Capítulo 14

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Oírlo de mi boca y en voz alta lo hace aún mas aterrador.

-Pe-pero...¿cómo...?-balbucea, conmocionada. Probablemente era lo último que se esperaba escuchar en estos momentos.

Voy a contestar, pero en ese momento se oye a alguien acercarse por el pasillo, y Effie se apresura a recoger los cristales mientras yo intento eliminar cualquier resto de llanto de mi cara. Cuando Peeta se asoma, seguramente preocupado porque estamos tardando, tenemos la suerte de que no parezca que acabo de descubrir que estoy embarazada.

-¿Pasa algo?

-No-se apresura a contestar ella, mientras Peeta se acerca a darme un beso entre los ojos-No encontrábamos las pastillas. Pero dentro de un rato estará mejor.

-Vale-se aparta de mí un poco-¿Vamos a cenar?

-En seguida vamos-le asegura Effie. Asiente, y él desaparece por donde ha venido. Yo la miro con terror.

-A ver, tranquilízate. Ahora no tenemos tiempo para hablar de esto. Intenta aparentar que no te pasa nada y mañana me explicas todo con detenimiento.

Yo asiento, aún sin articular palabra, agradeciéndole con la mirada. Con minuciosidad, dejamos todo en su sitio para evitar sospechas. Luego, nos sentamos a la mesa junto con Haymitch y Peeta fingiendo tranquilidad, aunque yo no puedo controlar el temblor de mis manos y el sudor de mi frente. A lo lejos, oigo risas compartidas y palabras animadas, pero yo estoy en otra parte. El miedo y la adrenalina navegan por mi sangre al imaginarme con un vientre redondeado en el que se esconde una vida débil e indefensa a la que proteger de este mundo en el que aún flotan nubes de oscuridad y entresijos de muerte. Una criatura que pueden arrebatarme en cualquier descuido. Nadie puede asegurar que la pesadilla de la Guerra no vaya a volver a repetirse. Toda mi vida me he concienciado de que nunca me casaría, de que nunca tendría hijos y de que no sería tan egoísta como para traerlos a este lugar, precisamente por eso. No me importa la paz que haya ahora, lo seguros que estemos: eso puede acabar en cualquier momento y no quiero condenar a ninguna criatura más a ese sufrimiento, sobre todo si es sangre de mi sangre. Pero, de repente, detengo la corriente de ideas en seco. ¿De qué sirve ahora repetirme mis motivos para huir de los bebés y el compromiso? Ya no hay vuelta atrás. Los síntomas son claros, los cálculos no me engañan. Ya no puedo hacer nada para...

-¿Estás ahí?-despierto de nuevo en la realidad cuando Haymitch chasquea los dedos frente a mí. Tres pares de ojos me miran con atención-Creo que le ha vuelto a dar un yuyu de los suyos.

-Estoy bien. ¿Decíais algo?

-Que si piensas comer hoy o lo vas a dejar ya para mañana-espeta-El postre espera y nos gustaría dormir en casa.

Ante lo irónico de su frase, bajo la vista hasta mi plato intacto y observo los demás. Mientras estaba perdida vagando en mis pensamientos, todos han acabado su comida y yo ni siquiera le he echado un vistazo.

-Lo siento. No tengo el estómago para esto.

-¿Y la pastilla?-inquiere Peeta inocentemente. Me tenso al instante pensando en lo que ha ocurrido de verdad en el baño.

-No lo sé. Quizá no era lo suficientemente efectiva.

-Bueno-interviene Effie, para llamar nuestra atención y desviar el tema-Entonces tomemos ese postre rápido para que Katniss pueda descansar.

Me dirige una mirada significativa antes de levantarse para ayudar a Peeta a servir las tazas de crema de chocolate con frutos rojos. Mi ración se queda en la nevera esperando a que me sienta mejor, porque de ninguna manera pienso desperdiciar ese manjar. Esta vez, pronuncio algún monosílabo de vez en cuando, pero más que nada por Peeta, que me mira preocupado y, poco a poco, cada vez más agobiado al ver que no mejoro.

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