5/38. Cabeza de Puerco

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Una de las últimas lluvias torrenciales de un verano moribundo azotaba Hogsmeade esa tarde de sábado, por lo que había poca gente en las calles, todos buscaban refugio en algún establecimiento.

Levantando agua de los charcos con sus grandes zancadas y bajo la tormenta, Severus Snape caminaba rumbo a 'Las Tres Escobas', pero el inclemente tiempo lo obligó a buscar refugio en 'Cabeza de Puerco', el sucio lugar de Aberforth, el hermano del viejo Albus.

Había algo raro en el profesor de Pociones, sí, iba vestido (sorprendentemente) de negro, con un abrigo largo que le ondeaba al caminar, su cabello, húmedo por la lluvia, no lucía menos grasoso que otros días, su expresión era la misma de siempre, sus ojos seguían pareciendo un par de abismos, pero esa tarde de lluvia, portaba una bufanda nueva con los orgullosos colores de Slytherin.

-Profesor Snape... –la voz de Aberforth se escuchó por toda la taberna -¿le sirvo algo?

Severus miró a su alrededor ¿era seguro beber algo en aquel cuchitril? –un whiskey –pidió.

Sacudió las gotas de agua de su abrigo y tomó asiento en una de las pocas mesas vacías; la lluvia le hacía mucho bien a ese lugar, pues algunos otros peatones buscando refugio fueron a parar ahí también.

De haber sido de otro modo, nunca lo hubiera notado entre toda la gente, pero por sobre sus ropas negras destacaba el verde y el plateado de su bufanda; Audrey entró empapada a 'Cabeza de Puerco', ese sábado ella ni siquiera quería salir de casa después del trabajo, pero algo la levantó de la cama y la hizo querer dar un paseo por el único pueblo enteramente mágico en toda Inglaterra, aunque se topó con la tormenta, al entrar y notar aquel hombre vestido de negro portando el regalo que algunos días antes ella misma le había dado la llenó de una dicha inexplicable.

La chica recordaba muy bien a Severus en la barra de 'Las Tres Escobas', sumido en sus pensamientos y ajeno a todo lo externo, aquella tarde en 'Cabeza de Puerco' era diferente, miraba por la ventana la lluvia que parecía no tener miedo de caer. Sin dudarlo un segundo, con su cabello completamente mojado y frotándose los brazos para darse un poco de calor, Audrey se acercó a Severus, quien al escuchar como la chica arrastraba una silla para sentarse, apartó su mirada de la ventana y la dirigió a su nueva compañía.

Antes de que pudiera decir algo, ella se le adelantó...

-Veo que te gustó –dijo con una sonrisa haciendo referencia a la bufanda, él estaba a punto de dar algún pretexto, seguramente, o correrla de ahí, pero ella no lo dejó –me alegro... –dijo con aquella sonrisa acentuada, tan ingenua y tan radiante pese a su condición aquella tarde de lluvia, que no le permitió a Severus decir algo negativo o sarcástico, no podía hacer algo que borrara aquel gesto casi infantil en la chica.

El silencio, por otra parte, le pareció una mejor respuesta, regresó su mirada a la ventana, Audrey lo miró por un breve instante y después decidió unírsele contemplando la lluvia.

El titiritar de la chica hacía un suave pero taladrante ruido, sus dientes y mandíbulas parecían no tener autocontrol y chocaban sin remedio. Era un ruido desapercibido en medio del barullo del lugar, pero hubo un cliente que lo pudo escuchar.

Apartando su mirada de la ventana, Severus clavó sus ojos negros en la chica que parecía más concentrada en controlar el ligero temblor de su cuerpo que en observar la lluvia, pero aquella mirada era demasiado intensa, al parecer ella pudo sentirlo, volteó a verlo y aun temblando sonrió.

El hombre levantó una ceja y habló por primera vez aquella tarde –Ten... –fue la única palabra que dijo y ofreció a la chica el abrigo que a él había protegido bastante bien hasta entonces, dejando al descubierto su atuendo... una camisa gris oscuro de manga larga, sobre ella un chaleco negro abotonado de principio a fin y por supuesto unos pantalones negros.

Un Moment Pour Toujour creado por Sufjan TweedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora