Capítulo 2. Café

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Despierto y me estiro, agarro el celular y ya es tarde, creo que dormí demasiado.

Ha respondido mi pregunta »¿Qué te parece la cafetería enfrente del gimnasio?«.

Le mando una nueva pregunta »Te veo en una hora«.

Apago el celular y me dirijo al baño, me pongo mi bata y me meto a bañar.

Me pongo unos jeans azul marino y una camisa holgada color blanco, me dejó el pelo suelto y elijo unos flats dorados, salgo del departamento y en 25 minutos llego a la cafetería.

Es rústica y moderna a la vez, con colores muy vintage y ahí está... Dylan Harrington, el chico de los ojos verdes esperando a una desconocida.

Siendo sincera estoy nerviosa y no lo conozco, así que será difícil establecer una conversación con él.

Camino lentamente esperando a que se vaya y así evite hablar con él pero no pasa eso y aún así llego al lugar en dónde se encuentra sentado y pensativo.

Me paro enfrente de él un poco nerviosa y digo las primeras palabras que mi cerebro logra articular.

-Creo que esto es suyo- hablo con más naturalidad de la que pensé.

-Gracias- Dice mostrándome sus dientes perfectos y sonrisa brillante.

-¿De casualidad tiene mi bolsa?

-No, esta en mi casa... y háblame de tú- entona con tanta seguridad que me hace dudar de mis propias palabras.

Para ser sincera no necesito mi bolsa y no iré a su casa.

Si bien aprendí algo fue a NO confiar en nadie, realmente nunca terminas de conocer a nadie, ni a uno mismo, ¿Cómo puedes creer conocer el pensamiento e ideas de otra persona?

-¿Quiéres ir a mi casa?- sonríe como si supiese que en eso estaba pensando.

-No tomo, gracias- sonrío y después pongo una mirada que hasta a mi me daría miedo.

-¿Quién dice que vamos a tomar?

-No tienes que decirlo para que lo sepa.

-No necesariamente tenemos que tomar para pasarla bien.

-Me tengo que ir, fue un gusto conocerte- digo con sarcasmo.

-Espera... ¿Cuál es tu nombre?.

-¡Katherine!.

Me levanto de la mesa y me dirijo a la parada de taxis, la cuál está a una cuadra de la cafetería.

Me subo al taxi y ya adentro cierro los ojos cómo si así pudiese evitar que las imágenes se proyectarán en mi cabeza.

Aún es doloroso y con tan solo recordar su nombre el corazón se me desgarra y vuelvo a caer en una tempestad de lágrimas y aún que sé que no está mal conocer a otras personas me siento mal conmigo misma, sé que le hubiese gustado que fuera feliz, pero en estos momentos no estoy segura de qué es lo que quiero y por la misma razón no me gustaría conocer a alguien y descepcionarlo.

Creo que necesito un tiempo para pensar en las cosas y para pensar en lo que quiero; para pensar en mí.
Siguen pasando los minutos y el taxi no avanza ya que por alguna razón hay tráfico, así que pago y bajo antes de que mi monedero quede más vacío que mi departamento.

Sigo caminando en medio del tráfico y de la nada me encuentro con un cuerpo tirado en el suelo y una ambulancia.

Cuando la claridad abre paso entre mis lágrimas y logro saber quién es recuerdo que es el vecino de aquella noche.

Me quedo en shock y retrocedo, me voy corriendo por dónde vine y con lágrimas en los ojos impidiendo una vista más clara, pero al tratar de ver mejor choco con alguien.

Adaptarme o DesaparecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora