Capítulo 17

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Le doy vueltas entre las manos, sentada sobre la hierba mojada, apoyada contra el rugoso tronco de un árbol y escondida del mundo tras una maraña de maleza, hierba y follaje, con el frío calándome. Mil pensamientos se concentran formando un denso nudo que embota mi mente, mientras se debate con mi corazón entre abrir o no abrir el sobre blanco perfectamente plegado.

Tan sumida estoy en mis pensamientos que me sobresalto al percibir movimiento a mi lado. En lugar de coger el arco, como habría hecho en otro momento, permanezco expectante. Un simple trozo de papel me ha debilitado tanto que ni siquiera pienso en defenderme ante un animal salvaje y amenazante. El arbusto del que procede el ruido, a pocos metros, continúa sacudiéndose hasta que, por fin, asoma la cabeza gris de un cachorro de perro salvaje. Suspiro, burlándome de mí misma por alarmarme por algo así. El animalillo me mira, se acerca y olfatea mis piernas extendidas por delante de mí, así que en seguida entiendo lo que busca.

-No tengo comida. Vete.-digo fríamente, para que al menos entienda mi tono brusco.

El chucho gimotea antes de acercarse más a mí. A diferencia de los gatos (como Buttercup), los perros son más amistosos así que, como era de esperar, mi nuevo amigo ignora mis quejas y se resguarda bajo mi brazo, buscando algo de consuelo. No me queda más remedio que rendirme y acariciarle entre las orejas. Si el roñoso de Buttercup todavía no me ha transmitido ninguna enfermedad, dudo este cachorro lo haga.

-A ti también te han abandonado, ¿eh?-hablo al perro y a la vez a la nada, refiriéndome a la autora del papel que sostengo ahora mismo entre mis manos. Dirijo de nuevo mi atención a la carta.

Una gotita de llovizna resbala sobre las hojas de los árboles y cae sobre el papel, marcándolo con una mancha húmeda que se extiende y emborrona la tinta negra con la que mi madre ha trazado su inconfundible firma.

Querida Katniss,

que probablemente te sentirás furiosa conmigo al leer esto. Soy completamente consciente de que no tengo derecho siquiera a escribirte después de tanto tiempo. Te abandoné, te dejé sola a merced de la depresión cuando más necesitabas a tu familia a tu lado y después ni siquiera recibiste una llamada mía. Puede que pienses que no me he comportado como la madre que merecías, y en gran parte estoy de acuerdo contigo. Mi comportamiento no tiene excusa, pero, al menos, me gustaría explicarte por qué actué como actué en su momento y que, quizás, intentes comprender mi dolor al igual que yo comprendo el tuyo. Te preguntarás , entonces, por qué te escribo justo ahora y no antes. La verdad es que llevaba mucho tiempo intentándolo, pero siempre terminaba llorando o frustrándome por no poder expresarte todas las disculpas que te debía. Sin embargo, cuando Haymitch y Effie nos visitaron y al fin fui consciente, gracias a esas dos bellas personas que te trataron como merecías, de lo mal que estabas realmente. Y, finalmente, reuní el valor suficiente para dirigirme a ti de una vez por todas, aunque sea de esta forma. Por esa razón he estado pensando en algo. Lo entenderé si te enfureces aún más, pero me gustaría poder hablarte en persona, volver a abrazarte, y corregir todos los errores que he cometido. Sabes lo imposible que sería para acercarme al distrito 12. Son tantos recuerdos...Pero te pediría que vinieses aquí, al 4, donde vivo actualmente y donde he encontrado una nueva vida con nuevas personas a las que querer. No me lo merezco, lo , pero la madre que permanece en te echa de menos. Además, Maxton lleva meses insistiendo en que le encantaría conocerte. Yo también estoy deseando que lo conozcas. De verdad que espero que aceptes mi propuesta.

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