la puerta de la habitación.

La ambulancia no tardo en llegar, fuimos a una de las mejores clínicas, pero no sirvió de nada, ya que mamá estaba demasiado muerta. 

Ese día no sólo fue el último en el que vi a mamá, si no también, fue el último día que vi a papá.

Desde aquel Emma trataba de hacerme sentir mal por ello, ella lleva toda la vida creyendo que yo por una estúpida razón maté a mamá, y se lo encarga de repetírmelo todas las veces posibles.

Ese horrible día quedo marcado en mi memoria como si fuera un maldito tatuaje que no puede desaparecer. Y no lo olvidaría, no podría olvidar aquel día.

Llevaría ese día conmigo toda la vida.

En los momentos más felices de mi vida y en los más tristes.

Y llevaría junto a ese recuerdo, a Emma, quien se encargaría de contarme la versión completamente falsa de todo lo que ocurrió.  

Pero a pesar de todo lo que sucedió, sé que mamá esta cuidándome en donde quiera que este, sé que cuida de mí al igual que de Emma. 

Y ella nos sigue amando.

Porque sigue viva, tanto en mi memoria como en mi corazón, su sonrisa, sus caricias, ella diciéndome: eres lo más preciado que tengo al igual que tu hermana...

Y eso sería el único recuerdo que me haría sentir feliz en todos los días tristes que podrían haber en mi vida. 




Las Carter's | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora