Capítulo 20

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-Mamá...

Tanto la perplejidad como la tensión se hacen palpables en el aire. Mis extremidades dejan de responder automáticamente mientras la mujer que es mi madre espera a que complete mi frase. Pero se me hace simplemente imposible. Es entonces, en ese breve lapsus en el que nadie dice nada, cuando ocurre lo más impredecible que podría ocurrir en este momento. Como si los años no hubieran pasado, como si el dolor por sentirme abandonada nunca hubiera rozado mi corazón, como si la distancia emocional no existiera entre nosotras, avanza hacia mí y me rodea con sus huesudos brazos. Pienso que debería dejar salir algún tipo de reacción, ya sea devolverle el abrazo o apartarla, pero mis brazos se quedan en su sitio. Cuando al fin se rinde y se aparta, ya tiene las lágrimas desbordadas por todo su rostro, en el cual se aprecian claramente las marcas del tiempo y del dolor. No obstante, de alguna manera, sigue siendo hermoso. Y aunque llora y ríe mientras me mira y me acaricia el pelo, no soy capaz de sentir ningún tipo de emoción hacia esta mujer que parece haberse convertido en otra persona. Aquí la tengo, después de 4 años, pero hasta su propia imagen parece irreal.

-Dios mío, Katniss. Estás guapísima.-observa, examinándome de arriba a abajo, con una emoción que no podría descolocarme más en este momento-Ya eres toda una mujer. Y te has cortado el pelo-pasa las manos por las puntas de este, que cae en ondas por encima de mi hombros.

No digo una palabra ni hago un solo comentario acerca de sus estúpidas observaciones mientras me suelta e intercambia un breve saludo con Peeta. Ni siquiera finge alegrarse de que esté aquí, ni se molesta en preguntarle nada. Segundos después, se recompone lo suficiente de su emotiva reacción.

-¿Qué hacéis por aquí? Pensaba que estábais con Annie-algunos balbuceos tratan de salir. ¿Eso es todo lo que tiene para decir? Peeta responde en mi lugar.

-Hemos venido a dar una vuelta..ehm...-él también se atasca, ya que la situación no podría ser más incómoda, pero yo por mi parte sigo en shock. Así que mi madre continúa hablando.

-Yo ya iba para casa. Deberíais venir. Negan va a venir a comer, así que...

-No.

En una décima de segundo tengo dos pares de ojos clavados en mí. Incluso yo misma me sorprendo del sonido de mi voz. Demasiado instantáneo como para disimular mi disgusto, demasiado tajante incluso para mí. Así que intento arreglarlo.

-Tenemos que ir a por el niño, y...

-Oh, sí, Finnick-dice, como si de repente se hubiera percatado de la situación-¿No es un encanto?

Algo no va bien. Puedo notarlo. Por más que la miro, no veo a mi madre por ninguna parte. Pienso que quizá esté detrás de máscara de falsa alegría y positivismo, pero no tengo ni idea de como quitársela para que todo estalle y tengamos el reencuentro que se suponía que debíamos tener. Con gritos y lágrimas de rabia, pero mucho más verdadero y justo que esto. La idea me hace temblar de impotencia. Por suerte, logro controlar mis nervios lo suficiente para no gritar, pero Peeta sabe que necesita sacarme de aquí cuanto antes.

-Ha sido un placer volver a hablar con usted, señora Everdeen, pero llegamos un poco tarde.

Ni siquiera se molesta en consultar la hora para descubrir la mentira de Peeta, sino que asiente directamente.

-Es cierto, es cierto. Nos vemos esta tarde.

Hace el amago de volver a abrazarme pero mi expresión la hace retroceder, así que se limita a despedirse con la mano y se aleja en pocos segundos aferrando un maletín del que ni siquiera me había percatado. Es solo entonces cuando relajo la tensión de mi cuerpo para quedar totalmente vacía.

DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora