Capitulo 1. Desiciones alarmantes

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El día era cálido, pero mi corazón estaba helado.Tanto que ya no sentía nada, ya nada me importaba.

¿Qué más daba perder algo o a alguien incluso?

Eso era lo de menos, no me siento viva, mi alma se aleja y mi felicidad con ella.

Aquí todo es tan diferente, pareciera que las personas carecen de sentimientos y que el amor no es más que conveniencia económica, ¿la amistad?Al parecer se les olvidó que no es Halloween y no sé han quitado su disfraz de hipocresía.

Mi rutina era sin duda alguna la más repetitiva y eso que apenas llevaba unas cuantas semanas viviendo aquí.

Decidí ir a la plaza que está a unas cuadras de aquí a comprar algo para comer.

Me formé en un cajero "rápido", pero a mi pensar en todos los cajeros rápidos está la gente más lenta y cómo era de esperar a mi paciencia y a mi nos faltaban unos minutos para explotar, ¡cierto! A mi vejiga también.

Cuando por fin logré salir de esa larga fila busqué un baño lo más rápido posible, pero a un paso de entrar vi una hoja que indicaba que no se podía entrar con bolsas (porque me voy a robar el papel seguramente), por suerte había una señora de la limpieza recargada en la puerta.

-Disculpe... ¿Podría cuidar mis bolsas un momento?.

-Si, no te preocupes-dice con voz humilde.

Regresé y la señora seguía ahí.

-Gracias em...

-Teresa, mucho gusto- estrechamos las manos y tomé mis bolsas para irme directo a mi departamento frío y solitario.

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Por fin llegué al departamento, mis pasos hacen eco y me hacen recordar que estoy sola.

Me duelen los pies, así que me quito los tacones y me siento en el suelo, quiero gritar, mas no puedo, tengo un nudo enorme en la garganta y me pongo a llorar recordando la razón por la cual estoy aquí.

Entre sollozos, respiraciones lentas y sofocadas me quedo dormida

Cuando despierto veo la hora y tengo un mensaje.

"¿Ya comiste?"

Había olvidado por completo que no he comido.

Abro las bolsas y saco la almohada (que está demasiado apretada), después la cobija, la pego a mi nariz oliendo el aroma a nuevo que me hace aludir que empieza una nueva temporada en mi vida.

Cuando abro la otra bolsa encuentro dulces, cervezas, condones y una cartera ¡pero qué tonta soy!, agarré la bolsa equivocada.

Después de ofenderme más de lo necesario y revisar las bolsas una y otra vez como si por arte de magia fuesen a aparecer mis cosas, así que decido aceptar un golpe más de la realidad.

Salgo a comprar un flan napolitano y ensalada con aderezo, entro a mi departamento y devoro la comida sin darme cuenta por estar profundamente hundida en mi mar de pensamientos poco razonables y sin fin.

Acabo de comer y miro hacia el espejo que se encuentra en dirección a mi cuarto, veo como las lágrimas se derraman por mi rostro hasta tocar el suelo y sí, me rompe el corazón verme así, pero lo que más me duele son las promesas que dije y nunca cumplí.

-¡Perdón, perdóname!- no hay respuesta alguna, solo una voz en mi cabeza diciéndome que no soy culpable y que todo estará bien.

Esta oscureciendo, salgo del departamento después de haber esperado a que mi color rojo de mi piel volviera a ser de color carne, observo a la gente pasar alrededor de mi como si fuera un sueño en el que soy un fantasma.

-¿Tu eres la nueva vecina, cierto?.

-Si, soy yo.

-Si necesitas algo puedes llamarme o buscarme.

-Muchas gracias.

Debo admitir que parece agradable y de confianza, pero... no siempre encuentras perlas en las ostras.

Doy un paseo por los alrededores, pero no hay nada. La noche aquí luce muy desanimada, la vista es hermosa y la luz un espectáculo, me meto al departamento y me pongo a preparar el sofá para dormir, pensándolo bien no es tan incómodo como pensaba, me paro enfrente de la ventana y veo como las luces de los otros edificios se van apagando.

Me acuesto en el sofá y cierro los ojos pero aquellas imágenes desgarradoras no me dejan en paz. Abro los ojos y enciendo una lámpara color beige que se encuentra en un buró detrás de mi, veo la bolsa y le quito el nudo para sacar la cartera y encuentro una tarjeta con su nombre »Dylan« el nombre del chico que se llevó mi bolsa y a cambio me dio cosas que no necesito y la única pregunta que me viene a la mente es "¿Qué iba a hacer?"¿Acaso iba a grabarse haciendo el reto de Chubby Bunny?.
Cuando dejo de autointerrogarme a mi misma decido buscarlo en Google y lo único que me aparece son hileras de fotos de Dylan O'brien, en Facebook es lo mismo, lo busco en Ask y por fin encuentro al chico de ojos verdes azulados y a sus seguidoras pervertidas con preguntas incómodas y decido hacerle una pregunta, probablemente la única descente.
»Nos equivocamos de bolsa, tengo tu cartera...¿Podría verte para entregarte tus pertenencias?«.

No esperaré a que responda así que me acuesto y me pongo a pensar en aquel chico hasta quedar dormida.


Adaptarme o DesaparecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora